18. También puede ser una pesadilla.

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Olivia 

— Eres una dormilona. — Alguien murmura con cierta felicidad.

Abro los ojos lentamente y miro el cielo azul.

Me incorporo pensando en que me dolerá, pero estoy mejor que nunca. 

Miro a ambos lados buscando a la responsable de la voz y me doy cuenta de que estoy en medio de un bosque hermoso.

Las mariposas revolotean sobre las flores y el sol calienta suavemente mi cabello.

— ¿Por qué viniste? — Una chica idéntica a mí me ofrece su mano para que me levante del suelo. 

— ¿Quién eres? — Pregunto.

Hace unos segundos estaba diciéndole a Zack que estaría más feliz sin mí. 

— Soy tu conciencia. — Sonríe. — Y estabas allá, pero puede ser que ahora estés dormida. 

¿Cómo supo lo que estaba pensando?

— Porque soy tu conciencia, ¡sé todo lo que piensas! — Grita animada.

— Supongo que sí lo eres. — Entrecierro los ojos.

Definitivamente debe serlo, porque sonríe demasiado y yo no soy así.

— Sé que sonrío demasiado, pero debes verle el lado bueno, soy más positiva que tú.

— Es extraño que contestes a todo lo que pienso. — Frunzo el ceño.

— No lo es...ya estás acostumbrada...todo el tiempo te hablo y me mandas a callar, debería denunciarte por eso.

— Ok, esto es demasiado extraño. — Comienzo a caminar buscando una salida.

— No puedes escapar de aquí. — Canturrea.

— ¿Por qué no? — La miro a los ojos...o me miro...esto es anormal.

— Porque estás dormida. — Alza los brazos hacía el cielo y varias mariposas vuelan imitando su acción. 

— Tienes un gusto insano por los bosques. — Murmuro.

— ¡Claro que no! — Pone las manos sobre sus caderas.

Guardo silencio por un rato.

— ¿Cómo es eso de que estoy dormida? — Le pregunto a mi conciencia.

Sigo pensando que es raro hablar con mi conciencia.

— Ya deja de pensar que es raro...y sí, hasta donde sé, estás dormida, de lo contrario no estarías aquí...en este sueño.

 — ¿Es un sueño? — Enarco una ceja.

— También puede ser una pesadilla, pero no sé que pienses...o sí. — Suelta una carcajada.

— Que modesta eres. — Ruedo los ojos.

— Mientras estás aquí deberías visitar a alguien que te extraña.

— ¿Quién? 

— Ven conmigo y lo sabrás.  

La sigo recelosa. 

Andamos por el pequeño bosque y anochece repentinamente.

— ¿Es de noche en la realidad o esto solo sucede aquí? — Pregunto.

Mi conciencia da media vuelta.

— Será de noche hasta que despiertes allá. — Susurra afligida.

— Está pasando algo malo, ¿cierto? 

El club de los cupidos negros [✓] - Las flechas de Cupido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora