Y SI HACEMOS UNA HISTORIA

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Una vez hace algún tiempo dos chicos se conocieron de una manera tan natural que ninguno alcanzó a notar el momento exacto en que sus vidas conectaron. La chica era genial, tímida y extremadamente inteligente, pero en ese momento el chico no supo apreciar esas cualidades de la manera correcta como para considerarla una posible pareja, sin embargo construyeron una amistad muy fuerte basada en la confianza. Los años pasaron y la situación cambió, quedando como única comunicación entre ellos las horas hablando frente al móvil. Esas conversaciones cada noche se habían convertido casi en una parte de ellos, hacían que cada momento malo se disipara, que cada alegría fuera aún mayor, y al menos por esos instantes olvidaban que estaban presos entre sus cuatro paredes. Muy poco a poco comenzaron a notar que sus intereses eran muy semejantes, y además habían tenido experiencias anteriores de desencuentros amorosos que los afectaron de manera similar. Pero ninguno de los dos se había dado por vencido aún en cuanto a lo que a amor se refiere, aunque cada vez las esperanzas habían disminuido. No era fácil encontrar al alma gemela en tiempos normales, mucho menos lo sería estando en cuarentena, nada fácil, casi imposible encontrar a alguien que viera el mundo de la misma manera y que tuviera esa parte del corazón que también estuviera buscando al amor verdadero. Las conversaciones los volvieron más cercanos, y ya no solo eran en las noches, sino que se necesitaban para contarse su día a día, charlar a todas horas, incluso darse los buenos días. Fue difícil en un primer momento notar el cambio que se estaba produciendo en su relación, surgía de una manera tan espontánea. Pero no era solo amistad, realmente lo que sucedía es que se estaban robando el corazón mutuamente sin que se note, sin malicia, sin intensión, simplemente porque sí, porque tenía que suceder tarde o temprano. A medida que se acercaban se comenzaban a sentir esos sentimientos de complicidad, de algo más que solo cariño. El chico fue el primero en lanzarse, porque siempre tuvo un carácter más impulsivo. Sabía que corría un gran riesgo, ¿qué pasaría si ella no sintiera lo mismo?, ¿cómo quedaría su amistad ahora que había más de por medio?, pero lo hizo, dijo lo que sentía con una mano en el corazón temiendo ser rechazado nuevamente. Solo que esta vez, no ocurrió así, pero la chica quedó incapaz de articular palabra, fue una de las mayores sorpresas de su vida; pero no quería salir huyendo, sabía que algo era diferente, se sentía diferente, pero era demasiado cobarde para abrir los ojos con totalidad. Él sabía perfectamente que eso podía ocurrir, pero después de tener todo dicho solo podía dejarla pensar con claridad, y eso intentó. Solo sirvió para que se dieran cuenta que ninguno podía ya estar sin el otro, ratificando esto que en verdad existía algo más entre ellos, tal vez era muy pronto para llamarlo amor, pero era la palabra que mejor lo describía. Sin embargo la distancia y las inseguridades comenzaban a hacer mella en ellos, ¿qué pasaría en el futuro?, si sería posible, el miedo de que ese hermoso sentimiento pudiera desaparecer de la misma manera en que apareció. Es difícil luchar contra esos miedos, contra esa oscuridad que se guarda en los corazones, y dejar la mente volar atreviéndose a vivir. Así pasó el tiempo, siguieron conversando cada noche de algo diferente, apoyándose cuando lo necesitaron, rieron juntos, y siempre quedaba el sentimiento reprimido del cual ninguno se podía deshacer, esperando  a que quizás la vida o el propio sentimiento lograra convertir todas sus inseguridades en el valor suficiente para enfrentar la realidad que ambos vivían; porque esa historia no hacía más que comenzar.

Solo un montón de notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora