Capítulo catorce

9 3 0
                                    


14 / Culpable


La tristeza es solo un
sentimiento de culpa.

Bob Marley

He salido a trotar.

Rara vez lo hago, pero me gusta sentir el viento y ver todo lo que se atraviese a mis ojos. Además quiero despejar mi mente. Siento que me va a explotar la cabeza en cualquier momento.

Nada está bien. Bueno, cuando lo este, significa que se va a acabar el mundo.

Optimista siempre

Theo lleva dos días sin aparecerse en el búnker. Los chicos me dijeron que él necesita espacio, necesita asimilar, ya que quería a Isla de una manera irracional.

Suspiro.

Si tan solo me hablarán con la verdad.

Miro a los lados para ver los rostros de Gian y Jacob quienes decidieron a acompañarme a correr. Dijeron que por nada del mundo salía sola porque podría ser peligroso. Hasta me hicieron colocarme una gorra para que tape la mayoría de mi rostro, aunque ahora es más difícil reconocerme, porque ya no soy castaña..., ahora soy pelirroja.

En fin... Así que aquí estamos.

—Así que la solución sería matarte.—deduce Gian mientras yo asiento con la cabeza.

Les he contando mi sueño, recuerdo, o lo que sea que haya tenido. No quiero lidiar sola con esto, además ellos me dijeron que podía contarles lo que quisiera, que contaba con ellos.

Y por alguna razón, confío.

—¿Quieres morir?—pregunta Jacob de repente haciendo que me detenga al instante.

¿Quiero morir? Esa es una pregunta que no sé si pueda responder.

A veces lo deseo. A veces deseo terminar este sufrimiento. A veces solo deseo estar en paz. Sin embargo, también deseo luchar, triunfar y luego poder vivir libremente.

Solo deseo estar y a la vez no estar.

Es raro, lo sé, pero así me siento y no creo que puedan entenderlo como yo lo hago.

—Quiero ganar. —contesto. —Y para eso, tengo que descubrir la verdad de tantos secretos y mentiras ocultas.

Me detengo y ellos hacen lo mismo.

—Y te vamos a ayudar con eso. —me asegura Gian y coloca su mano en mi hombro como gesto de apoyo.

Miro de reojo a Jacob y veo como se tensa y aprieta la mandíbula. Después de que Gian me besó, él ha estado pendiente cada vez que el italiano se me acerca o hace contacto físico conmigo. Aunque no quiero imaginarme nada, solo son locuras mías que cruzan por mi mente, así que las dejo ir al instante que aparecen.

—¿No me van a ocultar más nada?—les pregunto a los dos mientras dirijo mi mirada hacia cada uno.

—No. —contesta Gian de inmediato. —Lo prometo, bella.

Lo miro fijamente y él igual. Luego me sonríe y siento que me dice la verdad, siento que es sincero conmigo; además, él se ha vuelto más que un compañero, un amigo.

Sueño Eterno [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora