𝗩𝗼𝗹𝗸𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗢𝗻𝗲-𝘀𝗵𝗼𝘁𝘀

Roses

Viktor Volkov.

Un hombre sencillo al que nunca en su vida el inherente y cálido significado de las flores hizo una diferencia importante, incluso a pesar de vivir rodeado de docenas de ellas durante su niñez.

Es tabú en muchas culturas del mundo que sean los hombres quienes regalan flores a su pareja; ya sea en una fecha importante, a modo de disculpa o como una declaración de amor y, en su mayoría, siempre se trata de rosas.

Obtenerlas incluso se considera un clásico cliché romántico hoy día y, justo por lo anterior, grande fue su sorpresa cuando mil rosas rojas aparecieron frente a sus ojos el día que abordó aquel yate en medio del vasto océano para reencontrarse con su atolondrado alumno de cresta.

Mil rosas.

Todas y cada una destinadas sólo para él.

Tan pronto como Volkov reparó en ellas sus mejillas se tintaron del mismo intenso carmín que relucía en sus delicados pétalos, aunque tal reacción fue envuelta en un secreto por la sombra de la noche.

Un ademán incapaz de ser contenido fue el inhalar profundamente la brisa marina entremezclada con el dulzor que emitían aquellas flores, un exquisito aroma que deleitó su corazón en apenas un instante.

Mil rosas.

¿Su significado?

Una bienvenida por su puesto y, a su parecer, una confesión implícita también.

Tal vez, a causa de su creciente bochorno, Horacio no fue consciente de la conmovida sonrisa ladina que el ruso le obsequió cuando le dio la espalda; pero tal infortunio no hacia menos real el sentimiento naciente entre ambos.

El recuerdo de aquel detalle ahora es vago, difuso y plagado de sentimientos encontrados; así su opinión no se desvió por mucho del concepto original que concernía al cliché romántico de las rosas.

A Viktor no le interesaban en absoluto las flores pero ¿por qué su corazón latía frenético cuando el ramo volaba en el aire? ¿Por qué se esmeraba tanto en conseguirlo en cada boda a la que asistía?

Por supuesto encontró la respuesta a ambas interrogantes cuando que se descubrió enamorado de su Director de facción y un ramo de rosas le fue entregado en medio de la sede del FBI.

Rosas blancas y rosadas envueltas en un delicado listón color beige.

Era pequeño, lo suficiente como para sostenerlo con una sola mano; pero no por ello menos dotado de cándida pasión e ilusiones.

Su corazón dio un vuelco cuando su característico aroma suave inundó sus fosas nasales e inevitablemente sonrió una vez estuvo a solas en el vestidor.

Las flores del yate eran una cosa, pero recibirlas de esa forma tan directa era... de alguna forma encantador.

Aquella era la primera vez en 40 años que recibía un detalle de ese tipo; justo por ello cada día desde que lo recibió se encargó de cuidar las flores diligentemente e incluso una vez este marchitó lo mantuvo consigo.

Desde ese día cada minúsculo detalle que antes consideraba como insípido, cliché e inecesario adquirió un nuevo significado al lado de su nuevo compañero de vida.

Horacio transformó su realidad sin vacilaciones ni reparos de por medio y Viktor le agradecía por ello.

Ahora le encantaba recibir rosas y el contrario lo sabía perfectamente, por ello no necesitaba un motivo específico para obsequiárselas en medio de un sábado por la mañana al despertar o a mitad de un operativo policial un jueves por la tarde.