3. ASESORA DE IMAGEN

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NOTA MENTAL🤔

No estoy acostumbrada a que nadie me imponga ni me exija nada, he sido yo la que me lo he autoexigido desde siempre. Y de repente me he convertido en un pájaro enjaulado.

¿Algún consejo para salir de mi jaula dorada?

ELA

—Buenos días —escucho la puerta del colosal dormitorio que me han asignado en Northampton. La voz pronunciada, pero a la vez dulce de alguien hace que de un intenso brinco en la cama.

—Buenos días... —susurro con voz adormilada e intento entreabrir mis párpados para ver quién ha irrumpido en mi habitación sin previo aviso.

Una mujer de aproximadamente cuarenta y cinco años, que lleva un uniforme y tiene el cabello recogido en un moño me sonríe y hace una sútil reverencia.

—Mi nombre es Anna y estaré a su servicio a partir de este momento.

—Ohhhh... —exclamo y me llevo la mano a la cabeza al sentir el punzante dolor en mi sien, a raíz del dolor de cabeza que siento. Anoche no pegué ojo, pensando en la conversación tan conmovedora que tuve con mi... abuela.

—¿Está bien? —pregunta vigilándome de cerca, mientras que abre la gigantesca cortina de un color verdoso de par en par.

El día es gris hoy, pero al menos no llueve.

—¿Quiere decir que es como mi doncella? —la miro mejor a la vez que ella se mueve agitada por mi habitación y abre la ventana.

—Sí, algo así —vuelve a sonreírme y deja un albornoz en lo alto de mi cama—. Me debe hablar de tú, milady. Usted es la futura duquesa.

No soy capaz de contestarle, solamente miro el reloj pomposo que hay en una de las mesitas de noche, de estilo victoriano. El reloj señala las ocho en punto. Además, es domingo, el día que en teoría tendría que volver a España.

De momento pienso: «¡Vaya putada!». Los ingleses son excesivamente madrugadores. Mi conciencia, tan somnolienta y despeinada al máximo, al igual que yo, me increpa diciendo: «¿Esto va en serio?».

Al mismo tiempo que me pongo de pie y empiezo a caminar por la estancia, pienso que espero que esta señora no lo convierta en rutina. No me gusta nada, pero no quiero ser irrespetuosa con las costumbres de la casa, aunque sin duda alguna, poco a poco estableceré mis propias reglas.Intento tranquilizar mi genio al recordar películas o series históricas en las que se hace exactamente lo mismo en los palacetes, así que doy por hecho que es el protocolo.

—Mi.... —me paro en seco—. ¿La duquesa está abajo? —pregunto y me lanzo hacia la puerta a la vez que le hago un nudo a mi albornoz.

—Sí, pero... ¡Un momento, Milady! —me grita Anna.

—¿Qué? —levanto los hombros.

—No puede... —carraspea— bajar así.

—¿Así cómo?

—Sin vestir adecuadamente. Son las normas —pone una mueca.

—¿Quieres decir que no puedo salir fuera del dormitorio en pijama?

—No debería. Sería una verguenza.

—¿Por qué? ¿Quién me va a ver?

Se me ocurre que no vi movimiento anoche en la planta baja del castillo, se me antoja más bien desertico.

—Ehhhhmm, la realidad es que... en Northampton viven más de treinta empleados.

—¿Treinta? —exclamo confusa.

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