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Era la segunda vez que Jaemin tenía que hacer el último año de secundaria. Empezó a descuidar sus estudios a los trece años y ahora le había pasado factura. Los dos primeros años fueron los más fáciles, sin apenas dar un palo al agua los pasó. Aunque también hay que admitir que las últimas dos noches antes de las recuperaciones se las pasaba estudiando como un maníaco.

El problema llegó cuando el año anterior se le fue de las manos; apenas asistía a clase y cuando lo hacía su comportamiento no era que digamos, el más adecuado, le encantaba hacer rabiar a los profesores. Cuando veía como empezaban a desesperarse con él sin saber que más hacer, simplemente no podía aguantar la risa, haciendo que su exasperación no hiciera más que aumentar. Y así es como conseguía estar la mayor parte del tiempo expulsado en la biblioteca, siendo obligado a leer libros que ni le interesaban o a estudiar todo lo que no había estudiado durante el trimestre.

Los profesores, ya cansados de la actitud de Na, decidieron que no podía pasar de curso. Cuando se lo comunicaron, a él no le importó mucho, por una parte estaba indignado porque se resignaba a pasar otro año más "estudiando", pero lo que más le preocupaba era la reacción de su padre. Sabía perfectamente que en cuanto salieran por la puerta del instituto se llevaría una buena bronca, pero eso le daba igual, solo diría que si con la cabeza pero sin realmente escucharlo, lo que de verdad le aterraba era lo que pasaría cuando llegaran a casa.

La única excusa que Jaemin podía poner ante su comportamiento era que estaba enfadado con el mundo, ya había asumido desde pequeño que la vida le odiaba. Sentía que el universo se reía de él, sobre todo cuando era un niño, salía a la calle y solo veía familias felices. Y además, cuando llegaba al colegio lo único que hacían sus compañeros era reírse de él, hacer bromas sobre su situación o contarle lo buenas que eran sus madres con ellos, recordándole a cada momento que la suya ya no estaba.

Así que, cansado de todo, decidió que si dejaba de ser un niño bueno al menos se lo pasaría bien, y esto nos lleva a su momento actual. Jaemin estaba allí, sentado en un banco en frente de su instituto, fumandose un cigarro antes de empezar el primer día de clases del nuevo año. Tiró la colilla al suelo y la pisó apagándola, para luego coger su mochila y entrar en el edificio, siendo consciente de que ya llegaba tarde a la primera clase.

Llegó a su aula, que gracias a su mejor amigo podía saber cual era. Si no llegase a ser porque él se lo había dicho antes de que comenzaran las clases, hubiera estado perdido y probablemente se hubiera vuelto a ir a su casa por no preguntar a los conserjes, que ya le conocían y estaba muy seguro de que le odiaban.

Sin pensarlo dos veces abrió la puerta, llamando la atención de todos y haciendo que se quedaran mirándole fijamente, tal vez esperando que hiciera o dijera algo. Jaemin solo se quedó quieto unos segundos, analizando quiénes estaban en su clase ese año y donde podría sentarse. Básicamente buscaba a Renjun para asegurarse de que este ya le hubiese guardado un sitio, y así era, había un sitio vacío junto a su amigo por el fondo de la clase, perfecto para él.

Pero justo cuando iba a caminar para ir a sentarse, un carraspeo le interrumpió. Se giró y vio un hombre alto, que no sería mayor de 26 años, de tez blanca y pelo azabache, bastante atractivo y atlético; este le observaba con confusión, sin saber muy bien que decir. Jaemin sin decir nada e ignorandolo completamente, se fue a sentar al lado de su amigo notando la mirada entre desconcertada y algo irritada del profesor, provocándole una pequeña risa traviesa.

Este solo volvió a recomponerse y empezó a hablar retomando lo que hubiera estado diciendo antes.

- Como iba diciendo, es la primera vez que trabajo como profesor así que espero no hacer las clases muy aburridas. De todas formas vosotros también podrías decirme como os gustaría que fueran. -
Y desde aquí Jaemin perdió toda su concentración, los alumnos comenzaron a hacer propuestas al profesor, algunas con sentido y otras siendo las más absurdas que había oído en su vida. Pero todo eso le daba igual, así que comenzó a contarle a su amigo lo mucho que odiaba el instituto y tener que repetir el año, él era el único que le escucharía de verdad.

teacher's boy || nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora