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No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Jeongin como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shin se lo llevó

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No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Jeongin como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shin se lo llevó.

Chan dio su declaración cerca de diez veces, todas a distintos policías, mientras Hyunjin trataba de controlar las salientes lágrimas que escapaban de sus ojos cada tanto.

—Será mejor que vayan a casa —dijo el último policía con tono amable—, este no es ambiente para niños como ustedes.

Chan quiso replicar, aunque sabía que, en el fondo, algo de razón tenía. Hyunjin y él no podrían hacer nada porque eran sólo dos adolescentes, ni siquiera los padres de Jeongin tenían las capacidades para actuar.

Sólo debían esperar y eso lo hacía sentir... impotente.

Dejó a Hyunjin fuera de la casa de su mamá sin decir otra palabra, era casi la una de la mañana y realmente necesitaba dormir, por muy poco que fuera. Sabía que, cuando despertara, iría otra vez a casa de Jeongin para saber cualquier cosa. Lo que fuera.

Él lo único que quería era que estuviera a salvo y pedirle perdón por todo lo que hizo.

Hyunjin se bajó, apenas despidiéndose, así que Chan no tardó en ir a su casa. Para su fortuna, sus padres ya estaban durmiendo, por lo que sólo subió a su cuarto y se acostó. Sorpresivamente, cayó dormido de inmediato.

Aunque durmió mal, con pesadillas que no podía recordar bien, pero le hicieron transpirar el resto de la noche y parte de la mañana. Despertó con los ojos lagrimosos y ojeras marcadas en su rostro. Lo primero que hizo al levantarse fue revisar su móvil, esperando ver algún mensaje –de quién fuera–, donde le decían que Jeongin estaba a salvo. Estaba con ellos.

Pero no había nada. Sólo silencio helado, que provocaba que su estómago se revolviera por el dolor.

Frotó sus ojos, sentándose sobre la cama un momento para luego ir al baño y darse una ducha. Iba a desayunar y después iría donde Jeongin, aunque no sabía si iba a lograr que su estómago digiriera algo por la situación en la que estaba.

Menos cuando, una vez vestido, entró al comedor y se quedó quieto.

¿Qué mierda?

—¡Chan! —dijo su mamá con una sonrisa amplia—. Yeji ha venido a desayunar con nosotros, ¿no es una buena chica?

Chan miró a Yeji entremedio de sus padres con una sonrisa amable y dulce, pero en ese instante, sólo la odió. Sujin, sentada también, lucía incómoda y fuera de lugar, como si no supiera qué decir.

—Sí —dijo, y su voz salió brusca, pero no le importó. Ya no tenía ganas de comer algo—. Voy saliendo.

—¡Chan! —espetó su papá—. Ven, Yeji quiso venir a comer con nosotros y lo mínimo que puedes hacer es sentarte en la mesa.

Muñequito de Porcelana ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora