Inesperadamente, convidando mis pisadas al asfalto,
hablando con perros y con gatos,
sosteniendo la puerta para que la gente avanzara,
donando fortuna al que cree y canta,
me encontré solo en la ciudad enfiestada,
me eché al pasto como un travieso sabueso,
Y vi el cielo de un color exiguo,
de pronto me conformé con las nubes,
y di permiso para que pasaren las aves,
no hubo sonidos, ni menos sobrantes,
era dueño de la ciudad de nadie,
y de ahí en adelante fui un líder radiante y pulcro.
Y el día me rindió ofrenda en la cercanía de mis miedos,
El astro ya desligándose, soleadamente me infunde color en mi aspecto, me entrega belleza de gentes, me habla con suerte sin penas.
De pronto, fui dueño de esta ciudad,
de sus valles, montes, y reflejos fulminantes,
de sus gentes, azares, y su concreto elegante.
Me convidaron prontamente al trono ya tratado, el sol con su seda impronta, las gotas pétalos enfiestados.
Y la brisa, ¡oh, la brisa!, llamó a las hojas a coronarme sin más preámbulos,

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3012
PoetryTal vez en algún punto nuestras vidas se vieron gravitadas o tal vez no, a continuación, te mostraré algo del mundo que todos en algún punto ocultamos, el mundo de imaginación, creado por ficción, mientras que las emociones son los cimientos de su h...