Aprendiendo a Sentir

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Hinata entró en la aséptica habitación, tratando de controlar el pánico. La misión para traer a Sasuke Uchiha de vuelta a Konoha había sido todo un fracaso, y habría sido fatal de no ser por la ayuda prestada por la Arena. Hinata respiró con fuerza y se acercó un poco más a la cama donde, inconsciente, su paciente la aguardaba. Hubiera preferido estar con Naruto, que había vuelto gravemente herido, o atendiendo a su primo Neji que luchaba entre la vida y la muerte, pero Tsunade-sama le había encargado personalmente aquel chico.

Gaara del Desierto había llegado justo a tiempo para salvar a Rock Lee de una muerte segura. Por lo que habían contado su pelea contra el ninja del sonido, Kimimaro, había sido muy igualada y le había llevado al límite de sus fuerzas. Pero curiosamente, el ninja de la arena había escondido su precaria condición y había gastado sus últimas fuerzas para transportar a todos los heridos en su arena de vuelta a la aldea de la Hoja. Si Neji y los demás seguían con vida se lo debían a él.

En cuanto llegaron a la aldea enseguida el equipo médico se hizo cargo de los heridos, realmente parecían que estuvieran esperando que todo acabara así. Lo que nadie había previsto era que el ninja pelirrojo se desplomara inconsciente a las puertas del Hospital, provocando que sus hermanos rozaran la histeria. Tsunade-sama había sido muy rápida en actuar teniendo en cuenta la avalancha de pacientes en estado grave, de modo que asignó el cuidado del pelirrojo a la primera persona capaz que encontró: Hinata Hyuuga.

La temblorosa chica se acercó a su paciente esperando que en cualquier momento se abalanzara sobre ella dispuesto a matarla con sus propias manos como el demonio sediento de sangre que todos esperaban que fuera, pero no fue así. Todo lo contrario, Gaara estaba tratando de relajarse en su sueño pero sin mucho éxito. Hinata se acercó más a él y ni siquiera necesitó usar su Ojo Blanco para saber qué le sucedía: Gaara del Desierto había gastado todo su chakra y, aunque sus heridas no eran graves gracias a su poderosa defensa de arena, todo el flujo de chakra en su cuerpo estaba alterado, de modo que aunque poco a poco recuperaba sus fuerzas no lograba dispersarlo por su cuerpo y ese esfuerzo inútil había terminarlo por agotarlo del todo y al final, hacerle perder la consciencia.

Un poco más segura ahora que su paciente parecía inofensivo, Hinata se dispuso a hacer su trabajo. Lo que le ocurría a Gaara era algo bastante corriente en los ninjas y ella había llevado el procedimiento a cabo en multitud de ocasiones. Se concentró y con la ayuda de su byakugan pudo ver fácilmente el flujo de chakra y sus obstrucciones, tenía que usar su propio chakra para equilibrar el del chico, así que posó su mano sobre la de él y comenzó.

Gaara luchaba consigo mismo en un vano intento de recuperar su cuerpo. Se sentía drenado de toda energía, vacío por completo y tenía un miedo atroz a que su demonio particular aprovechara su situación para salir y destruir todo aquello que tanto le había costado conseguir. Estaba a punto de desesperar cuando de pronto, sintió una mano posarse delicadamente sobre la suya. Por instinto, Gaara entrelazó sus dedos con los de aquella mano desconocida, como aquel que perdido en la oscuridad se aferrara al más leve resquicio de luz, y eso fue precisamente lo que obtuvo a cambio: una sensación cálida empezaba a extenderse por todo su cuerpo desde su mano, calmando y aliviando su maltrecho cuerpo, devolviéndole las fuerzas justas para entreabrir los ojos.

Cuando Gaara entrelazó sus dedos con los suyos, Hinata no pudo evitar sonreír, no era tan distinto a los demás después de todo, y aquel gesto la alentó para dar más fuerza al equilibrio de chakra, notó cómo lo estaba consiguiendo ya que a los pocos segundos, el ninja se movió un poco, lo suficiente para que ella desviase su atención y le mirara a la cara. Gaara del Desierto la estaba mirando con una expresión que no pudo descifrar. Pero no había nada amenazante en él de modo que Hinata se limitó a sonreírle dulcemente y con voz muy suave decirle qué estaba haciendo.

Solo Sueño a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora