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Al día siguiente, cuando la tarde cayó, Annabeth estaba algo insegura sobre su próximo encuentro con Percy

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Al día siguiente, cuando la tarde cayó, Annabeth estaba algo insegura sobre su próximo encuentro con Percy. Ella dio varias vueltas dentro de su habitación mientras pensaba en si debía ir o no, al final se armó de valor y salió rumbo al viejo roble.

Unos minutos después ella llegó hasta su punto de encuentro, miró a su alrededor buscando a Percy, pero solo encontró soledad. La brisa de la tarde sopló provocando que sus rizos volarán con el aire. Ella se sentó sobre el pasto recargándose sobre el amplio tronco del árbol. Sus manos comenzaron a jugar con la corteza del árbol, entonces sus ojos notaron la P y la A tallados sobre la madera.

Cerró los ojos sonriendo mientras recordaba el momento en que Percy había tallado aquellas letras sobre la corteza del árbol. 

Un suave ruido se escuchó a su lado, Annabeth abrió los ojos encontrándose con la mirada verde mar de Percy.

—Hola, listilla —susurró con suavidad.

—Hola, Percy... pensé que no ibas a venir —murmuró apartando sus ojos de los de él.

—¿Y por qué no habría de venir? Sabes que me gusta mucho pasar tiempo contigo... Eres mi mejor amiga.

Su mejor amiga. Escuchar esa frase hizo que por un momento el corazón de Annabeth se encogiera. Pero al segundo siguiente ella sonrió reprimido ese sentimiento que la hacía sentir estúpida.

—Sí... lo sé —murmuró tratando de no sonar decepcionada.

Percy le sonrió amablemente para después posar su vista en el par de letras marcadas en el tronco del árbol. Inevitable recordó el momento en que meses atrás las había marcado, en ese momento lo había hecho como una forma tierna de reclamar para ellos ese espacio que ya habían hecho suyo.

De alguna manera pensar en eso, ahora dolía. Después de su incidente la tarde anterior, Percy no había podido estar en paz. Había pasado muchas horas tratando de descifrar sus sentimientos hasta que finalmente lo entendió.

Percy se estaba enamorando de Annabeth Chase y él no quería que eso pasará. Sabía lo complicado que ya era una amistad entre ellos, pensar en algo más, sería imposible. Aun así, no quería renunciar a esa amistad, aunque para ello tuviera que tragarse sus sentimientos por Annabeth y pretender que nada había sucedido.

—Oye —la voz de Annabeth sonó curiosa—. ¿Cómo son los otros vampiros que conoces... los adolescentes?

—Pues son... normales, como nosotros —él sonrió—. Te aseguro que no hay ningún monstruo sediento de sangre.

—¿Y cómo te llevas con ellos? —Annabeth preguntó retorciéndose el cabello con un dedo—. ¿Qué tal los chicos... y las chicas?

Percy entrecerró los ojos. Sabía que Annabeth sentía curiosidad por su mundo, pero por un ligero momento estaba empezando a sentir que su curiosidad en ese momento iba más allá de solo querer conocer más sobre su especie.

—La mayoría son reservados, pero hasta ahora me han parecido agradables, de hecho, creo que te agradarían, aunque son raras las veces en las que hemos podido juntarnos —respondió Percy.

—Hm... eso es genial —comentó Annabeth insatisfecha por la respuesta obtenida, aquello hacías que se sintiera muy ansiosa, pues no sabía cómo preguntar directamente lo que de verdad quería a conocer.

—¿Estás bien? —pregunta arrugando un poco su frente como si estuviera estudiando a la rubia—. Te noto un poco inquieta.

Annabeth decidió quedarse quieta por un segundo y mirarlo directamente a los ojos, debía encontrar alguna señal, alguna pista, que le dijera que él se está volviendo tan loco como ella. Su decepción fue mayor cuándo comprendió que él se encontraba realmente relajado por su presidencia, sentía su frescura y naturalidad usual, por lo que por ello solo puedo sacar una conclusión, para el azabache aquel roce que habían tenido sus labios no había significado nada más que un accidente, algo sin importancia.

La rubia hizo su mejor esfuerzo para poner una sonrisa en su rostro y tragarse lo que estaba sintiendo en este momento, pues no entendía como algo que aunque fue tan corto fue tan mágico para ella, y para Percy aparentemente no había sido nada.

—Sí —respondió con una sonrisa exagerada—. Por supuesto que estoy bien, ¿por qué no estaría bien estando aquí contigo? Mi mejor amigo.

—¿Segura? —pregunto ignorando el hecho de que le había dicho amigo, aunque eso era, y eso sería lo único que podrían ser, no significa que le agrada mucho la idea de ser solo un "amigo".

—Claro, y solo que estoy algo nerviosa, por... —la mente de Annabeth iba tan rápido como un tren descarrilado mientras buscaba una excusa por la cual estaba actuando de esta manera— por... mi madrastra, sí, sospecha.

—¿Qué sospecha? —pregunto el ojiverde curioso

—Pues que estoy viendo a alguien —Annabeth se dio una palmada mental luego de escuchar lo que dijo, pues seguro esa oración se podría interpretar de otra forma— lo que quiero decir es que, creo que eso de que estaba hablando con alguien, me ha hecho preguntas extrañas, por suerte no sabe que sí trata de ti o de algún familiar tuyo —complementó Annabeth mintiendo horriblemente, ya que Helen ni siquiera se había preocupado en hacerla entrar antes de que se ocultara el sol.

—Entiendo, hay que buscar la forma de ser un poco más discretos, no quiero que te metas en problemas por mi culpa, y mucho menos quiero que te alejen de mí— dijo Percy para después darle un abrazo, no para reconfortar la ella sino para sí mismo. El hecho de imaginar no volver a verla resultaba sumamente doloroso para él, por lo que, para contrarrestar esa imagen, se vio en la necesidad de volverla con sus brazos, para confirmar que ella estaba ahí

Aquellas palabras y el abrazo, No es otra cosa más que confundir a Annabeth, no entendía cómo es que podía decirle eso y no pensar que ello la confundía. Pronto un nudo se empezó a formar en su garganta. Una parte de ella quería salir corriendo y no volver a verlo hasta que su mente estuviera clara, mientras que otra sería desesperadamente que el accidente de ayer volviera a suceder.

—Creo que ya debería irme —dice Annabeth separándose del abrazo.

—Pero... acabas de llegar —dice Percy con toda la intención de que ella se quede, habían pasado muy poco tiempo juntos, necesitaba un poco más.

—Sí, lo sé, pero tal vez debería despistar a mi madrastra, ya sabes, para que no sospeché nada y si regreso un día temprano creo que ya no sospechara más —mintió la rubia sin poder sostener la mirada a su mejor amigo.

Percy no estaba muy convencido de ello, pues con un solo día que ella regresará temprano no significa que ya no pasará nada, pero algo de razón tenía, su madre también había empezado a sospechar algo porque estaba saliendo más temprano de lo usual.

—Está bien, entonces te veré mañana —dijo Percy con una sonrisa, mientras rodaba mentalmente que mañana pronto para poder estar otra vez con Annabeth. Sin embargo, la rubia qué dio una sonrisa que parecía más una mueca.

—Sí... te veré después —respondió Annabeth para darse vuelta y caminar lo más rápido que le dieran las piernas su hogar, sentía que pronto iba a llorar, y no iba a permitir que nadie la viera así.

Para su fortuna, Helen estaba distraída en algo, por lo que no prestó atención cuando ella llegó. Al entrar en su habitación se arrojó en su cama, y vio como poco a poco los rayos del sol iban desapareciendo para darle pasó a la luz de la luna.

Cuando el sol este muriendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora