Mi mejor regalo... eres tú.

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Estaba nerviosa y a la vez muy molesta, su vuelo se había retrasado y en lugar de llegar en la tarde del 24 de diciembre, estaba llegando casi a las 23:30 y a menos que quiera llegar a su destino en la madrugada, no podría ni pasar a dejar su maleta a su apartamento, así que le tocaría salir del aeropuerto directamente a casa de Camila.

El avión aterrizó y Betty salió corriendo a buscar su carro que había quedado parqueado en el garage del aeropuerto, ya una vez frente al volante, vio su reloj, apenas daban las 23:35, si no había mucho tráfico, lograría llegar a casa de Camila antes de las doce y con suerte, Armando aún estaría despierto.

Conducía con cuidado debido a las nevadas que habían caído esos días antes, y mientras recorría la ruta que la llevaría a su destino, recordó lo que había ocurrido esa tarde en la que Camila supo quién era ella y ella, a su vez, supo que le había ocurrido a Armando en esos meses de separación.

Cuando logró calmar el histérico llanto que le había dado, Betty le contó a Camila su versión y todo lo que había vivido en ese tiempo, incluyendo las conversaciones que había escuchado con respecto a Armando y Marcela y como eso, sumado a la coincidencia de que el nunca le había contado a detalle como había sido esa relación y al hecho de que jamás la había invitado a su apartamento, le habían sembrado la duda en su interior.
Betty también le contó los insultos que le profirieron doña Margarita y la misma Marcela y la consecuencia que había tenido ese disgusto para ella.

Camila escuchaba atenta lo que ella le contaba y  enrojeció de rabia, de dolor e indignación ante el conocimiento de la perdida de su sobrino y de todo el sufrimiento que el egoísmo y la terquedad de esas dos mujeres había ocasionado tanto en su hermano, como en Betty.
Así fue como Camila, conociendo la historia de ellos y de cómo se conocieron, pensó en que Betty podría sorprender a su hermano en noche buenas durante la fiesta que ella daría en su casa y ella feliz acepto, no solo por que era una excelente idea, si no también porque no le quedaba de otra, ella en unos dias debía viajar a Estambul a cerrar unos negocios y regresaría recién la mañana del 24 de diciembre, y como Armando no viajaría hasta el 20, no habría modo de que se vieran antes de esa fecha.

Para desgracia de Betty, las nevadas que se sucedían en ese día, habían logrado que el avión no pueda despegar y se retrase su vuelo de regreso, pudiendo llegar a Zurich casi a media noche del 24 de diciembre, y para colmo su celular estaba descargado y no había podido llamar a Camila para avisarle de su retraso.

Por otro lado, en la residencia Rangel- Mendoza, todo era alegría y diversión, el aire estaba lleno de optimismo y buenos deseos y todos se sentían muy bien en ese sitio, excepto dos personas, una de ellas era Armando Mendoza que a cada minuto se sentía más triste, extrañaba muchísimo a Betty y más que nada en ese día la había tenido más presente que nunca, estaba rodeado de tanta alegría que no soportaba un segundo más en la fiesta que organizo su hermana y disculpándose con ella se subió a su cuarto, Camila intento convencerlo de que se quedará pero Armando sintiéndome completamente hundido solo le beso la frente a su hermana y mirándola con ojos sumamente apagados subió a su cuarto, se puso la pijama y luego de tomar su medicamento para dormir con un vaso de leche tibia, se quedó profundo teniendo a una sola persona en su mente: su amor, su Betty.

La otra persona que no podía disfrutar del todo de la fiesta era Camila, no entendía el motivo del retraso de Betty, además la había llamado varias veces al celular y siempre daba apagado, también llamaba a su apartamento y nadie respondía, y ese silencio de parte de ella sumado al estado de tristeza de su hermano, la tenían muy preocupada.

Iban a dar las doce de la noche cuando el timbre de la casa de Camila sonó y la dueña de casa muy presurosa fue a abrir, rogando que detrás de la puerta se encuentre la persona que tanto ansiaba ver. Soltó todo el aire que tenía contenido en sus pulmones al ver que al fin Betty había llegado.

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