Capítulo 8

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"Bienvenida a Madrid. "

— Por dios Gala, ten mucho cuidado y pórtate bien, no estamos para que le des mucha fiesta a los abuelos. — advirtió Geri algo nervioso.

— Papá tengo 20 años, creo que sabré manejarme sola. — traté de tranquilizarlo.

— A mi no me vengas con cuentos que sabemos lo que pasó la noche de tu graduación. — amenazó levantando su dedo índice.

Miré acusatoriamente a Cris, quién simplemente me sonrió de manera inocente.

— En mi defensa diré que no estaba en mis mejores condiciones. — trató de defenderse.

Desvié mi mirada en cuanto escuché un pequeño sollozo.

Me agaché a la altura del más pequeños de nosotros y atrapé sus manitas suavemente entre las mías.

— No llores, Berni, dentro de unos días nos vamos a ver y si quieres podemos ir al cine. — intenté calmar al pequeño.

Berni, no muy convencido, limpió sus lágrimas con las mangas de su sudadera.

— ¿Me lo prometes? — preguntó en un susurro.

— Te lo prometo. — asentí con una sonrisa.

Dejé un pequeño beso en su frente y me alcé para despedir a mi otro hermano.

— Mucha suerte en el partido de hoy, prometo que estaré en el próximo, ¿vale? — hablé mirando a los ojos a mi hermano.

Martí sonrió de lado algo decaído.

Desde que Martí entró al colegio, Ori insistió en apuntarle al equipo de fútbol del colegio por donde todos habíamos pasado. A Martí al principio no le hizo mucha gracia, él siempre ha sido más de otros deportes pero con tal de no replicarle a papá y comenzar una discusión simplemente se acostumbró a ello.

Y no es que Martí fuera malo, al contrario, era un excelente jugador y papá estaba muy orgulloso de él.

Estos últimos años, Martí descubrió que lo que en realidad le llenaba era jugar al baloncesto, entonces, en cuanto se enteró de que podía apuntarse a los dos deportes a la vez, no dudó en hacerlo aún consiguiendo una media decente en sus notas para que nuestros padres no sospecharan nada.

A finales de verano de este curso, tenía pensado solicitar una beca para estudiar el último curso de bachillerato en Estados Unidos y poder desarrollar sus habilidades en cuanto al baloncesto, el problema era, que nuestro padres aún no sabían que Martí tenía esta pequeña gran pasión por pasar el balón entre la red en vez de empujarla para marcar gol.

La única persona que sabía de su pequeño secreto en cuanto al ámbito familiar era yo, por lo tanto, era la única que iba a animarle a los partidos y no había faltado a ninguno, al igual que a los de fútbol, se podría decir que era su fan número 1.

Esta tarde, dentro de dos horas tenía un partido de fútbol, y justo después uno de baloncesto. A veces le pasaba esto, pero tal era su pasión, que no faltaba a ninguno.

Yo me sentía fatal por saltarme este partido de basket, sabía que era uno de los más importantes de su liga pero había adelantado mi viaje a Madrid y ya lo había hablado con Carlos.

— No te preocupes Lala, tampoco es como si se fuera a terminar el mundo. — sonrió dándome un abrazo.

— Nada más terminar el partido me llamas o te mato. — advertí alzando mis cejas.

Gracias a la pequeña carcajada que había soltado Martí, no me iba a ir con el amargo sabor de haberle decepcionado por faltar a su partido.

— Ten mucho cuidado y avísanos cuando llegues. — me dijo Ori mientras le abrazaba.

CON LA K Y LA G // KARCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora