Yo, pobre de mi, había tomado la decisión de enfrentarme a esto, pero ahora la duda empezaba a filtrarse en mi mente. Mi propio padre había investigado a Ulrik y no había encontrado nada, ¿por qué Richard pudo? ¿Es que él tenía más poder que nosotros? ¿Con que tipo de gente trataba? ¿Dónde me iba a meter yo?Con las manos temblando empecé a quitar mis cosas de las maletas, me arrepentía un poco y todavía acababa de llegar. Antes de bajar y responsabilizarme de lo que había hecho, decidí dar un paseo por el palacio. Los pasillos eran un laberinto de historia y elegancia, pero yo tenía mi propio laberinto en la mente, mi caos personal, por lo que no pude disfrutar tanto como me gustaría.
A mis pasos se unieron los de alguien más, pese a estar siguiéndome estaba respetando la distancia. Espero que no fuera única y exclusivamente para mirarme el culo al caminar.
—Elsa, sa hora de hablar —anunció, su tono dejaba claro que no había lugar para evasivas.
Asentí, preparándome para la conversación que podía cambiarlo todo.
—Vamos a otro lugar, los pasillos tienen oídos —me indicó. Esta vez fui yo quien le siguió los pasos hasta lo que parecía ser una biblioteca. Esperó a que yo pasase para cerrar las grandes puertas detrás de nosotros—. Quiero empezar diciendo que no busco hacerte daño, todo lo contrario, buscaba protegerte.
Una risa irónica se escapa sin que yo pueda detenerla.
—Eso igual tenías que decirlo antes de interrumpir una boda y causar todo este escándalo, ¿no crees? —pregunté, tomando asiento en uno de los cómodos sofás que decoraba el lugar—. Mi cara está en todos lados ahora mismo.
—Dichosos todos los que la ven a diario.
—¡Mi nombre está en boca de todos y no precisamente para decir cosas buenas! —exclamé, pasando por alto aquel ligero coqueteo proveniente del ser que se estaba sentando frente a mi—. Nunca antes la realeza se había visto en semejante percal. Los niños estudiarán esto en historia dentro de algunos años, se me cae la cara de vergüenza solo de pensarlo.
—Elsa —pronunció mi nombre despacio, señal para que me calmase—, voy a decírtelo todo, solo necesito que confíes en mí... ¿Lo haces?
Rich me miró a los ojos, y por un momento, la historia de reyes y reinas se desvaneció. Solo éramos dos personas, tratando de entender un caos que amenazaba con desbordarse. ¿Confiaba en él? Si, todo mi ser latía que si. ¿Por que otro motivo estaría yo allí sentada? Asentí en silencio, dándole pie a que hablase.
—Estos últimos años hemos estado investigando una serie de actividades ilegales que involucran a varias casas nobles. Supongo que estás al tanto de los últimos acontecimientos respecto a la monarquía en otros países, somos pocos los que quedamos... Tu prometido, Ulrik, está vinculado a un oscuro negocio que podría poner en peligro tu reino.
—¿Un oscuro negocio? Tienes que ser más claro conmigo si quieres que confíe en ti.
Él se inclinó hacia delante, su expresión era casi solemne.
—Tengo una gran lista de cosas que puedes leer en cuanto estés preparada, te aseguro que ahora no es el momento. Por ahora quédate con eso, que ya es mucho. Él está usando su posición para aprovecharse personalmente y de este modo derrocar la monarquía desde dentro... Y siento decírtelo pero te va a llevar a ti por delante, por eso tenía que quitarte de ahí cuanto antes.
La imagen del hombre con quien iba a casarme se desvanecía, dejando solo una sombra de desconfianza.
—Mi padre lo ha investigado y no ha encontrado nada de eso, ¿por qué debería de creerte?
—Tenemos contactos que nos permiten acceder a información que otros no pueden. A veces, lo que se oculta es más profundo de lo que parece a simple vista. Además, te recuerdo que Ulrik ya forma parte de tu círculo y es muy fácil manipular la información.
Un silencio pesado llenó la habitación. La realidad de la situación comenzaba a hundirse en mí. Él hablaba con decisión, no le temblaba la voz, las palabras salían de su boca de manera precisa y calculada. Solo había dos opciones: o realmente estaba diciendo la verdad o era un discurso ensayado para que las mentiras saliesen tan fácil de sus labios.
—Mi padre tiene más poder que yo, es rey, podrías estar hablando esto con él y no conmigo.
—Tú lo has dicho: tu padre es rey. Eso significa que él puede estar involucrado también sin saberlo. El tema de las lealtades es complicado y por norma general a ningún rey le gusta involucrarse del todo en el reinado porque acabas tomándolo como algo personal.
Suspiré. Mi padre sabría qué hacer, él siempre lo sabía... Yo no. La sincera mirada de Richard me instaba a confiar en él, ¿pero y si me equivocaba?
—Tengo miedo —admití en voz baja—. Cuando paraste la boda deseé que él estuviera casado en otro país o algo así, no que esté manipulando todo para destruir todo lo que soy y todo lo que tengo.
—Tienes que ser fuerte, no estás sola en esto —me hizo saber—. ¿Recuerdas a Zabdiel? Lo conociste en la fiesta. Me gustaría que trabajase para ti, es de confianza y está preparado para todo, él ha vivido cosas muy duras con respecto a la monarquía... Está en nuestro bando. Él va a ayudarnos.
—¿Entonces tengo que confiar en ti y en él? —inquirí, mirándolo con dudas.
—Deberías —asintió—. Vamos a estar, Elsa, te lo prometo.
Aunque la situación era aterradora, al menos no estaba enfrentándola sola.
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No es frozen
RomanceEn el mundo hay lugares fríos como Noruega y Suecia. Personas frías como Elsa y Richard. Pero hasta el hielo se derrite cuando le llega el calor, ¿no?