~ For you ~

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El estridente silencio que los envolvía era únicamente roto por los apenas perceptibles siseos de Volkov haciendo estrujar con cada uno de ellos al frágil corazón del director del FBI.

— No debiste golpearlo — murmuró en voz baja el ahora castaño mientras limpiaba el lastimado rostro del ruso con un par de apósitos ligeramente humedecidos con desinfectante.

Delineaba con delicadeza una de sus perfectas y perfiladas cejas evitando a toda costa mirar directamente los profundos zafiros que yacían clavados en él; simplemente no podría mirarle sin que sus piernas le traicionaran al flaquear y hacerle caer al suelo.

— Yo... lo siento, Horacio — respondió embelesado por los bonitos bicolores que hace días no admiraba tan de cerca — si él... es importante para ti no... no volveré a inmiscuirme en tu vida privada.

Al concluir la frase tragó con fuerza esperando así deshacer aunque sea un poco el nudo que obstruía su garganta desde hace ya un par de horas.

— ¡Pero si el que me importa eres tú! — aclaró en un tono ligeramente más elevado de lo que le habría gustado denotando así su evidente desacuerdo a lo dicho por el ruso.

— Él solo es un mierdas que me abandonó, yo solo quiero que no te haga daño a ti — concluyó esta vez mirándole directo a los ojos.

— Pero él dijo que había vuelto por ti y eso-

— Ya sé lo que dijo — le interrumpió — pero el no me importa ¿vale?, ya sabes que a mi... me gustas tú — concluyó inseguro desviando la vista y continuando con su tarea.

La última frase le había dado un vuelco al corazón.

Aún con "él" ahí... Horacio le quería y se preocupaba por su bienestar; tal vez no todo estaba perdido.

Sonrió internamente ante la idea y aunque no lo demostrara en el exterior por dentro estaba gritando.

— Horacio tu...

— N-no tienes que decirme nada — le interrumpió sin ánimo de sufrir un rechazo más, su pobre corazón no podría soportarlo estaba seguro de ello.

— E-entiendo que para ti nuestra relación es solo de trabajo y... esta bien, es solo que... pudiste habérmelo dicho desde un inicio ¿sabes? Antes de... que me ilusionara — concluyó esbozando una sonrisa triste que aunado a su discurso terminó de paralizar al ruso.

Incapaz de soportar el sofocante silencio que se había apoderado de la habitación dio media vuelta con intención de huir lejos de ahí, pero la mano del peligris sosteniendo la suya le impidió dar más de un paso.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar Volkov tiró de él y lo envolvió entre sus brazos con fuerza aterrado de distanciarse aún más de él o aún peor, perderle.

Horacio jadeó sorprendido más no se resistió, por el contrario se entregó a la creciente calidez que comenzaba a inundar su pecho y correspondió el contacto aferrándose con fuerza a la cintura del contrario.

— Tú no eres solo trabajo — le susurró el más alto afianzando el agarre en un afán de transmitirle todo aquello que no se atrevía con palabras — ya... te lo he dicho, Horacio; eres... una persona muy especial para mi; te confiaría mi vida sin pensarlo.

Por mucho que distaran sus palabras de lo que Horacio realmente esperaba escuchar no podía evitar sentirse "especial" pues anhelaba con todas sus fuerzas que lo que Volkov le decía fuera real y que él no fuera... solo trabajo.

Por mucho que distaran sus palabras de lo que Horacio realmente esperaba escuchar no podía evitar sentirse "especial" pues anhelaba con todas sus fuerzas que lo que Volkov le decía fuera real y que él no fuera... solo trabajo.

— Ya, pero... son tantas cosas que ya no sé si confiar — "en ti" quiso añadir más optó por omitirlo bajo el temor de destrozar por completo el pequeño momento que compartían — últimamente me ocultas tantas cosas y Maia-

— Lo que esa loca te haya dicho no es cierto — replicó separándose de él ligeramente con intención de mirarle a los ojos esperando así que el contrario confiara de nuevo en sus palabras.

— He vuelto aquí por ti, tomé un vuelo desde Rusia porque tú me llamaste, entré al FBI para cuidarte y ayudarte con Gustabo y yo... yo daría mi vida por ti porque solo quiero que seas feliz, Horacio; porque — "te quiero" pensó mas no llegó a verbalizarlo, aún no era tiempo.

— Quiero que recuperes ese brillo que me deslumbró hace tantos años — concluyó riendo por lo bajo — yo no... no dejaré que te apagues de nuevo; no volveré a... a dejarte solo, te lo he prometido antes y te lo reafirmo ahora.

El aludido sonrió como respuesta y volvió a apegarse a él enterrando el rostro en su pecho, aspirando la colonia que tanto le encantaba desde que era un alumno y dejándose envolver por completo en la calidez que el simple contacto le producía.

Tal vez el ruso no lo sabía, pero en ese momento Horacio estaba confiándole su frágil corazón una vez más.

— Aún me debes un trago — murmuró aún aferrado al pecho del contrario.

Las características mariposas no tardaron en armar revuelo cuando la sonora carcajada de Volkov inundó la estancia.

Definitivamente aquel era el favorito de sus sonidos.

— Cuando quieras, hombre — murmuró sin intención de soltarle ni en ese momento ni en lo que les quedaba de vida, porque si Horacio se lo permitía permanecería a su lado hasta el final de sus días.


FIN

𝗩𝗼𝗹𝗸𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗢𝗻𝗲-𝘀𝗵𝗼𝘁𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora