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Había pasado un par de días desde aquel beso y Jaemin no se dignó en aparecer por clases. Sentía demasiada vergüenza como para hacerlo. Pero, ¿quién no se sentiría así después de besar a su profesor?

Se sentía fatal y no solo por lo que había pasado, también se debía a los sentimientos que había generado hacia Jeno. No sabía en qué momento estos se instalaron en su estómago y en su pecho, pero ya no podía evitar que su corazón se acelerara cada vez que el pelinegro se aparecía en su mente, aunque tan solo fuera su nombre haciendo eco en sus pensamientos. Quería ir y decirle cuánto le gustaba cada parte de él. Cuánto le gustaba la forma en la que le trataba, la forma en la que le cuidaba, su personalidad, amaba su sonrisa y junto a esta la forma en la que sus ojos se hacían más pequeños cuando reía. Amaba sus abrazos, sus caricias y cuando se preocupaba por él. No le importaba nada que Jeno tuviera venticuatro años y él dieciséis, y que fuera su maldito tutor. Le daba igual. Solo quería estar con él y volver a besarle tantas veces como le apeteciese. Pero estaba seguro de el mayor no sentía absolutamente nada por él, y tenía demasiado miedo como para enfrentar toda esa situación.

Y es por eso que estuvo dos días encerrado en su cuarto. Había hablado con Renjun, le contó todo lo que pasó. Al principio comenzó evitando mencionar que se trataba de Jeno. Pero en algún momento de la conversación sin querer dijo su nombre, sorprendiendo a Renjun, quien comenzó a regañarle y a decir lo poco profesionales que habían sido. Aún así, después de toda la reprimenda y dejando lo ético de lado, le dijo que debía decirle lo que sentía y que, aunque le pareciese mal, estaba seguro de que Jeno también tenía sentimientos hacia él.

Por lo tanto, sintiéndose más convencido y tranquilo, decidió volver al instituto y seguir su vida con normalidad. Así que ahora se encontraba en la penúltima clase de aquella mañana, arrepintiéndose cada vez más según los minutos pasaban. Su seguridad se había roto en cuestión de segundos cuando recordó que la siguiente clase sería con Jeno.

Cuando el timbre sonó su ritmo cardíaco aumentó tan rápido que creía que se le saldría del pecho y lo escupiría encima de la mesa. Quería irse, jamás había estado tan nervioso en su vida y no entendía porqué esta vez se estaba sintiendo de esta manera. Normalmente hubiera actuado de forma extrovertida y ya hubiera confesado sus sentimientos, pero era Jeno el que le hacía sentir así.

Renjun pasó su mano por el brazo de Jaemin tratando de consolarle y regalándole una sonrisa que haría sentir bien a cualquiera.

Entonces, Jeno entró con ese andar tan atractivo que tenía, llamando la atención de todo aquel que le viese y haciendo que la mayoría de sus alumnas comenzaran, literalmente, a babear. Pero el mayor no prestó atención a esto y rápidamente fijó su vista en Jaemin, que bajó su mirada mientras sus mejillas se tintaban de rojo.

Comenzó la clase y los minutos pasaron tan lentos que Jaemin se estaba mareando. Intentaba prestar atención a lo que estaba diciendo Jeno sobre el nuevo tema que había comenzado a explicar, pero simplemente no podía evitar el pensamiento de probar de nuevo los labios del mayor. Y tampoco pudo evitar fijarse en lo bien que se veían en sus piernas gruesas los pantalones pegados y rasgados en las rodillas. Parecían hechos a medida y dejaban una muy buena vista cada vez que daba la vuelta para escribir en la pizarra. Incluso se sintió un poco celoso al no ser el único que notó aquello.

La clase dió por finalizada y de nuevo los estudiantes comenzaron a salir del aula como si su vida dependiera de ello. Y cuando ya no quedaba nadie y Jaemin estaba a punto de irse, fue empujado por Renjun dentro de la clase, y cerró la puerta después de salir para dejar que hablaran tranquilamente. Ambos se miraron durante unos segundos sin saber muy bien cómo comenzar la conversación.

- Jeno y-yo... - Dijo Jaemin dando un paso más cerca y rompiendo el denso silencio. Pero antes de que pudiera decir algo más Jeno le interrumpió.

- ¿Por qué me besaste? - Preguntó tomándole por sorpresa. ¿Cómo se supone que le explicaría que le besó por un estúpido impulso y que ahora solo quería volver a besarle hasta el cansancio? Juraría que quiso decirlo. E iba a hacerlo. Pero sus labios le fallaron por los nervios y no fue capaz de hacer nada más que balbucear cosas que ni él entendía. Cerró sus ojos con fuerza intentando tranquilizarse y cuando lo hizo, por fin pudo decir algo coherente, aunque fue más un murmuro que apenas ellos pudieron escuchar.

teacher's boy || nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora