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Cada vez que cierto adeptus se posaba por sobre las nubes de un alto bosque de montañas, podía sentir la brisa fría en sus mejillas, anhelando aquel calor que una vez sintió sobre estas, mismo calor que cubrió su helado cuerpo, ese calor que a pesar de ser tan cálido, apagó en él cientos de incendios en su interior. Recordaba perfectamente la forma fina de sus labios y esa suave textura en los mismos, los ojos que en vez de miedo solo mostraban un profundo cansancio, y que sin embargo, no paraban de mirarle como si todo aquello en frente de estos fuese lo más preciado que tenía. Extrañaba esa voz, esas manos, esa sonrisa... Su sonrisa.

Tenía presente esa mañana en la que su amado se había ido, sin un beso de despedida, sin mirar atrás, se odiaba tanto, ¿por qué no lo detuvo? Ya no podía ir tras él, no podía abandonar Liyue.

"Aether..." Susurró para sí, tenía un nudo en la garganta, con la cabeza escondida entre sus piernas, había sido un largo día protegiendo los alrededores, y aún así, tal vez deseaba que durase un poco más; al momento de caer la noche no tenía unos brazos que lo acunaran, tenía el corazón tendido en la mano, a punto de caer y rodar a toda velocidad directo hacia un abismo.

"Estoy orgulloso de que encontrases más razones para sonreír, Xiao."

Sonrió, refrescando su memoria, ese día, cuando Aether había marchado junto a su compañera de aventuras, le dedicó esas palabras estando a solas, él conocía su corazón, el viajero conocía su sentir y lo aceptaba tal como era, ¿por qué se había ido sin decir adiós? ¿Qué hizo mal?

Angelical - XiaoetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora