Capítulo trece

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13 / Cruda realidad

No estoy triste, ni feliz, solo quiero desaparecer un rato.

Anónimo.

Al entrar al búnker, todo fue silencioso.

Nadie pronuncio ninguna palabra desde lo ocurrido con el tren. Ni si quiera Gian que es tan parlachin. El aire está tan tenso y pensé que todos estaban enojados con todos, sin embargo no entendía el por que, ya que pues..., todo no salio como esperábamos pero estamos vivos.

¡Vivos!

Y eso es lo que importa.

Miro al chico que camina adelante sin decir ni una palabra y mirando hacia el suelo. Quiero hablar con Theo sobre lo de Isla. Me parece extraño su reacción, como se puso de loco cuando la vio tirada en el suelo y muerta.

Se me coloca la piel de gallina con tan solo recordarlo.

Así que me acerco a su habitación, ya que al instante que entramos se dirigió a ella, sin embargo él se las pilla, y de inmediato me detiene.

—Lo hablaremos mañana. —responde cortante y me cierra la puerta de su habitación en la cara.

Idiota.

Mi mirada se dirige donde Jacob, el cual está en su habitación con la puerta abierta. Miro atentamente cada uno de sus movimientos, ya que él está de espaldas sin poder mirarme, pero no me imaginé lo que haría a continuación.

Se. Está. Quitando. La. Camisa.

¡Se quitó la camisa!

Veo cada momento y me encanta la vista. Al ver como sus músculos se flexionan mientras se la sacaba por la cabeza, desordenando su melena negra en el proceso. Su espalda ancha y fuerte quedando a mi visión.

Me relamo los labios por inercia disfrutando de esto, hasta que él se voltea y me ve.

¡Atrapada!

Pensé que se iba a enojar y me iba a cerrar la puerta en la cara como hizo Theo, pero no fue así. Él no es Theo.

Lo que hizo fue darme una sonrisa ladina de esas provocadoras sin apartar sus ojos de mí. Mi cuerpo se tensó y un escalofrío recorrió mi columna haciéndome estremecer. Jacob alzó los brazos como si estuviera estirándose y...  ¡Maldito! Lo hace a propósito. Su abdomen perfecto se contrajo y sus músculos se tensaron dejándome anonadada.

Él está buenísimo, y lo malo es que lo sabe y lo presume humildemente.

—Buenas noches.—la voz de Gian me hace dar un respingo y aparto los ojos de Jacob para dirigirme hacia el rubio.

Él ya caminaba hacia su habitación con la cabeza agachada. Está tan tenso que incluso así este de espaldas lo puedo notar. Además, mi mirada cae en sus manos y veo como se entierra los dedos en la palma de su mano.

Se está lastimando.

—¡Gian, espera!—lo llamo por inercia y me acerco a él rápidamente. No me gusta que se haga daño y menos si es por mi culpa. Sé que lo está haciendo porque me besó, y él solo lo hizo para ayudarme.

El italiano se voltea, sus ojos se posan en los míos y me mira desesperado y nervioso a la vez.

Dimmi (dime)—habla en italiano y por fin lo entiendo.

La costumbre

—¿Estás bien?

Es lo primero que se me ocurre decirle. Él desvía la mirada y yo aprovecho para ver sus manos que siguen igual. Así que las tomo con delicadeza y él se tensa más.

Sueño Eterno [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora