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⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯ ❒ KIDS
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❛ capítulo siete ❜
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LA RUBIA OBSERVÓ CON EMOCIÓN A TRAVÉS de la ventanilla del automóvil. Su mano se posó sobre el botón que se encontraba en el reposabrazos de la puerta, y bajó del vidrio, permitiendo que el aire golpeara de lleno en su rostro, pronto refrescando su piel.
Un ruido ahogado escapó de sus labios, al sentir como la ventisca entraba incontrolable debido a que había bajado de toda la ventanilla, ante lo cual, su cabello de fue en todas direcciones, con unos cuantos mechones perdiéndose en el interior de su boca.
Barry a su lado, quitó su mirada del panorama que se realizaba en el camino de la vía de asfalto por la cuál conducía, y dejó que sus ojos se deleitaran por un par de segundos con la escena, mientras sus manos mantenían firme la dirección del volante.
Finalmente una carcajada agraciada escapó de los labios del castaño, complacido visualmente con la percepción que su mirada captaba, ante lo cual, Leah protestó con creces y una falsa molestia plantándose en su rostro.
Sus dedos buscaron con desesperación el botón que manejaba el funcionamiento de la ventanilla, apresurándose a cerrar de esta para detener el estrago que el viento causaba en su cabello. Y con un suspiro dócil escapando de sus labios, enredó de sus dedos en los mechones rubios, peinando de estos para darle un aspecto decente a la melena ligeramente esponjada que yacía debido a la ventisca.
—No es gracioso, Bartholomew —reclamó con voz suave.
—Eres adorable —sentenció el oji-verde.
Leah sonrió con la pronunciación del gesto resaltando en sus mejillas, formando margaritas adorables en los costados de sus labios. Estiró de su mano y pellizcó la mejilla de su amigo, con una medida fuerza.
