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Ronan.

Mis ojos se abrieron mientras sentía el palpitar de mi cabeza. El dolor es insoportable.

La furia en mi cuerpo me hace levantarme mientras me encaminó hacía el cuarto de Emma.

Empujó la puerta mientras la busco entre la oscuridad.

-¿Emma? ¿Hermanita?- digo con un súbito toque de burla.

Me encanta hacerla sufrir.
Me encanta verla llorar.
Amo el miedo que siente hacía mí, como la sangre sale de sus heridas.
De las heridas que yo hago.

Sonrió.

-¿Emma? Sal, Emma, ya no te haré daño, lo juro.- miento.

Pasan unos minutos, y Emma no sale. Mi ceño se frunce cuando no oigo ningún sollozo o respiración.

-¡Emma! ¡Sal, ya!- empiezo a caminar entre la oscuridad.-¡Emma! ¡No me hagas hacerte daño!-

No esta. Ella no esta.

Las lágrimas empiezan a salir de mis ojos, mientras la buscó.

-¿¡Emma!? Emma, sal, ¡por favor!-

La risa de Leah me hace abrir los ojos.

-Eres un estupido, Ronan, ¿acaso no lo entiendes? Ella se fue.- dice mientras camina alrededor de mi.

-¿cómo? ¡Ella no puede!- gritó desesperado.

El tacón de Leah se incrusta en mi estomago mientras escupe en mi cara.

-¡Eres un maldito loco! Deberías morir.- dice mientras sonríe.

No, no, no.

-Tú no eres real, eres de imaginación, no eres real.-

La carcajada de Leah retumbo sobre toda la habitación oscura.

-¿En serio sigues creyendo eso, Ronan? ¿Sigues siendo tan iluso? ¿En serio crees que no soy real? Porque, solo mira lo que acabó de hacer y lo que haré ahora.- dice sonriendo.

-¿¡Qué le hiciste a Emma!?- grite.

-Le hice lo mejor que podría hacer.- dijo encogiendo los hombros.- llamé a su querido noviecito y le di toda la información de donde estaba Emma.

-¿Qué?-

-Lo que oíste, asesino.- sonrió cínicamente.-Espero que te pudras en la carcel, por todo lo que has hecho. Por asesinar a tú familia, por asesinar a inocentes, por asesinar a mi familia.- la voz de Leah se quiebra un poco a la última oración, pero luego se recompone.

-¿qué?- vuelvo a repetir.-¿maté a tú familia?- balbuceó.

-¡Cállate! ¡Te odio!- dice mientras vuelve a patearme en el estómago.- Ojalá mueras tan lentamente y dolorosamente. Porque eso es lo que te mereces, malnacido.

El tacón de Leah se incrusta en mi cabeza, una, dos, tres veces, hasta que todo se vuelve borroso.

-Te lo mereces.- solloza Leah. Nunca la había oído llorar.

-Me lo merezco.- susurró mientras caigo en un profundo sueño.

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Gracias por todos los leídos, y por agregarme a sus listas de lectura. Son geniales:).

-fía.

Querido Amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora