LA NOCHE ERA FRÍA y sorprendentemente tranquila. Todos descansaban para lo que se avecinaba en la madrugada.
Cuando extendió la mano, encontrándose sola en la cama de su habitación, la mujer se incorporó. Pasó las manos por su rostro, tratando de despertarse y adaptarse a la escasa luz. Al ver al hombre mirando por la ventana, tomando un sorbo de su taza, dándola la espalda de pie a varios metros de ella, descubrió su cuerpo de la sábana.
Quedando en una camiseta de tirantes negra y unas bragas del mismo color, anduvo hasta llegar con él. Le abrazó por detrás, pasando sus manos por el pecho del contrario y apoyando la cabeza en su hombro.
No había escuchado el sonido del edredón, ni las pisadas en el frío suelo, ni las dos veces que le había llamado aun adormecida. Pero al sentir el calor de su cuerpo en el suyo, todo pensamiento que le mantenía distraído se esfumó, quedando solo ellos en el cuarto.
La mujer dejó escapar un suspiro, notando como el hombre se relajaba sintiendo los latidos de su corazón.
—¿Qué pasa?— Cuestionó ella sin dejar de abrazarle.
Él tardó un poco en contestar, manteniendo la mirada perdida en el cristal de la ventana. Dejando escapar un suspiro como el de ella, cerró los ojos. —Nada.
—Si no vas a decirme lo que te pasa—, comenzó posicionándose frente a él sin separarse en ningún momento, y dejando las manos descansar sobre su pecho. —¿volverás conmigo a la cama?
El hombre la miró, llevando su mano libre a la cintura de ella, sintiendo la tela de su ropa interior. Tras unos segundos, ella tomó la taza, apoyándola en una mesita cercana. Luego cogió su mano. —Vamos—. Dijo, comenzando a dirigirse hacia a la cama, llevándolo con ella.
Él no apartaba la mirada de la mujer, y cuando sus manos se separaron, viéndola sentarse en la cama para comenzar a retroceder sin dejar de mirarle, él comenzó a trepar hasta quedar sobre ella. Se colocó entre sus piernas, y por un momento, ambos se perdieron en la mirada del otro.
Hasta que la mujer cogió con un dedo la cadena de acero al rededor de su cuello, tirando de él hacia abajo para unir sus labios.
Al principio era lento; tranquilo. Pero luego se fue haciendo más hambriento; necesitado. Llevó sus brazos al rededor del cuello del contrario, atrayéndolo más a su cuerpo. Este, llevó una de las manos con la que se estabilizaba para no dejar caer todo el peso sobre ella a su cadera, pasando la mano por debajo de las bragas para tocar la piel de su muslo.
Ella gimió al sentir las caderas de él pegarse a su intimidad, y advirtiendo como aquello hacía que la mano comenzara a ir hacia esta, le detuvo.
Sus respiraciones eran aceleradas. Sus pechos subiendo y bajando contra el del contrario. El hombre la miró confundido, a lo que ella respondió —Necesitamos descansar.
—¿Y si yo no quiero descansar?— Cuestionó con la voz ronca antes de volver a capturar sus labios con los suyos.
Ella no protestó al principio, dejando que este dejara besos húmedos en su cuello. Pero sintiendo una vez más la mano del hombre acercarse peligrosamente a su intimidad, volvió a pararle. El gruñó, tensando la mandíbula antes de mirarla. —Necesitamos descansar—. Repitió ella. —Mañana va a ser un día movidito.
—Quiero que nuestro último recuerdo aquí sea memorable—. Respondió sin mover la mano de donde la tenía. —No será necesario, pero-
—Si sucede—, le interrumpió sin brusquedad. —nuestro último recuerdo aquí ya lo es—. Llevó una de sus manos a la mejilla del hombre, sintiendo su cálida piel en contacto con la suya.
El silencio era demasiado alto.
—No sucederá—. Aseguró él.
—Solo quiero recordar esto siempre.
—Nena...
Ella besó sus labios una última vez, cerrando los ojos para perderse en ellos. Él fue quitando la mano hasta llegar a su cuello. Cuando se separaron, él se echó a su lado, apoyando la cabeza en el pecho de la mujer, queriendo escuchar y sentir su latido.
Sabía que su amante se relajaba de aquella manera. Era como recordarse así mismo que la mujer con la que compartía ahora su vida era de verdad. Estaba con él, de verdad.
El silencio invadió la habitación una vez más, pero ninguno de los dos pudo conciliar el sueño de nuevo. Ella tocaba su corto pelo, pensando en lo que podía ocurrir los próximos días. El peligro al que se enfrentaban era demasiado grande, y la presión demasiado alta.
En cuanto a él, hubo mucho en lo que pensar también. Odiaba sentirse de aquella manera; débil en los brazos en la mujer en la que no podía parar de pensar. En la preocupación constante que sentía, temeroso de que la pudiera suceder algo en el campo de batalla. Pero a la vez lo amaba. Estar con ella, de y en cualquier sitio y manera posible. La adrenalina. Sentir lo que le hacía sentir cuando la veía sonreír, entrenar, dormir... Todo, a todas horas.
ASÍ PUES, cuando unos días después, el Corones Miles Quaritch y la Coronel Jessica Ramsay fueron declarados muertos en acto de servicio, todo pareció acabarse.
Pero nadie sabía que ellos dos estaban destinados a reencontrarse incluso en el más allá.
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𝐀𝐅𝐓𝐄𝐑𝐋𝐈𝐅𝐄, miles quaritch
Fanfiction↠ 𝐀𝐅𝐓𝐄𝐑𝐋𝐈𝐅𝐄 ❛ meant to be together even in the afterlife ❜ avatar 2 fanfic miles quaritck x oc coronel miles quaritch x oc