Un Amargo Comienzo

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Habían pasado ya 4 años desde lo sucedido desde aquel trágico incidente.

Ambos chicos se encontraban frente a la tumba de Mari, Basil no podía dirigir palabra alguna hacia lo que fue su mejor amigo.

Habían pasado tantas cosas desde entonces, el aislamiento de Sunny, así como su intento de suicidio que gracias a Sunny no pasó a mayores, la ruptura de su amistad.

Se culpaba por todo lo sucedido ese día.

-Sunny, yo quiero decirte algo.

Esto captó la atención del mencionado, dirigiendo su mirada neutra hacia Basil.

-No es el momento de decirte...

Basil agachó la cabeza con tristeza y pesar.

-Perdón... Por todo lo que te hice pasar.

Ambos ya los habían dado de alta del hospital, aunque claro, Sunny conservaba el parche, así como Basil tenía algunas vendas y curitas en ciertas partes de su rostro.

Habían recuperado su amistad, pese a la verdad que Sunny dijo, y las dificultades que esto conllevó.

Cada uno tuvo una reacción completamente diferente, Hero veía a Sunny con tristeza y cierta decepción en su mirada, Aubrey al principio aterrada para después ser apoderada por la ira, haciéndola ir directo hasta Sunny, si no hubiera sido por Kel quién detuvo a Aubrey como pudo, tal vez Sunny hubiera estado más tiempo en el hospital.

Por un tiempo el grupo se había separado y disuelto, aunque gracias a la ayuda de Kel pudieron reunirse de nuevo, y aunque con dudas dejaron el pasado atrás para ir hacia un nuevo futuro.

Al menos eso es lo que Mari querría...

Tanto Aubrey como Hero habían sido los que mas tardaron en aceptar, los más afectados por el fallecimiento de Mari.

Aunque igual cedieron dándoles un abrazo a Sunny y Basil con lágrimas en los ojos.

Fue un accidente, un impulso de estrés y desesperación donde nadie tuvo la culpa.

Y es seguro que Mari también lo sabe.

Lo que nos lleva al presente, de vuelta con ambos chicos.

-Ellos eran nuestros amigos, tuvimos que haberles dicho.

Sunny agachó la cabeza con arrepentimiento.

-Perdoname, Sunny, yo no debí de dar esa idea, Perdón por todo esto.

Minutos de silencio que se hicieron eternos entre ambos, una distante respuesta de su compañero.

No era un silencio cómodo, como lo solía ser cuando tenían 12.

No habían tenido una conversación divertida, alegre o normal desde hace 4 años y era incomodó.

La calidez que Basil sentía al lado de Sunny había desaparecido y siendo reemplazada por un frío vacío.

Ambos habían cambiado.

¿Qué había cambiado?

Él se había vuelto alguien más inseguro, ansioso y antisocial, había desarrollado un optimismo ciego y tóxico que lo había nublado tantos años.

Sunny por su parte de volvió alguien más seco, serio, distante y frío.

Extrañaba el pasado y no era más que su culpa el haberlo cambiado.

Si tan solo hubiera tomado una mejor decisión, ese error marcó el final de su única felicidad, la felicidad que le daba estar con su mejor amigo.

Seguramente Sunny lo había evitado por tanto tiempo, ¿Quién no lo haría? Seguramente Sunny odia a Basil, no es para menos sabiendo sus acciones y lo mucho que lo hizo sufrir.

Al momento de su reencuentro la ansiedad y el horror se habían apoderado del rubio, se le había revuelto el estómago y estaba nervioso por ver esa rostro que en su momento le dio tranquilidad, estaba temeroso a la respuesta que le daría Sunny después de tanto tiempo.

Le dolía en su pecho haber visto ese rostro vacío, extrañaba las pequeñas sonrisas que le provocaba, ese brillo en sus ojos que reflejaban todo sin decir nada, su silencio cómodo y cálido, su presencia calmante para Basil, la forma tan peculiar de expresar su cariño, la forma en la que se sentía apoyado por él.

Ambos cambiaron, y no es para menos, habían pasado 4 años sin saber del otro.

La culpa era totalmente de Basil, Sunny nunca lo perdonaría, estaba arrepentido, se sentía vacío pues al lado tenía a Sunny, pero no a su mejor amigo, extrañaba sus abrazos, extrañaba todo de él.

Sollozos y pequeñas lágrimas salían de Basil.

-Te perdono.

Esa pequeña respuesta había sacado de sus pensamientos a Basil, quien aún con lágrimas en sus ojos lo miró incrédulo

-¿Puedes perdonarme?

Sunny asintió viéndolo, estiró su mano hasta las mejillas de Basil limpiando con su pulgar las lágrimas de su rostro.

Basil tomó las muñecas de Sunny

-¿Cómo puedes perdonarme?

Basil apretó su agarre soltando más lágrimas

-Yo hice que nuestros amigos se alejaran, yo disfrace la muerte de tu hermana como suicidio, tu solo fuiste una víctima más de mis errores. Te habías ido y yo... Me sentí abandonado, no quería que te fueras de mi lado, y cuando volviste no pude mirarte a los ojos.

Sunny seguía escuchando a su amigo. Teniendo una expresión neutra

-Casi te mato, Sunny, si tú no hubieras resistido tanto te hubiera matado. ¿¡Cómo puedes hablarme!? ¿¡Cómo puedes verme sin rencor en tus ojos!? ¿¡Porqué no me odias!?

Basil comenzába a perder el control de sus emociones, sus lágrimas nublaron su visión, estaba entrando en una crisis donde la ansiedad comenzó a apoderarse de él, su respiración era agitada buscando oxígeno para seguir con sus lamentos, su corazón agitado y su mente llenándose de malos recuerdos y pensamientos pesimistas, apretando cada vez más las muñecas de Sunny, las cuales se tornaron rojas.

En medio de esa angustia y desesperación Sunny lo abrazo.

Y fue como...

Si se librará de un peso, de su tormento que por 4 años lo había perseguido se desvaneciera y aquella calidez que tanto extraño volviera.

-No te lamentes.

Sunny intentando consolar a su amigo le daba suaves caricias en su cabeza.

-Nada de esto fue tu culpa

Basil comenzó a llorar en el regazo de su amigo, desahogandose.

Pasaron un par de minutos para que Basil se tranquilizara, aunque sin separarse del abrazo.

Ambos estaban en silencioso, pero a diferencia del anterior, ambos se sentían cómodos con él, Basil sentía esa calidez que había extrañado.

Aunque muy a su pesar tuvieron que romper el abrazo, no tuvieron que decir absolutamente nada para entenderse, Sunny había dejado una maceta con flores, eran de color blanco.

Aunque Sunny no conocía bien el significado de cada flor como Basil, escogió el color blanco por qué siempre le recordó a su hermana, y espera poder volverla a ver en un más allá.

Basil soltó una risa pequeña viendo las flores, ambos salieron del cementerio, liberados de aquel pesar y culpa.

Tal vez podrían intentarlo de nuevo.

Recuperar lo perdido y tal vez mejorarlo, solo el tiempo dirá.

Aunque ni la misma muerte podría separarlos.

Dulce Armonía || Sunflower Donde viven las historias. Descúbrelo ahora