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Tres años después

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Tres años después.

El tiempo había pasado en un suspiro mientras aquel par de adolescentes se veía cada tarde al morir el sol. Hace mucho habían dejando de ser esos niños de 12 años para convertirse en un par de jóvenes de 18 años que ahora se visitaban bajo aquel roble para así poder disfrutar del amor que se tenían y el mismo que debían mantener oculto de todos como un obscuro secreto.

Esa tarde, en particular, el par de adolescentes se encontraba bajo el viejo roble después de no haberse visto por tres días en los cuales debieron guardar las apariencias para no ser descubiertos, sin embargo, ansiaban con necesidad volver a verse, ya que para ellos era tan natural estar juntos que él estar tanto tiempo separados empezaba a pasarles factura.

—Y entonces ... Papá le dijo a mamá... que... últimamente... me estaba... comportando extraño —trataba de decir Percy, pero cada que tomaba aire este se iba. Annabeth quería seguir practicando aquello de dar buenos besos, y para él aquello no era ningún inconveniente. Ella podía practicar cuantas veces quisiera.

Después de acabar aquella oración, los labios de Annabeth quedaron unidos a los de él de nuevo. Aquellos labios que lo deseaban con ternura e inocencia, para el azabache, sabían igual que la miel.

—Creo que estoy mejorando en esto Percy —dijo la rubia con un brillo especial en sus ojos.

—Sí —dijo el ojiverde con una enorme sonrisa en los labios—. Te estás volviendo toda una experta.

Ella solo sonrió, para después tomar a su novio del cuello de su camisa y darle otro beso. A medida que pasaron los segundos, aquel inocente beso se fue transformando en algo mucho más hambriento, ninguno de los dos sabía qué estaba pasando, pero simplemente se estaban dejando llevar por el momento. Pronto Annabeth sintió como la lengua Percy le pedía permiso para entrar, cosas que acepto encantada, y aun sin saber muy bien cómo hacerlo excelente, no se podría decir que era una novata.

—¡Auch! —dijo Annabeth separándose del beso bruscamente.

Al escuchar aquello, Percy pensó que le había hecho daño, por lo que se quedó paralizado por unos segundos hasta que Annabeth volvió hablar mientras se sobaba el cuello.

—Creo que una hormiga me picó —dijo la rubia mientras se llevaba la mano al cuello.

—Déjame ver —el azabache le pidió luego de haber superado el susto inicial. Apartó un poco su blusa de su cuello para ver el lugar en donde ella se sobaba, un notable punto rojo se empezaba a formar ahí, por lo que el chico con el fin de que ella se sintiera mejor se acercó más para darle un beso dónde la había picado la hormiga.

Annabeth sorprendida por el actuar de Percy no pude evitar que un suspiro saliera de sus labios al sentir su boca en su cuello, por otro lado, el azabache al escuchar aquel sonido sintió la necesidad escuchar la otra vez. Por lo que, con una intención completamente diferente a la primera, se dispuso a volver a darle un pequeño beso en la base del cuello a su novia.

Cuando el sol este muriendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora