Capítulo 1: La grieta

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Cuatro años han pasado desde que el Diablo fue derrotado, transformando a Cuphead y Mugman en los héroes del pueblo.

En ese lapso de tiempo, los deudores que intentaron matar a los hermanos se volvieron sus mejores amigos, después de todo, se sentían sumamente agradecidos por librarlos de su deuda con el príncipe del infierno.

Sin embargo, pese a que el demonio no volvió a molestarlos en todo este tiempo, el mal persistía en otros seres. Un ejemplo claro fue el Chef Saltbaker, un alegre panadero que les prometió a las tazas darles una forma de regresar a Ms Chalice a la vida, pero su verdadero plan era controlar el plano astral.

Afortunadamente, los planes del cocinero fueron frustrados y fue condenado a servicio comunitario.

No importan los esfuerzos y el sacrificio, el mal jamás se irá. 

Siempre vuelve, de una u otra forma. 

Ambición, orgullo, ira, tristeza, envidia. 

Emociones tan normales, pero que al tomar control sobre el ser, lo corrompen. 

Así es como el mal vuelve. 

...

El sol iba descendiendo lentamente por el horizonte, dando paso al anochecer. Mientras las luces de la ciudad se iban encendiendo, en un callejón Mugman apresuraba a Cuphead;

-¡Más rápido Cuphead!

-Cálmate hermano, ya voy- repeló el irresponsable -. Últimamente te has vuelto pesado.

-¡Sabes muy bien que es peligroso andar de noche por la isla!- reclamó el más responsable.

-Vencimos al Diablo, ¿qué puede ser peor que eso? - preguntó la taza roja.

-¿Recuerdas lo que pasó con el Chef Saltbaker?- el azul cruzo los brazos. 

-Ah, eso- responde Cuphead- ¿y qué?

-Iba a usar tu alma como el ingrediente especial,- lo regañó Mugman- tuviste suerte de que Chalice y yo te rescatáramos. 

-Hablando de Chalice,- Cuphead desvió descaradamente la conversación a su amiga la cáliz, solo para no seguir escuchando las reclamaciones de su hermano- ¿Cómo crees que le va con su nuevo cuerpo?

Mugman no era tonto, reconocía la intención detrás de aquella pregunta. Llevo sus dedos en medio de los ojos y sobándose le reclamó;

-¿Puedes tomarte las cosas en serio por una vez en tu vida? Ya no somos niños.

Mientras los hermanos discutían, entre las sombras, un grupo de pandilleros los rodearon sin que se dieran cuenta.

Eran unos perros humanoides de raza Rottweiler, median tres metros de altura, vestían de camisetas sucias sin mangas, con pantalones rasgados, y tenían cicatrices visibles en gran parte de sus cuerpos. 

El líder del grupo tomó a Mugman por sorpresa. Le sujeto con firmeza el cuello de la sudadera, levantándolo de tal modo que sus pies no tocaban el suelo. 

-Miren que tenemos aquí muchachos - habló con sarcasmo el jefe de la banda canina. 

Cuphead reaccionó. Miró al perro que sujetaba a su hermano, y se preparo para disparar soltando un fuerte grito;

-¡Mugman!

La taza con su poder cargado en su dedo apunta al tuso que tenia preso a su hermano. No obstante, antes de si quiera disparar, uno de los canes empuja al mas valiente, estampándolo contra el piso.

Cuphead: ReflectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora