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- Y bien, ¿haz avanzado en algo con el trabajo con Seungmin? - preguntó el peli-rosa.

- Esta tarde vamos a vernos después de su práctica de fútbol, allí lo pintaré y ayudaré con unas materias.

- ¿Hubo algún problema en pedirle este favor?

- Raramente, no.

La conversación siguió entre temas triviales, nada muy interesante.

Los dos omegas caminaban rumbo a la cafetería charlando como les era habitual. El hecho de no compartir clases hacía sentir triste al joven Hwang, ya que extrañaba a su amigo en sus clases. Ahora estaba feliz, hablando de lo estúpido, muy estúpido que era el novio de su amigo, riendo mientras lo abrazaba.

De repente, sus ojos visualizaron algo que quizá, no querría haber visto.

- ¿Es esa Jisoo? - La boca de Jeongin estaba abierta, señalando con su dedo. Hyunjin miraba de manera atenta como la chica parecía tirarse sobre Kim, comiendo su boca.

- Así parece.

Su amigo le dirigió la mirada, extrañado por el tono de voz que este había utilizado. Sus ojos volvieron a la rara escena, ahora viendo cómo Seungmin se alejaba entre gritos, soltando sus feromonas que ahora, hacían picar la nariz de los dos omegas. Ella lloraba. Él gritaba indignado. Hwang rió.

- ¡Ups! Creo que no salió tan bien la jugada, un partido perdido para el equipo de Jisoo.

Seungmin se dirigió hasta donde ellos estaban siguiendo el camino para ir a la cafetería, soltando aún más sus feromonas amargas.

- Dios... - Rascó su nariz luego de toser.

Él portador del amargo aroma se dió la vuelta, tenía su ceño fruncido aún. Se disculpó por los inconvenientes y prometió que no volvería a pasar, para luego retirarse y como si nada, esfumarse.

¿Ah?

¿Se disculpó por...

soltar feromonas que él no controla?

Ni quién te entienda, dulce Kim.

- Creo que el capitán no es tan malo como me lo pintas usualmente, Jinnie. - Admitió Jeongin tomando de su batido - Parece ser amable, me ha defendido siempre de sus estúpidos jugadores, ¿Por qué es que te cae tan mal?

- Solo es una rivalidad, no hay una razón específica, yo lo odio por ser él, él me odia por ser yo. - Aclaró, sin querer hablar más.

- Sé que hay algo que no me estás contando, los rumores lo dicen.

¿Rumores? Santa mierda no me digas que Kim decidió abrir su bocota. Suspiró intranquilo, ahora levantándose y despidiéndose de su pequeño amigo así continuar con sus clases.

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El día transcurría de forma lenta, como si estuviera desafiando su paciencia. Finalmente la tortura había terminado.
Vió a Seungmin irse corriendo de su clase, puesto que en diez minutos debía ir a su entrenamiento, rió al verlo correr de forma desesperada. Mientras tanto, Hyunjin fue tranquilamente hasta su salón de arte para buscar sus materiales.

- Mhm, ¿Acuarelas o óleo? - tomaba en sus manos ambos materiales. Se decidió luego por tomar acrílico, ya que quería probar mejor su habilidad con ellos.

Tomó su bolso de arte y guardó sus cosas allí, agarró su caballete y caminó hasta la cancha del colegio, viendo cómo el equipo ya estaba practicando.
Escuchaba los gritos del entrenador y los de Kim, quienes daban órdenes y marcaban errores. Se sentó en las gradas dispuesto a observar, aunque realmente no entienda demasiado.

¡No te me acerques, tarado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora