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INPARIS | 21:30PM.
Facundo se había ido a grabar te mentiría, con Thomas en las calles. Yo decidí quedarme en el departamento, ya que cuando voy a las grabaciones, el director se queja sobre que Facundo se distrae de más conmigo.
Enrrollé una toalla blanca en mi cuerpo, y salí de la habitación con todo el pelo mojado, con rulos como de costumbre. Busqué en la maleta algo de ropa. Escuché como la puerta se abrió, miré inmediatamente.
—Hola beba, ¿cómo and...?—Facundo se quedó completamente tonto al verme, podría jugar que hasta se le estaba por caer la baba. Sonrió pícaramente y se acercó, tomando de mi cintura para acercarme a él.
—Hola mi amor, ¿te fue bien?—Intenté safarme de él disimuladamente, pero sólo conseguí que me apretará más.
—Bien, que hermosa sorpresa gordita.—Comenzó a repartir besos por mi cuello. Se acercó a mi oreja, sentí su cálida respiración y solté un jadeo. Mordió el lóbulo de mi oreja provocando un escalofrío en el cuerpo.
—Facundo...—Jadeé. Sabía que me estaba provocando, incluso antes de venir me dijo que quería hacerlo en París.—Pará.
—¿Por qué, amor?—Me miró haciéndose el inocente, aun sosteniendo mi cintura. Bajó una de sus manos a mi cadera, y rozó su rodilla contra mi intimidad, dejé salir un gemido casi inaudible.—¿No te gusta ésto?
Dió otro movimiento, ahora su mano que anteriormente estaba en mi cadera, estaba en mi entrepierna amenazando a tocar.
—Carajo Facundo.—Me quejé, ya sentía lo mojada que estaba y cuánto lo necesitaba.
—¿Qué?—Sonrió divertido, sabía perfectamente lo que estaba provocando en mí.
—Dale...
—¿Dale qué, amor? ¿qué querés que haga?
Lo miré enojada, sabe que me irrita demasiado pedir las cosas, incluso rogar. Mucho más si se trata de sexo.
—Dale bebota, decime, ¿qué te hago?—Exigió dándome una nalgada, para empujarme contra él y sentir su ya marcado bulto.
—Follame Facundo.—Y eso basto para que él me tirará en la cama, se subió arriba mío ya sacándose la camisa. Dejó varios chupones en mí cuello, y diversas marcas. Me desprendió al toalla, dejándome al desnudo frente a él. Examinó mí cuerpo lentamente. Atacó mis pechos con ferocidad, yo soltaba varios gemidos. Lentamente fue bajando sus besos desde mí abdomen hasta mí entrepierna. Me miró.
—Si no te sentís cómoda, me decís y paró.—El que sea de esa manera me vuelve loca, ya tenemos dos años juntos y sigue pidiendo permiso.
—Hacelo...—Gemí al sentir sus dedos entrando en mí, y su lengua lamer mí parte superior. Solo bastó unos diez minutos ahí abajo para que me venga en su boca. Lo hice sentarse en el borde de la cama, me arrodillé frente a él, y bajé sus pantalones acompañados por sus bóxers. Comencé manoseando el glande, para luego meterlo en mí boca hasta el fondo. Escuchaba sus jadeos y sus gemidos roncos, eso solo me hacia desear más. Cuando llegó al orgasmo.
Él se apoyó en la cabezada de la cama, me hizo sentarme arriba de él sin todavía meter su pija en mí. Me moví en círculos mientras él atacaba mis pechos. Me sostuvo de las caderas para mantener un ritmo.
—No puedo más.—Echó su cabeza hacia atrás, asentí concidiendo. Lentamente entré en él, comencé a dar pequeños saltitos sobre él. Ambos gemiamos con placer. Su agarré en mis caderas eran firmes. Yo tenía la cabeza baja, sentí su mano elevar mi mentón para verlo y allí me besó con lentitud.
Sentía miles de emociones en ese beso, amor, cariño, respeto, y deseo. Realmente estoy con el hombre perfecto. Finalmente ambos nos logramos venir al mismo tiempo, caí rendida junto a Facundo. Se encargó de taparnos, y me quedé dormida sobre su pecho mientras acariciaba mi cabello.
