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Cerró la puerta lentamente, se cubrió como pudo e intentó reconocer alguna de las puertas de roble. Seguía mareado y con náuseas. Tocó cada picaporte, solo quería esconderse en algún lugar. Lejos de ese hombre. 

—Abre... Abre... —Apretó con fuerza una barra de metal y la empujó hacia adentro—. Dios, ¿qué sucedió?

No entendía cómo había despertado con un desconocido en la cama, en una casa que no era la suya. Su cuerpo le dolía como si estuviera enfermo (otra vez). Sin embargo, el calor que sentía ya no le era tan intolerable, tal vez el medicamento seguía teniendo efecto. 

—No tengo mi celular, demonios. 

Necesitaba ropa y algún medio de comunicación. Si sus padres se enteraban de esto... 

—Cariño. 

Sehun se sacudió en el suelo y comenzó a retroceder. Era esa voz, la misma voz que le causó ese dolor en su jardín. Ahora lo recordaba. Nada sucedió bajo su consentimiento y eso le despertó terror. Ese hombre con unas palabras lo redujo. 

—Cariño, sé que es difícil. Hay mucho que debo explicarte y tienes que salir a desayunar. —Tocó dos veces la puerta con calma—. Vamos, cariño. Los miembros del clan tienen que conocerte. ¿O quieres comer en nuestra habitación?

—Quiero... Quiero ver a mis padres —pronunció con mucho miedo. 

—Cariño, ahora nosotros somos tu familia. —La puerta tembló levemente—. Estoy controlándome. No juegues con mis sentimientos, Sehun. 

—Déjame solo un momento. 

Necesitaba tiempo para enfriar su mente. La puerta estaba cada vez más exigida en su estructura, la iba a tirar abajo y Sehun aún temblaba de la impresión.  

—Está bien pero, ¿puedo acompañarte a nuestra habitación? Me preocupa que te pierdas en esta enorme casa, casi no te encuentro. —El picaporte se movió y el seguro cedió—. Cariño, volvamos. 

Chanyeol no se había retirado de la mansión del jefe y eso generó curiosidad en los consejeros. Los ancianos lo miraban buscando conversación, pero Park estaba perdido en su propio mundo. Atrapado entre la acción de ira pasional y la frialdad del razonamiento. Por otro lado, su alfa se retorcía en las profundidades. Donghae había marcado a su omega. El bastardo sabía que ese no era su compañero y por eso apresuró sus pasos para silenciar a Sehun y someterlo. 

Te voy a hacer pedazos —susurraba su alfa—. Siento su dolor y la confusión hasta aquí

¿Qué probabilidad había de que Donghae supiera quién era el alfa de Sehun? Ninguna. Esas cosas podían poner en alerta al bastardo, pero no le nublaban el accionar. No renunciaría a Sehun, jamás. Sostendría su mentira hasta el final. 

—El líder de la manada ha invitado a los otros jefes —comunicó Minho. 

Una verdadera tragedia se desató para los consejeros que, obviamente, sabían que los jefes asistían al territorio intrigados por los rumores y avisados por los espías. 

—Los centinelas están en sus puestos, hay que prepararnos para lo peor —le susurró Kai—. Juraría que es una invasión más que una visita amistosa. 

—No me digas que creías en las buenas intenciones de los demás jefes. No vienen con felicitaciones o regalos de boda. Estamos en una guerra de supervivencia y ganará la manada más dominante o el alfa más demente que exista. —Chanyeol sonrió ante las palabras de Minho.

Donghae estaba fuera de la gran casa, aunque Sehun permanecía encerrado en la habitación de este y con un pesado grillete en la cintura que se aferraba con una cadena a la cabecera de la cama. El pobre ya había intentado de todo para zafarse. Era inútil, sentía que el acero estaba pegado a su piel. 

—Tiene que ser un sueño. —Se sentó en el suelo y maldijo un par de veces la debilidad de sus piernas. Tocó su cuello, le ardía y supuraba un poco de sangre. Pensaba que ese hombre lo había drogado con algo y que la herida estaba en el cuello—. Está loco. 

La cerradura de la puerta se movió y Sehun subió sobre la cama de un salto. 

—Joven amo, le hemos traído algunos presentes de su esposo y las ropas para la presentación oficial —le dijo una anciana que caminaba hacia él como si estuviera ciega.

—Por favor. —Caminó a gatas hasta una esquina de la cama—. ¿Puede decirme qué está pasando? —Contuvo un quejido en su garganta, ya demasiado asustado.

—Lo hemos esperado por muchos años, joven amo. Es una bendición de la luna para nuestro líder que su omega esté en este mundo. —Se acercó—. Porque usted es el compañero del señor Donghae, ¿no?

—No, no. —Volteó hacia la puerta—. Fui secuestrado... Necesito volver a mi casa. 

—¿Entonces no eres un omega?

—Le digo la verdad, no sé quién es ese hombre o lo que quiere. Solo quiero volver con mis padres. —Tomó las manos de la mujer—. Por favor, ayúdeme. 

—Hay una manera de salir, pero tendrá que hacer lo que le diga. Esta noche tendrá una oportunidad, hasta entonces traté con cuidado el carácter del líder y no levante sospechas. —Las últimas palabras fueron frías y casi amenazantes. 

¿En quién podría confiar? ¿Qué podía ser peor? ¿Un futuro incierto junto a un "esposo" desconocido o la muerte al intentar escapar? 

¿Omega? ¿Qué significa eso? Se preguntó cuando un dolor agudo en el pecho hizo que se desmayara.

Donghae volvió a su habitación con las feromonas estalladas. Su objetivo era borrar el aroma de su omega para que ningún jefe pudiera encontrarlo. 

—Cariño, mi hermoso chico. La envidia le está causando daño a nuestro hogar y voy a volverme loco si algo te sucede. —Se agachó y besó con fuerza los labios de Sehun hasta hincharlos—. Estoy desesperado, cariño. 

Las joyas se veían hermosas en él, justo como le quedaban a su padre. Fueron creadas para marcar y fortalecer el lazo del omega con el alfa. Sehun sería como Leeteuk, un omega ejemplar que traería al mundo al próximo jefe. Pero, ¿este heredero recibiría el amor de su padre o sería rechazado como él?

—Los omegas deben ser leales a los alfas y aceptar su funsión en la manada —le dijo su padre Siwon, un hombre que reducía a las lágrimas a su compañero y que se suicidó cobardemente cuando el omega murió en la peste. El gran alfa que fundó la manada vio como Leeteuk agonizaba cargando un vientre de cuatro meses y sin responder a las órdenes de su compañero. Murió bajo la presión de las feromonas y la fiebre. La voz de mando no pudo contra la maldición de la Luna. 

Siwon sometió a un omega libre al encierro, lo separó de su familia por celos y por el bien de la manada, pero no pensó en ella ni en su hijo cuando el aroma de Leeteuk se desvaneció. Se ahorcó con las mismas cadenas que apresaron a su compañero. ¿Fue un dolor en su corazón lo que lo empujó a la muerte o su orgullo de líder aplastado? 

La Luna le había demostrado que Leeteuk no le pertenecía y que la fuerza bruta ya no iba a retenerlo. 

Donghae prometió ser bueno y comprensivo con Sehun. Pensaba enamorarlo en su mundo humano y atraerlo a la vida en la mansión, le enseñaría a amar con pasión su unión y su ser hasta la muerte, pero...

—Ya no hay tiempo, cariño. —Peinó sus cabellos—. No soportaría perderte. 

Eligió una de las prendas y le pidió a una sirviente que lo preparara para la gran cena. 

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora