Capítulo 7

1.2K 40 0
                                    

Era nuestro último día en Tenerife, así que decidimos aprovecharlo para hacer turismo por la mañana, y por la tarde para pasarla en la playa.
Cuando llegó la noche, dimos una pequeña vuelta por el paseo marítimo de Bajamar.

Desde que Pedri y yo nos besamos aquella vez, el resto de los días fueron cómodos.
No había día que no nos besáramos, aunque el problema que había era que no hablamos de lo que éramos.

¿Amigos? ¿Pareja?

No lo sabía, pero lo que tenía claro era que no quería que esto se quedara en algo pasajero.

—¿Sofi?

—¿Mhm?

—¿Me estás escuchando?

—Sí, sí, sí... No, perdón- me disculpé

—¿En qué pensabas?- acarició mi mejilla cuando paramos a sentarnos en el bordillo

—No tiene importancia... Es una tontería- mentí- Solo es que echo de menos a mi familia, nada más

—No pasa nada, mañana ya volvemos a Barcelona y los verás

Asentí sin quitar la mirada del suelo.

—¿Te apetece tomar un helado y volvemos al hotel? Así te animas, venga. Yo invito

—¿Helado? Pero si es enero

—Será enero, pero hace un tiempo de primavera ya. ¿Te recuerdo dónde estamos?

Me tendió la mano para levantarme e ir a la heladería más cercana mientras reía las gracias que Pedri hacía.

—¿Cual te apetece tomar?- preguntó

—Obviamente uno de vainilla

—Pues entonces para ti de vainilla y para mí de oreo

—¿Oreo? ¡Que bueno! ¿Puedo probar de tu helado?

—Obviamente sí. Pero con una condición- dijo mientras abría la puerta de la tienda- Sólo si me dejas probar de ti helado también

—Trato hecho- reí

El moreno pidió los helados, y como me dijo antes pagó mi parte, aunque igualmente yo insistí en pagar mi helado.

Mientras nos tomábamos los helados volviendo al hotel, estuvimos haciendo gracias, chistes y amenizando el camino.

Estaba contando a Pedri una historieta de cuando era pequeña.

—No recuerdo realmente la edad que tenía. A lo mejor unos siete años, yo creo... Estaba con los amigos de mi hermana en la calle, y justamente era un día de lluvia

»Estábamos jugando con un palo, y a uno de ellos se le cayó el palo a un charco de barro... Yo iba con mi buena intención a recuperar el palo, y cuando quise meter la mano en el charco me caí.

Justo en el momento en el que conté que me caí al charco, también se me cayó un trozo de helado en la camiseta.

—Así que eres torpe desde que eras enana- se burlaba- Ahora entiendo muchas cosas

—Ja, ja, que gracioso- conteste limpiando la mancha, aunque iba a ser imposible porque ya estaba casi seca- Por cierto, no he probado tu helado

Pedro tomó una cucharada y me ofreció un trozo, así consiguiendo saborearlo.

—Está muy bueno- dije- Toma del mío

Le acerqué la tarrina cerca de él para que tuviera mejor acceso, pero se me ocurrió una idea mejor: mancharle la cara

Y así lo hice, al aproximarle la tarrina a la cara la bolqué y manché su barbilla.

—¡Que traidora!- rió e hizo lo mismo que yo.

Me manchó la punta de la nariz con helado.

—Que payasos somos- reí limpiándome, repitiendo el mismo gesto que el moreno.

—Venga, toma- me ofrecí definitivamente mi helado- Sé que quieres.

—No- negó- Ya no quiero. Lo que quiero es otra cosa

—¿El qué?

—Un beso tuyo

—No digas tonterías- reí nerviosa

—¿Estás segura de que es una tontería?

Se acercó acortando la poca distancia que nos separaba.

—Respóndeme, ¿es una tontería?

Tragué duro cuando su nariz rozó con la mía. Seguidamente inclinó levemente la cabeza y yo cerré los ojos dispuesta a que el chico me besara.

Pero no pasó, porque cuando noté el más mínimo roce, escuché sus pasos alejándose y el frío chocar contra mi cara.

—¡Ey!- corrí hacia él- No entiendo nada, ¿por qué te has ido?

—Porque no me has contestado a la pregunta que te hice

—Que insistente eres- rodé los ojos

Justamente habíamos llegado al hotel, así que saludamos al recepcionista y subimos a nuestras habitaciones.

Cuando abrí la puerta de mi habitación, Pedro se apoyó en el marco de la puerta cruzado de brazos.

—No era una tontería- respondí finalmente

Me acerqué a él haciendo que esboce una sonrisa pícara.

—Obviamente no- respondió guardandose una mano en un bolsillo de su pantalón, y estirando su otro brazo para acercarme a él y abrazarme.

Apoyé mis manos en su pecho y me puse de puntillas logrando estar más cerca de él.

—Ahora que ya respondí, ¿me besarás?- dije en un susurro

El chico no resistió más y atrapó mis labios con los suyos, creando un apasionado beso que yo claramente correspondí.

Pasé mis manos por su nuca y enredé una de mis manos en su pelo.
Tras esta acción, él soltó un gruñido y me besó con más intensidad aún.

Una de sus manos se deslizó hacia mi espalda baja y la otra a mi nuca.

Cuando nos separamos para recuperar el aliento, él me agarró de las manos y dio un beso en los nudillos.

—Mañana tenemos que madrugar- dijo hablando bajito

Asentí separándome de él.

—Ya llamé al uber para que mañana nos recoja y nos lleve al aeropuerto. Salimos de aquí a las 10 de la mañana, así que espero que estés despierta una hora antes o tendré que venir yo a despertarte

—Ya... Bueno, pues me pongo una alarma y solucionado

Realmente quise proponerle dormir juntos pero me daba tanta vergüenza que mejor decidí decir lo otro.

Además... a lo mejor era muy apresurado y no quería que se pensara que le proponía otra cosa cuando no era así.

—Buenas noches, Sofi- me dio un largo beso en los labios.

Un beso lento y sincero fue suficiente para dormir tranquila por la noche.

—Buenas noches, Pedri

Cerré la puerta cuando ya se fue a su cuarto.

Rápidamente me puse el pijama y me tumbé en la cama.
Realmente estaba cansada por tantas cosas que hicimos el día de hoy.

Dediqué el resto del tiempo a pensar en lo mismo que la hora y media de atrás.

¿Él querría algo serio y formal conmigo, o solo era el momento en el que estábamos aquí?

¿Que narices éramos?

Me gustaría aclararlo cuanto antes, así que cuando volvamos a Barcelona lo más probable es que se lo pregunte.
Hay que hablarlo seriamente.

Solamente tú || Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora