EXTRA: La Esposa del Fantasma (1)

222 29 5
                                    

Hoseok se mudó de su casa a un edificio residencial. Esta edificación se encontraba dentro de la nueva urbanización al este de la ciudad, la cual no podía considerarse como nueva o antigua.

Cuando decidió irse de casa, su cuenta bancaria fue congelada, por lo que no contaba con mucho dinero. Por suerte, en ese momento, vio que en ese lugar buscaban inquilinos con un arriendo a un precio muy bajo; por ende, se apresuró a echar un vistazo. El apartamento tenía un ambiente tranquilo, contaba con dos habitaciones y una sala de estar; por lo cual, lo alquiló sin dudar.

El día de la mudanza llegó, y el ascensor está dañado, lamentó su mala suerte. Por fortuna, había llamado a un amigo con antelación para que le ayudara a mover su equipaje, así que no tuvo que hacer el trabajo solo.

Como no había traído mucho consigo, terminaron de mover todo en una hora, sin embargo, al finalizar, se dio cuenta de que había dejado su mochila en el coche de su amigo. Entonces, Hoseok decidió ir a buscarla.



—¡Búscala luego! —exclamó su buen amigo, Jimin, desde la cocina.

—No, ahí tengo mi netbook. Tengo datos importantes guardados allí —contestó él.



Cuando terminó de hablar, bajó a buscar la mochila, y de regreso, vio a alguien esperando el ascensor, quiso informarle que no estaba funcionando; sin embargo... ¡Quién se habría imaginado que, en un abrir y cerrar de ojos, el medio de transporte estaría funcionando!

Hoseok lamentó su suerte en su corazón.

Cuando las puertas se abrieron, la persona frente a él entró. Él se apresuró a seguirlo y, una vez entró, apretó el botón del cuarto piso. Entonces, cayó en cuenta de que la otra persona no había presionado ningún botón, se dio la vuelta y preguntó:



—¿A qué piso vas?



La persona estaba de pie a un lado del ascensor, con la cabeza agachada.



—Cuarto —Al hablar, su cabeza se movió un poco.



¡Qué coincidencia!, pensó Hoseok. Ambos vivían en el cuarto piso; muy probablemente, eran vecinos.

Hoseok era un tipo extrovertido, y aunque la otra persona parecía de temperamento solitario, bien podía entablar una conversación por su cuenta.



—Hermano, soy Hoseok. También vivo en el cuarto piso: departamento 403 —se presentó—. ¿Cuál es el tuyo? Ven a comer más tarde, anímate.



La otra persona continuó con la cabeza gacha y no respondió.

Hoseok se sintió avergonzado, se amonestó por ser imprudente y haber hablado cuando no se lo pedían y no dijo más. Sin embargo, sus ojos se fijaron en el reflejo de la persona detrás de él, era de estatura media, con una buena figura, llevaba puesta una camiseta simple y una chaqueta delgada, pantalones negros cubrían sus largas y bien proporcionadas piernas.

Hoseok se sintió un poco acalorado. Una imagen de aquellas piernas enrolladas alrededor de su cintura vino a su mente, la piel de estas debía de ser blanca, no pálida como el papel; sino de un blanco delicado, con un toque de rosa.

Ese rosa seguro cubrirá toda su piel en los momentos de pasión.

La parte inferior del cuerpo de Hoseok se puso dura por culpa de aquella obscena fantasía. Las puertas del ascensor se abrieron y la otra persona se apuró en salir. Él le dio una mirada fugaz, pero no consiguió vislumbrar su rostro. Su cabeza permaneció gacha mientras se alejaba y su cabello era un poco largo, por lo que bloqueaba la visión de su cara. Aun así, la porción de su cuello que no cubría su camisa, le confirmó que su piel era muy blanca.

Hoseok salió del ascensor también. Cuando llegó junto a su puerta, descubrió que el muchacho estaba abriendo el departamento de enfrente.

404. No es un número muy afortunado, reflexionó.

Hoseok quiso aprovechar de preguntarle el nombre al chico antes de que entrara a su apartamento; sin embargo, una vez la puerta se abrió, una brisa helada lo golpeó en la cara, haciéndole temblar.

