|| CAPITULO 1 ||

19 2 0
                                    


CARLOTA

Ruelle, Ruelle, Ruelle.

Repito el nombre del reino una y otra y otra vez, nunca antes me di cuenta de lo estúpido que suena ese nombre.

Stefan y Víctor son unos completos idiotas al atacar sus reinos sin motivo aparente

¿Cuál es la necedad de los hombres por destruir todo? No lo sé, pero los odio.

Ruelle, Ruelle, Ruelle.

¿Cuánto tiempo durará mi paciencia?

Me levanto del trono y camino por los pasillos de mi castillo hacia la puerta del gran salón, la junta de los mandatarios de Adler decidió que este era el mejor lugar para llevar a cabo la reunión. Ya sea porque de los cuatro Herederos yo era la única que los controlaba un poco o porque se ahorraron el estrés de citarnos a los 4 en la Clart de Adler

Podría apostar que Víctor ni si quiera se tomó la molestia leer la carta y venir por lo que mandó al retrasado de su hermano.

Stefan siempre fue un cínico y sin vergüenza alguna se presentó hace media hora pidiendo que le llevaran un platillo de ensalada.

¿a quién debería de odiar más? A Víctor por cobarde o a Stefan por estúpido. En cuanto Katherine lo vea, lo llenará de serpientes para que muera en agonía, ya que, teníamos un trato.

5 malditas cosas fáciles que debían de seguir

-No atacar a los reinos (los atacan)

-No mentir sobre los asuntos importantes (mienten)

-No matar, secuestrar o aniquilar a los habitantes de los 4 reinos (lo hacen)

-No llamar la atención de los mandatarios (Evidentemente lo han hecho)

-Nunca crear rivalidad entre los herederos bajo ninguna circunstancia

Cierro los ojos con enfado y entro al gran salón cuidado por un par de Dragones enanos color carmín, con grandes púas en el dorso y ojos negros como las noches de octubre, quienes hacen una reverencia al verme pasar y abren las puertas con sus grandes colas

Lo primero que veo es la gran mesa rectangular de exquisita madera que se encuentra en el medio del salón, a un extremo se encuentra la silla vacía de Víctor, al lado se encuentra Stefan, jugando a aplastar a un pequeño artefacto con color llamativo. Las sillas restantes son de Katherine y la mía.

Stefan clava sus ojos en mi dejando caer al pequeño slfich sobre una bandeja de plata encima de la mesa, él sonríe comienza a dar pequeños aplausos llenos de sarcasmo mientras la pobre criatura se retuerce.

—¡Hasta que se digna a aparecer la Reina de Orza! —levanta los brazos con alegría, su cabello rubio se despeina un poco con el retroceder sus mangas; Junta sus palmas sobre su cabeza y acerca sus muñecas sin tocarlas, después agacha su cabeza, hace el saludo real de Orza— Oye que mal servicio el de tu palacio querida Lottie, no me han traído mi ensalada.

Tuerzo los ojos al sentarme en mi silla ocupando mi lugar al contrario del de Víctor y el, suelta una carcajada

—Tu amado Vampirillo no ha venido—Me dice subiendo sus pies a la mesa—Veo que sigue teniéndote miedo después de lo que paso hace años.

Empiezo a sentir un escalofrió desde el cuello a mis brazos con su comentario y ante el recuerdo, su risa me provoca repudio. Clavo mi mirada en el piso y mis uñas en la tela de seda de mi vestido, él se da cuenta y borra su sonrisa de inmediato.

Reino en RuinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora