𝐕𝐈𝐈𝐈

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Cuando la familia de Hoseok se fue de aquella cabaña, la mayoría de los policías y forenses también se fueron dejando a unos pocos en la escena, quienes ya sabían lo que tenían que hacer. Hicieron lo que el protocolo indicaba, levantaron el cuerpo metiéndolo en la típica bolsa que usaban para los cadáveres y lo subieron a la ambulancia para así terminar este trabajo, pero no contaban que cuando iban a mitad de camino Hoseok comenzaría a reaccionar de la nada, como si de un milagro se tratara.

Ambos hombres se observaron preocupados y confundidos de que hacer, así que le inyectaron algo que lo desmayó por un rato, parecería muerto, así podían decir que el cuerpo llegó a la morgue sin ningún contratiempo, y fue así que decidieron no decirle a nadie, ni dar aviso de que el chico no había muerto, iban a fingir que nada había pasado, tenían planeado dejarlo tirado en un pueblo desconocido quitándole todas sus pertenencias, de ese modo nadie sabría que aquel chico era Jung Hoseok, de seguro el no recordaría nada y ellos solo tendrían que agarrar un cuerpo desconocido, hacer que lo cremaran, y de ese modo hacerlo pasar por él.

Aquellos hombres sabían muy bien quién había dado la orden, así que había sido prioridad que se encargaran de todo, y principalmente que se aseguraran de que estuviera muerto. Ellos no querían problemas con Jeon, y dejarlo botado en lugar de avisarle que estaba vivo les había parecido una excelente idea en ese momento. Le curaron las heridas lo más que pudieron con los utensilios que tenían en la morgue.

Uno de los forenses recibió una llamada telefónica.

— Debo quedarme a archivar unos papeles, ¿puedes hacerlo tú solo?

— Si, no parece ser algo tan complicado. Puedo hacerlo solo, no te preocupes. — sonrió, llevó el cuerpo al carro y se subió.

En camino al pueblo los efectos de la inyección dejaron de hacer su efecto en el organismo de Hoseok y volvió a reaccionar.

Al despertar y verse en una bolsa de plástico, se tensó moviéndose bruscamente abriendo un poco sus heridas y se quejó, aquel hombre que conducía se detuvo al escuchar el quejido y fue a revisar que pasaba.

Hoseok luchaba por salir de aquella bolsa abriendo sus heridas, y aunque le dolía no paraba de luchar, aquel hombre se acercó y abrió la bolsa dejándolo libre.

Hoseok miró a aquel hombre con miedo, sin entender quién era y donde estaba, tocó su herida y se quejó sintiendo como empezaba a sangrar nuevamente.

— Ya volviste a abrir tus heridas, cálmate sino tendré que ponerte un sedante nuevamente.

— ¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? — dijo quejándose de dolor.

— Llámame Gus. Estas en una ambulancia, yo te salvé de esos hombres malos, así que no debes de tenerme miedo.

Hoseok lo miró tratando de entender, y recordó lo que había pasado, los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar quién lo había herido.

— Mi papá, necesito ir con él. Debe estar preocupado. — dijo entre lágrimas.

— Él sabe que estás conmigo y está de acuerdo con eso, así que no te preocupes. — sonrió.

— Gracias por salvarme, pero aun así necesito verlo y hablar con él.

— Yo cuidaré de ti, estarás a salvo conmigo. Necesitas curarte primero, tu papá me pidió cuidarte y curar esas heridas. — acarició la espalda del menor. — Él lo sabe todo.

Hoseok lo miró más tranquilo, creyéndose aquella gran mentira, asintió y limpió sus lágrimas.

— Está bien, te creo.

𝐃𝐞𝐬𝐩𝐨𝐣𝐨𝐬.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora