Capítulo 17: No un adiós, sino un hasta pronto

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Dan se sintió caer lentamente en un pozo oscuro y sin fondo, sin poder mover ninguna de sus extremidades. El ambiente se sentía frío y fresco, como dejarse caer en el agua, pero a la vez lúgubre: cada vez que descendía, todo se tornaba más oscuro. Acaso... ¿estaba muriendo?

"¡Papá...!" escuchó una voz a lo lejos.

"Simba..." reconoció, escuchando la voz cada vez aún más lejos, "Lo siento"

El rey león pudo sentir cómo la tristeza le embargaba desde el fondo de su corazón. De alguna forma, creía que no podría llegar con su hijo. Lo que fue un momento se transformó en minutos que luego se sintieron como horas de caída... ¿no tendría fin aquello? Sin embargo, cuando lo pensó, todo su cuerpo se sintió caer suavemente sobre algún tipo de superficie

Al abrir los ojos, se encontró tumbado boca abajo, completamente solo y escuchando el silencio. Nadie lo vigilaba y yacía en medio de una brillante neblina que cubría un espacio de hierba baja, como en las praderas. La temperatura del ambiente no era ni caliente ni fría mientras que el cielo también estaba nublado.

"Dan, bienvenido" le dijo una voz.

Frente a él, entre la neblina, apareció un león un poco más grande que él. Su cuerpo no era un espíritu, sino material como lo había sido en los viejos tiempos. Era alguien que Dan reconoció con demasiada facilidad.

"Bisabuelo Mufasa..." le dijo. Entonces, comprendiendo lo que pasaba, preguntó: "Entonces, ¿estoy...?"

El león no respondió, sino que hizo una seña para que le acompañara, a través de un pasaje que se había abierto a través de la neblina. Sin vacilación, Dan le siguió.

"Bisabuelo Mufasa, ¿dónde estamos?" preguntó Dan luego de haber caminado por unos minutos.

"Esa es una pregunta que solo tú puedes responder" le respondió Mufasa, "¿Dónde te parece que estamos?"

"Pues... sin la niebla, parecerían los campos Mbali en las tierras del reino..."

No hubo bien dicho aquello cuando la niebla empezó a despejarse dando lugar a varios campos verdes y libres como lo era lo que él conocía como los campos Mbali. La diferencia con el original era, que no había ningún animal en ella, ni siquiera el canto de pájaros.

 La diferencia con el original era, que no había ningún animal en ella, ni siquiera el canto de pájaros

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"¿Cómo...?" preguntó Dan.

"Este lugar se convierte en los de tus mejores recuerdos" le explicó Mufasa, "Pero no te confundas, lo que esperas ver no lo encontrarás aquí: solo son recuerdos distantes. Por ejemplo..."

Frente a ellos, unos árboles frondosos se revelaron detrás de otra capa de neblina, espaciados y separados para crear un amplio camino entre ellos. Más adelante, al notar la gran roca inclinada, recordó dónde estaba.

"Es... ¡la arboleda Mizimu!" exclamó.

"No lo es" le corrigió Mufasa, "Recuerda: son tus recuerdos..."

El Rey León 6: Más allá del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora