La arena se elevó en el aire y cayó como una gran ola. Por fin Gaara se sintió satisfecho con el resultado y dio por terminado el entrenamiento por aquel día. Recompuso la arena para que volviera a formar el conocido paisaje de dunas y se sentó, sintiendo cómo el sudor resbalaba por su espalda, para disfrutar de la puesta de sol.
En momentos como ése, sólo en el desierto, disfrutando de la belleza de la naturaleza, se sentía en paz. En aquel lugar no era una amenaza para nadie y, en los últimos años la gente de su propia aldea habían empezado a verle de otra forma. Todavía le temían, eso era inevitable pero, teniendo en cuenta que ya no asesinaba a todo aquel que se atravesara en su camino, algunos incluso le dirigían la palabra. Por supuesto Gaara no les respondía, como mucho un gruñido, pero era una mejora considerable en su vida social.
Con los que si hablaba era con sus hermanos. Descubrió que a pesar de todas sus amenazas, ellos le querían, aunque siempre le habían tenido un miedo atroz. Ahora podía pasarse horas viéndoles discutir, incluso alguna vez había estado a punto de echarse a reír con las cosas que se decían. En esos momentos se alegraba de tener siempre puesta su armadura de arena para que ninguna emoción pudiera traicionarle.
También su relación con Shukaku había cambiado. Siempre había sido capaz de controlarle sin problemas, sólo que nunca había tenido razones para hacerlo. Ahora tenía otro objetivo en la vida: Naruto le había enseñado que existía otro camino y estaba tratando de seguirlo. Ya no se sentía como un arma sino como una persona. Cuando el Consejo le asignaba alguna misión, siempre se aseguraba de que no hubiera ningún truco: proteger a tal comerciante o asesinar a alguien que estaba causando más problemas de lo debido. Seguía sin tener problemas en matar, pero había descubierto que la sangre culpable era más satisfactoria que la inocente y le hacia sentir mejor. Shukaku parecía estar de acuerdo con él, siempre que hubiera sangre no habría problemas, sin embargo él también empezaba a comprender que era mejor ser respetado que simplemente temido.
—¿Ocurre algo, Kankuro?
—No hay forma de pillarte desprevenido ¿verdad? —dijo su hermano mayor sacudiéndose la arena que Gaara le había lanzado a modo de advertencia.
Avanzó hasta donde su hermano seguía sentado observando el desierto y se dejó caer junto a él con un suspiro
—Ya ha llegado la delegación de la Hoja con su Hokage.
Gaara asintió. La Arena y la Hoja estaban manteniendo buenas relaciones desde la pérdida del Kazekage. Mientras se elegía uno nuevo el Consejo de Ancianos se ocupaba de la Aldea, pero la traición de Orochimaru los había debilitado mucho y por eso trataban de mantenerse neutrales con las demás Aldeas y firmar alianzas.
—¿Ha venido Naruto? —hacia dos años que no lo veía, desde su última visita a la Hoja tras el fracaso del rescate de Sasuke, y le apetecía verle otra vez
—No —respondió Kankuro—. Sólo la quinta y cuatro guardaespaldas de bajo nivel, ellos también deben de seguir escasos de hombres —Kankuro suspiró asqueado—. Nos han invitado a cenar —miró a su hermano pequeño de reojo —. No esperan tu presencia por supuesto, pero a Temari y a mi nos han encargado ocuparnos de los huéspedes, se van a quedar en la Casa Principal. Te lo digo por si prefieres quedarte aquí, parece que van a ser unos días moviditos.
Ese último comentario picó la curiosidad de Gaara
—¿Quiénes han venido? —Kankuro tragó saliva, esa era la pregunta que había estado temiendo
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Solo Sueño a tu lado
FanfictionSi no puedes dormir, nunca podrás soñar. Eso era lo que le ocurría a Gaara hasta que alguien se cruzó en su camino.