Capítulo 4

300 21 9
                                    


Ambarino

InuYasha:

Nunca me había sentido tan manipulado y molesto en mi vida.

Para empezar, no entiendo porque carajos accedí a regresar cuando le tengo tanto coraje a este sitio; Volver al territorio japonés no me causa, en lo absoluto, ningún atisbo de emoción más que desagrado y un potente odio que, pese a los años, sigue permaneciendo vigorosamente arraigado dentro de mi consciencia. Todos los recuerdos nocivos aún continúan frescos y eso es lo único que necesito para repudiar mi lugar de origen con la completa capacidad de mi alma.

Llevo diez años lejos de Tokyo; Lejos de aquellos a quienes solía llamar "familia" y sobretodo lejos de responsabilidades que no interesan una mierda dentro de mis prioridades. Todavía ahora me pregunto en que diablos estaba pensando cuando me subí al estúpido jet que me condujo directamente a este archipiélago ubicado en el oriente del mundo. Solo espero que no me hayan hecho venir a perder el tiempo (Aunque tengo la completa certeza de que sí), porque últimamente no estoy de buen humor e insisto en que provocarme no es la mejor idea que ÉL pueda tener en mente. Juro que si me toca las pelotas, aunque sea un poco, me devuelvo de donde vine sin tan siquiera sopesarlo.

Lo único reconfortante de todo esto, es saber que al imbécil de Taisho se le comienza a dificultar la vida después de entrar en la tercera edad y, como gran maldito, me encantaría verlo quejarse del dolor de espalda como un vejete de asilo; Así, habrá valido la pena tantas horas de vuelo malgastadas desde Italia hasta aquí. Verlo retorcerse y quejarse sería toda una maravilla; Y por más joven que quiera aparentar ser, si me mandó a llamar con urgencia, entonces significa que ya está en la etapa en donde le tienen que limpiar el culo. Ojalá así sea.

—InuYasha, amor ¿Ya llegaste al aeropuerto? —La voz de esa mujer resonó desde la bocina del iPhone. Esta es otra de la malditas razones por las que me negaba rotundamente a venir; Es estimulante y lo que sea, pero también es frustrante y sobretodo agotador fingir que me interesa el matrimonio del cual formo parte desde  hace cuatro años.

—Sí, me dirigiré a la casa Taisho tal y como lo acordamos. Irás ahí en cuanto termines de trabajar ¿Entendido? —Le ordeno, sin ningún tipo de preámbulo.

—De acuerdo. —Ella acató, firme y directa como siempre.

—Bien. —Respondí, notablemente cortante. Sin dar despedidas o promesas de reencuentro, simplemente decidí colgar y guardar el aparato en el bolsillo interior de mi saco. Cada una de nuestras conversaciones siempre terminan así, de forma plana e impersonal; Y me alivia bastante poder entenderme con ella al menos en ese sentido, porque, ahora mismo, lo único que tengo en mi mente es saber cuál estupidez es esa que me obligó a venir aquí.

Los altos edificios me dan la bienvenida al salir de la terminal malditamente concurrida de todo tipo de personas.  Me tomo un corto momento para admirar mi alrededor y me es inevitable el hecho de sentirme un poco extraño con el regreso. No me complace tampoco; Este sitio dejó de ser mi lugar hace muchísimo tiempo. El bullicio, la gente y todo el movimiento de los equipajes parecen ahogarme muy lentamente. Para empeorar mi pésimo día, a los tontos que le ordenaron traer mi auto se les ocurrió  la magnífica idea de averiarlo con un maldito camión de carga y,  además de pagar por los daños, también tuve que llamar a otra persona para que viniese a recogerme; Y eso incluye, por supuesto, salir de la estación aérea por la entrada principal y escuchar gritos y centellas de la gente que me identifica.

«Y con lo que me gusta llamar la atención» Sopeso sarcástico. Había olvidado lo abrumante y jodidamente reconocido que soy en esta parte de la Tierra, y solo eso incrementa las ganas de montarme en el primer avión que parta de regreso; No importa si tengo que ir en una jodida primera clase. Esto me agobia y me frustra porque hace años que no obedezco las órdenes de nadie, y sobretodo si ese "nadie" se trata de mi progenitor. De no haberme amenazado con derrumbar mi negocio en Italia (Gracias a sus influencias), hubiese tenido bastante presente mi ausencia este día. No pienso radicar aquí por mucho tiempo de todas formas; Quizás para pasado mañana esté retornando nuevamente a Europa.

El Regreso [EN EDICIÓN Y PROGRESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora