8

167 8 0
                                    

Un día iba yo por otra calle que no conocía, cuandoempezó a llover mucho. Entonces me metí a una vecindad. Ydesde entonces he vivido ahí.

 Primero me quedé en la vivienda número 8, en la cual vivía una señora muy viejita, la cual me dijo que yo le recordabaa un nieto que ella había tenido.

A esta viejita del 8 le temblaban muchísimo las manos,por lo cual no podía hacer muchas cosas. Por eso yo laayúdaba. Pero ella decía siempre: "Dios tendrá que hacerme el milagro de que alguna vez me dejen de temblar las manos."

Hasta que un día llegué a la vivienda y me di cuenta deque ya no le temblaban las manos; y toda ella estaba quietecita, quietecita.

Creo que la enterraron al día siguiente...

Pero poco después llegó otra persona a ocupar lavivienda número 8, por lo que yo me tuve que salir de ahí. Sinembargo, como ya tenía muchos amigos en la vecindad, un díame invitaban a que darme a dormir en una casa y otro día en otra. Y así hasta la fecha. Porque no es cierto eso de que yo vivodentro de un barril, como han dicho algunos. Lo que pasa es queyo me meto al barril cuando no quiero que los demás se dencuenta de que estoy llorando. Y también cuando yo no tengoganas de ver a los demás. O cuando tengo muchas cosas enqué pensar.

De todas maneras la gente ya se había acostumbrado allamarme El Chavo del Ocho, y así es como me siguen llamandotodos.

El diario del chavo del 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora