Esa noche, al salir de la biblioteca sentía una culpa y una alegría, tocó su rostro y podía sentirlo húmedo por las lágrimas.
No podía permitir caer en más tentaciones, tenía que pensar en Isabella, en el futuro y la gran importancia que tenía ese matrimonio y ella tenía que pensar en las cosas importantes que tenía que hacer.
Durante toda la noche, quedo pensativa y quieta sin opción de pensar más allá de la situación. A la mañana siguiente, estaba pálida y cansada, mientras se arreglaba con desgano, recibió una visita muy particular.
- Silva... -
Silva entró con su rostro de piedra y firme, mientras miraba con nostalgia a Kyoko.
- Te noto cansada Kyoko... Como cuando llegaste por primera vez - La mencionada nombró con nostalgia y sonreía con la misma al recordarlo.
- Era una niña solamente - Mencionó casi en silencio.
- Una niña que se comportaba como un adulto - Se sorprendió ante tales palabras pero todo era cierto, recargo su cabeza en el tocador y suspiro. - El viejo me lo ha contado todo... Eso entre Illumi y tú.
Se hundió más, con más vergüenza y nerviosismo, no podía estar más hundida.
- Yo lo siento... - Aún sin levantar la mirada, escucho un suspiro cansado por parte de Silva.
- Illumi... Se que él no quiere casarse con Isabella, creo que ahora se el por qué. Kyoko, mírame - Con lentitud, Kyoko levanto la mirada con aquella demacrada apariencia. - No estoy molesto.
- No sé cómo fue que sucedió y no creo querer recordarlo... Pero me duele todo esto. Yo estoy celosa - Removía su cabello con desesperación mientras se daba de topes en el tocador.
- Kyoko...-
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Cuando Silva salió de habitación, se miró en el espejo y se odio aún más, terminó de vestir aquellas elegantes prendas masculinas que solía usar su padre, en conjunto con el broche del emblema de la familia De Valco, un círculo con una cruz incrustada en la parte superior de este. Era bastante parecido a la forma de tortura de empalar.
Volvió a mirar su reflejo en el espejo, la figura femenina había desaparecido su cabello estaba recogido en una coleta baja con dos mechones sueltos, mirada gruesa y una presencia masculina.
Cuando iba camino algo apresurada a encontrarse con Silva y Zeno, terminó encontrándose con alguien más.
- ¿Quién eres tú y que haces aquí? - Su disfraz había funcionado, Isabella no la reconocía.
Kyoko permaneció callada observándola detenidamente, tenía bolsas debajo los ojos y se notaba débil y cansada.
- ¿No piensas hablar?... Tienes una actitud igual de altanera que aquella serpiente Valcanesa - Siguió caminado empujándole con el hombro.