Ese breve momento de vacilación de su parte, le dio al joven la oportunidad de entrar en su casa y cerrar la puerta.

Hoseok se quedó parado ahí durante un rato, aturdido; luego, se dio la vuelta para volver a su apartamento. Tras cerrar la puerta, se desplomó contra esta.

Jimin se apresuró a ayudarlo.



—¡Maldita sea, Hoseok! ¡¿Qué rayos te pasa?! ¿Te flaquearon las piernas solo por subir y bajar las escaleras?



Hoseok se acostó en el sofá y puso los ojos en blanco a Jimin.



—Me asusté —respondió.

—¿Viste un fantasma? —Su amigo estalló en carcajadas.

—Sí, vi un fantasma.

—Un fantasma seductor, si te dejó así... —bromeó.

—¡Maldita sea! ¡Piérdete! Me voy a tomar un descanso.

—Claro, voy a beber un vaso con agua en la cocina. Esta noche, no arruines la fiesta de inauguración de la casa.



Hoseok agitó la mano y cerró los ojos. Al hacerlo, las imágenes del cuello blanco del joven lleno de marcas de chupetones regresaron a su mente. Marcas más oscuras cubrían a las más claras. Con esa cantidad y para verse en ese estado, debían besarle el cuello todos los días. Algunas eran de color rosa; otras, carmín. En esa piel tan blanca, se veían encantadoras y atrayentes. Hasta se había sentido tentado a besar una de ellas. Sin embargo, justo cuando ese pensamiento cruzó por su cabeza, una mirada terrorífica se clavó en él. Era espantosa, fría e implacable. Como si aquellos ojos pertenecieran a una gran bestia, cuyo mayor tesoro estaba siendo codiciado, lo cual incitó su ira.

Hoseok se asustó hasta el punto de sentirse asfixiado. Era un terror similar a cuando una persona le agarran por la garganta y siente cómo su vida peligra al no poder respirar. Solo cuando la serie de pensamientos indecentes cesaron fue que el miedo desapareció. Entonces, comprendió que en la casa del joven de enfrente debía haber algo.



—¿Sabías que este edificio tiene un problema? —preguntó Jimin al regresar de la cocina.

—De haber uno, sería debido a tu gran bocota —contestó malhumorado.

—¿Ah? ¡No dudes de mí! Estaba sacando la basura, cuando me encontré a una anciana quemando papel amarillo en el pasillo y murmurando algo. ¿No sientes que este edificio es extremadamente tranquilo? Ahora es mediodía, pero... ¿no encuentras este silencio anormal? Además, creo que lo más problemático, es la unidad opuesta a la tuya.



¿El apartamento 404?



—¡No hables tonterías solo porque los números son de mala suerte! —exclamó mientras su mal humor se agravaba.

—Yo no digo tonterías. Estaba sacando la basura justo ahora y, cuando venía de regreso, vi las puertas del apartamento 404 abiertas. Estaba completamente oscuro dentro; ni una sola persona a la vista. Me dejó desconcertado, justo al mediodía y con un calor tan abrasador afuera, ¿cómo puede estar tan oscuro adentro? Y... es ese tipo de oscuridad donde ni siquiera puedes distinguir los dedos de tu mano aun teniéndolos justo en frente. Fui a echar una mirada por curiosidad y, al llegar a la entrada, ¡un viento frío me golpeó en la cara y las puertas se cerraron abruptamente frente a mí! El sonido fue explosivo, e hizo eco en todo el pasillo. Fue realmente aterrador.



Hoseok recordó el miedo que sintió antes; estaba asustado.



—Lo inventaste —dijo, reacio a admitir que tenía miedo.

—¡No importa si lo crees o no! Solo digo, Hobi, deberías regresar a casa y reconciliarte con el tío.



Hoseok miró a su amigo y no dijo nada. Después de un tiempo, gritó:



—¡Maldita sea! ¡Si me vuelves a llamar Hobi, te mato!

—¡Oye, oye! ¡¿Por qué te enfadas?! ¡Qué mal carácter!















MATRIMONIO FANTASMA (ADAPTACIÓN YOONMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora