Aprendiendo a Amar

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Hinata se despertó sólo para ver horrorizada su imagen en el espejo. Aquella había sido una de las noches más largas de toda su vida. Neji y Tenten habían regresado a la Casa poco después de media noche, para no levantar sospechas. En aquel entonces Hinata todavía no había logrado decidirse pero mientras la abrazaba al despedirse, Neji le susurró al oído que pasara lo que pasara él la apoyaría.

Neji había sido el culpable de que casi no pudiera dormir, bueno más bien él y la rama Secundaria. Durante todo el conflicto con su matrimonio, había quedado claro que las castas inferiores de los Hyuuga apoyarían a Neji y Hiashi, su padre, no tenía el suficiente poder como para activar el sello en todos ellos. Todo hubiera podido acabar en una guerra civil fácilmente si ella no hubiera intervenido. Había conseguido parar la guerra una vez pero ¿Cuánto más podría retrasarla? Su padre sólo tendría que activar el sello en Neji, matarlo incluso estando indefenso, y volvería a tener todo el control. Sin nadie que los guiase, las castas inferiores no tendrían nada que hacer.

Pero Hinata también sabía que durante todos aquellos años, Neji no había estado ocioso. Era un poderoso ninja y dominaba las artes secretas de los Hyuga a pesar de su padre. Pero también, a escondidas, Neji había estado investigando sobre el origen y el alcance del sello. Todavía estaba bajo su poder pero no sería nada fácil para Hiashi someterlo, y para hacerlo tendría que estar completamente concentrado. Si luchaban sería en igualdad de condiciones, hombre a hombre. Ese pensamiento aliviaba un poco la conciencia de Hinata, el futuro de los Hyuga no estaba en sus manos, sino en las de Neji. Ella había hecho todo lo que había podido. Se merecía un poco de felicidad.

Hinata sonrió un poco, hacía apenas unas horas que había llegado a esa conclusión. Libre de la carga del Clan, el único obstáculo era su padre y él ya había dejado claro que sólo tenía una hija. Cerró los ojos mientras sumergía su agotado cuerpo en el agua caliente de la bañera, y notaba cómo al fin el cansancio podía abandonarla. Sin embargo, el roce del agua sobre su piel le recordó algo más, algo que Gaara debía saber y que no tuvo el coraje de contarle el día anterior. Cerró los ojos y se dejó llevar, contenta de tener su decisión al fin, de no tener que buscar más una solución para algo que no la tenía.
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Sentado en el sofá de Naruto, Gaara escuchaba los ronquidos de su amigo con la vista perdida en el ansiado amanecer. Había estado toda la noche pensando, decidiendo qué hacer, pero cualquier acto suyo dependía en gran medida de la respuesta de Hinata. Se había pasado la noche barajando posibilidades y ya estaba harto. Aquella situación no le gustaba, su voluntad siempre había sido ley y ahora había algo por encima de ella, una respuesta simple a una pregunta simple.

Había deseado todo la noche ver aquel amanecer, y ahora tendría que esperar un poco más. Estaba seguro de que habría sido una noche larga para Hinata, tanto o más que para él mismo, debía de darle todo el tiempo que pudiera.

¿No lucharás por ella? – había estado esperando esa pregunta toda la noche, pero el demonio también había permanecido en silencio, como tomando sus propias decisiones.

—Lucharé por ella, no contra ella. Si no me quiere me iré.

Pero sabes que eso no es así, su respuesta será la de su Clan no la de su amor.

—¿Qué sabrás tú de amor, Shukaku? —le respondió molesto—  Sé que a su lado yo sería inmensamente feliz, pero no antepondré mi felicidad a la suya. Si ella cree que éste es su lugar yo respetaré su decisión y me apartaré. Pero al menos sabrá que el día que cambie de opinión la estaré esperando con los brazos abiertos.

Eso no es amor, es estupidez.

Gaara sonrió con tristeza mientras el demonio volvía a quedarse en silencio. No lo podía evitar, Shukaku no era sólo un demonio sellado, se había convertido en una parte de él, de su personalidad. El antiguo Gaara se habría llevado a Hinata por la fuerza sin tener en cuenta sus deseos. Habría provocado un conflicto entre la Hoja y la Arena, una nueva guerra incluso. Se derramaría sangre y muchas vidas inocentes se perderían y nada de ello le hubiera molestado lo más mínimo.

Solo Sueño a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora