TICK TOCK ━━ harry potter

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✾ ‧₊˚ ‣ CAPÍTULO 3 🌙
━━ En donde recibe una oferta 𖧧

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TODOS LA MIRARON cuando ella entró en la cocina, tomando asiento en lo que parecía ser el único asiento libre en la mesa, todos los demás estaban ocupados. Estaba al lado de Sirius, y Aviana lo ignoró con determinación, no solo a él, sino también a todos los demás.

Lo único que dijo fue gracias, cuando la señora Weasley colocó un plato lleno de comida debajo de su nariz. Tenía hambre, juró que la tenía, pero de alguna manera no pudo obligarse a comerlo, y simplemente lo picoteó, comiendo los bocados más pequeños a la vez.

Otras personas parecían comer rápidamente, los cuchillos y tenedores tintineaban contra sus platos a medida que disminuía la cantidad de comida en ellos. Y muy pronto, Aviana fue la única con algo de comida en su plato. 

—Dámelo —murmuró Sirius, y confundida, Aviana deslizó su plato hacia él. Observó cómo Sirius tomaba la mayor parte de lo que quedaba en su plato, dejándola con un par de trozos de papa, pollo y un poco de salsa—. Come —murmuró, pasándoselo de vuelta. 

Frente la porción mucho más pequeña, Aviana dio algunos bocados más y logró terminar el plato. —¿Postre? —preguntó Sirius, mientras el plato ahora vacío de Aviana se alejaba flotando debajo de su nariz y caía en el fregadero. Ella sacudió su cabeza. 

—Extra para mí, Molly —llamó Sirius y no le dijo nada más a Aviana mientras la señora Weasley servía el postre. Hizo un gesto con la mano cuando ella sugirió que la chica Rosier tomara un poco y la dejó sentarse en paz. 

Después de que todos terminaron de comer se les permitió irse, y sin decir una palabra a nadie más, Aviana subió corriendo a su habitación, donde permanecería durante los siguientes días, saliendo solo para comer y para ir al baño.

Se sentía bastante emocional y completamente abrumada. Aviana no tenía ni idea de por qué estaba allí y no con los Malfoy; en realidad los conocía y le caían bien todos, algunos hasta cierto punto. Podría haber dicho lo contrario antes, pero preferiría irse y quedarse con los Parkinson antes que quedarse en la lúgubre casa de Londres por más tiempo.

Los otros tendían a dejarla sola y ella apenas hablaba. Y si hablaba con alguien, normalmente eran palabras sarcásticas o malas, o si era Sirius o Molly, generalmente palabras de agradecimiento.

Derramó lágrimas, pero finalmente lo superó, sabiendo que si quería seguir adelante con algo en ese último mes, Aviana no podía pasar el tiempo triste en su habitación.

O mejor dicho, se vio obligada a hacerlo. 

Se escuchó un estruendo cuando algo apareció delante de Aviana, quien estaba acostada en su cama con un cuaderno de dibujos en equilibrio sobre sus rodillas. —Fred, George —dijo ella, sin siquiera mirar hacia arriba. A estas alturas era bastante obvio que cualquiera que apareciera a través de una aparición dentro de la casa serían los gemelos, ya que habían pasado su prueba con gran éxito.

—No eres divertida, Rosier —dijo George, sentándose en el borde de la cama mientras Fred se frotaba el tobillo, después de haber aterrizado en él de forma divertida.

—¿Y crees que tengo alguna manera de divertirme mientras estoy encerrada en esta habitación? —respondió Aviana, levantando la vista de su cuaderno de dibujos mientras lo cerraba, luciendo muy poco impresionada por la apariencia de los gemelos.

—Bueno, para eso estamos aquí —dijo Fred, saltando para sentarse junto a su gemelo, observando cómo Aviana deslizaba su cuaderno de dibujos debajo de su cama.

—No me gusta cómo suena eso. ¿Olvidaste que no somos exactamente amigos? Nunca lo hemos sido, nunca lo seremos —esta fue la mayor conversación que Aviana había experimentado en días, y aunque la hizo feliz, mantuvo ese estilo monótono que había adquirido con los años.

—Palabras duras, Rosier. No estamos aquí para tirarte por las escaleras ni a obligarte a probar nuestros productos, aunque la princesa de Slytherin podría ser un buen objetivo para nuestras bromas —George se quedó pensativo.

—Intenta cualquier cosa en Hogwarts y te hechizaré hasta el olvido —dijo Aviana, y aunque sus palabras no tenían necesariamente ninguna emoción para ellos, no era menos que una promesa—. No estoy interesada en divertirme actualmente, y ciertamente no con ustedes.

—Solo hemos venido a hablarte de la biblioteca en el primer piso —Fred se encogió de hombros—. Cada uno por su cuenta, supongo —y con un crack, los gemelos desaparecieron.

Y aunque la idea de divertirse con los gemelos no le interesaba, la idea de una biblioteca sí que le interesaba.

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