Me despedí de Boruto al siguiente día. Había temido la persuasión, el atractivo y el interés de Boruto.
Y cuando subí a mi habitación para sacar mis maletas, de repente lo ví erguido en el umbral y sentí su mirada foja en mi. Me volteé.
—¿Ocurre algo?
—solo.... Quería decirte que iré a verte en cuanto termine mis labores. ¿Cuánto tiempo estarás ausente de verdad?.
—estaré un mes o dos—y le anoté una dirección al dorso de mi tarjeta personal—estaré ahí cuando no me encuentres en la sala de exposición.
—te prometo que iré.
Cuando se fué, iba convencida de mi íntima excitación, de la forma en que me había pasado ese acercamiento tan extraño ayer. Me había convertido en una llama vehemente ante él cada vez que sus ojos me exploraban mi cuerpo y mi rostro. Y su nariz posándose en mi cuello fué como una caricia sensual y apasionada. Pero no había sucedido nada más, porque él me respetaba. Hasta podía añadir que Boruto no sería esa clase de persona que se emocionaba solo por sexo.
No me subestimaba.
Pensaba también que él tenía escrúpulos y respeto en cuanto a los deseos de una mujer. No se había acostado tampoco con chicas. Ni siquiera un beso. Y eso para mí era extraño. Era ilógico, ¿No?.
No quería imaginar lo que Boruto insinuaba fuera de la ciudad. Sería una locura si Boruto apareciera de repente con una mujer que no fuera yo, agarrados de la mano.
Subí al tren una hora después, caminando por impulso. Vestía mi ropa ninja: un short de pana color rojo y un quipao blanco de mangas arremangadas a mis codos y cerrado por una cremallera de lado abajo, con bolsillos dónde hundía mis manos, crispados aún por la incógnita que vivía, el desconcierto o la interrogante.
Habían hombres capaces de engañar y de mentir. Pero veía lejano y Boruto no era así. ¿Por qué dudaba tanto de él? ¿Por qué no solo dejar pasar esa indiferencia?
Él es un buen amigo. Y si de algo sé es que Boruto Uzumaki no jugaba con mis sentimientos. Todo me lo decía y se llamaba sincero cuando lo decía
Me sentía incómoda conmigo misma, pero no era capaz de saber que nombre ponerle a esa incomodidad. Cuando por fin encontré un lugar en el tren, me dejé caer pesadamente en la esquina del asiento, exactamente cerca de la ventanilla y admiré el paisaje. Serían unas horas más para llegar a Sunagakure.
Resoplé y me incliné hacia adelante, apoyado mis antebrazos en las rodillas.
Necesitaba a alguien para ayudarme a reflexionar sobre el asunto que tanto me preocupaba.
Absorta hundí mi rostro entre mis manos y lo froté. No quería dormirme y el libro que había traído conmigo lo busqué en mi bolsa y empecé a leer monótonamente, como si no lo estuviera haciéndolo, como si no me percatara de que estaba leyendo las primeras líneas.
Desahogarme con un libro....bien pensado, Sarada.
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🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮🌸💮Cuando llegué al país de la arena me hospedé en un hotel y casi sorprendiéndome de la primera visita que recibí fué la de Shinki
—que sorpresa verte aqui—exclamé.
—supe que venías—me dijo al mismo tiempo que me ayudaba con mis maletas—estás anunciada en todos los carteles de la ciudad. Me ha dicho Hima que casi todo lo tienes preparado—y contemplando y llevándome a los pasillos, añadió con una tibia sonrisa—si quieres, te puedo enseñar parte de Sunagakure, ya que pronto estaré a cargo de mi país, no vendría mal que conozcas el lugar de tu aliado.
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Cuando una estrella dejó de brillar.
RomantiekSegundo libro de el viaje inesperado Borusara. Boruto era un hombre aventurero, las misiones que él hacía ahora eran diferentes, y se mantenía apartado de las personas que lo querían.... Sarada, que era su amiga y escuchaba todas sus confidencias, t...