Capítulo 3

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Aún con los días avanzando hacia su incierto futuro y con las decisiones ya tomadas, se esperaba fueran ya vistas a la luz del pueblo.

La realidad era mucho más cruel, él seguía empeorando, su condición actual le decía que su pueblo se encontraba inconforme y que aún continuaban los disturbios en las calles.


Cómo si la guerra no fuera suficiente, ahora debía lidiar con una revolución.


"Inconformidad", "insatisfacción"... eran lo único que sentía siempre, al ver que ningún resultado de sus decisiones lograba verse como él tanto quería.


Llamó su atención un pequeño detalle, entre su gran montón de papeles. Algo simple, pero que en su ocupada mente dejó pasar.

Una supervisión presencial es lo que se encontraba en aquel documento, no lo había pensando tan detenidamente hasta ahora, pero jamás había salido de la mansión desde que tomó el cargo.


Sus decisiones se basaron mayormente por opiniones y comentarios, aún cuando Lenin le aseguró que no era necesario que se preocupase por lo demás, que éste mismo se terminaría encargando de todo.



URSS. - No quiero ser igual a él, por algo su gente se alegró por su caída..."El futuro era incierto". — Dijo, con cierto aire de melancolía. Su vista se posicionó en el ligero contoneo de unas blancas cortinas, a pesar de la fría brisa que llenaba el lugar, no le parecía desagradable. Cerró sus ojos y continuó con la profundidad de sus pensamientos.—


URSS. - "Debes ser fuerte, no te permitas ver débil".



Día de la inspección.


Una fábrica era lo que estaba frente a sus ojos, la vista no era precisamente lo más agradable de ver. Los rostros demacrados de unos trabajadores descuidadamente desnutridos, el desagradable aroma a suciedad inundó sus fosas nasales, provocándole ligeras náuseas que logró disimular.


Todos en el lugar lo miraban con gran asombro, nunca en sus maltrechas vidas, se habían topado con un Country. El silencio era evidente y tan solo bastó con la ligera caída de un hoja de papel, para así poder romper aquel fúnebre silencio.


URSS se encontraba completamente estupefacto, no sabía si con un ligero suspiro haría caer al suelo a aquellos hombres. Todo se encontraba tranquilo, hasta que la evidente inconformidad de uno de los trabajadores, se hizo presente.



Trabajador - ¿Es uste' es el famoso Country establecido? — Con cierto desdén, se dirigió al pequeño Country. URSS solo levantó ligeramente la ceja, al notar el tono con el que fue dirigido. No le agrado, en ningún sentido.—


Trabajador - Sí bueno, ya que está aquí porqué no es de ayuda y nos provee de comida. Este basurero solo nos da lo que ni las ratas podrían comer, "joven señorito". — El silencio se rompió al terminar aquel discurso, el lugar se llenó de un interminable sonar de múltiples quejas y protestas. Algunas más serias que otras, pero ahora eso no importaba. Los aires comenzaban a caldearse y poco a poco, fueron acercándose a URSS con intenciones más agresivas.


Antes de ése momento, URSS no había tenido contacto con ningún representante de su pueblo. Sabía que exigían cosas, pero no precisamente qué.


Éste fue su primer encuentro, un primer y desagradable encuentro.


Sus pensamientos regresaron en su lugar, cuando aquel trabajador, que fue el primero en ser quien protestó, se acercó con un objeto brillante hacía su dirección.


El momento se congeló por unos cortos segundos. Un profundo dolor se hizo presente en su brazo izquierdo, el caos y su tardía reacción le costaron una apuñalada.


Después de la primer apuñalada, el atacante notó haber fallado, quiso intentar una segunda. Retomando su postura, se acercó con desespero directo hacia su objetivo. Pero lo que no esperaba, fuera que su misma víctima sacaría de un bolsillo, una pequeña arma y con ella, le dió a su atacante su último respiro.


Tendido en el suelo y con los sesos dispersados, se veía aquel maltrecho trabajador. El silencio se tornó sepulcral, nadie esperaba tal reacción de lo que parecía un simple y pequeño Country.


El terror inundó el rostro de aquellos trabajadores al mirar al detonante del arma, su rostro no reflejaba emociones y en él, se podría ver los restos de sangre que aún escurrían de su fallecida víctima, en su mirada no había más que vacío total.


URSS retomó su compostura y con un elegante andar, continuó su camino.








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