Capítulo dos: ¿Te sientes italiano?

290 28 6
                                    

Es un día maravilloso.

Aunque todos los días que pasa en esta cabaña, enclavada en el corazón del bosque son preciosos. Llueve o truene, nieve o granizo, los árboles prevalecerán ya sea cubiertos de un verde exuberante o teñidos de un marrón oscuro, los senderos crujiran como grava bajo los pies o están resbaladizos por el barro, debe ser una de las tantas razones por la que le gusto venir a vivir aquí con Beck, piensa Peter.

El sol vuelve a brillar hoy y su pierna se siente un poco mejor. Se despertó para descubrir que podía poner un poco más de peso sobre ella, emocionado, se volvió para notificar a su esposo alegremente, solo para encontrar el lado contrario de la cama vacío.

En cambio, en la almohada había una nota:

Demasiado hermoso para despertar, necesitas dormir cariño. Acabo de irme a la tienda para conseguirnos algunos alimentos, creo que te haré italiano esta noche.

Te ama siempre.

Beck.

Italiano, Peter dobla la nota y la aprieta contra su corazón, italiano suena bien. Por algunas razones puede escuchar una voz lejana susurrandole bambino y se siente asentado en lo más profundo de su ser, cómodo y seguro... tan familiar.

Se contenta con dar vueltas, le encanta explorar esta casa, aunque nada de eso le provoca recuerdos. Ve estanterías abarrotadas de libros, la mayoría de ellos bien pulidos, aunque no reconoce los títulos, deben ser interesantes, le gusta revisar los álbumes de fotos, o su armario, mirar la ropa que tiene y tratar de ver si alguna vez recuerda haberla usado.

Nunca puede, tuvo un sueño hace unas noches, sobre un par de pantalones de pijama de Hello Kitty, pero buscó en todo su armario y no encontró nada parecido.

Se las arreglo para bajar cojeando el gran tramo de escaleras, cuando suena el teléfono.

Es un teléfono antiguo, pegado a la pared con una línea telefónica ondulada, es agradable y retro tiene un toque vintage, pero no parece conocido. Por alguna razón, Peter recuerda algo más moderno:

Independientemente, lo levanta y se lo acerca a la oreja.

"Hola." Saluda. "Aquí Peter St-Beck. Peter Beck." Se tambalea, con una pequeña sensación de pavor en el estómago. ¿Qué iba a decir? Casi se había deslizado de la lengua como un recuerdo muscular, como un reflejo al que su cerebro se había ido automáticamente. St... ¿Stanley? ¿Peter Stevens? El horror brota de su garganta.

"¡Oh, creo que tengo el número equivocado! ¿No es esta la residencia Toomes? Estoy buscando a la Sra. Toomes."

Peter frunce el ceño. "Lo siento, no, solo yo y mi esposo aquí."

"¡Mi error! ¡Disculpe!" Y luego la línea se corta.

Cojea hacia la sala de estar y se derrumba en el viejo sofá, con la mente todavía aturdida. Peter St- eso es raro, muy raro. Pero es molesto de una manera que está haciendo que su mente se acelere, lo está haciendo sentir mal y ansioso no quiere pensar más en eso, desearía que Beck estuviera aquí.

Entonces recuerda que el hombre siempre deja su número de teléfono pegado al frigorífico. Peter ya no conoce el número de nadie, su teléfono había sido destruido en el accidente, además, Beck le había dicho que la recepción no era muy buena aquí.

Aún así, se dirige a la cocina, toma el número y se dirige al teléfono viejo. Sus dedos tiemblan mientras marca, pero no le importa solo quiere que este sentimiento desaparezca, la sensación de que todo está mal y...

"¿Peter?" Beck responde al primer timbre, con la voz tensa por la preocupación. "¿Estás bien? ¿Paso algo?"

Su voz es tan preocupada, tan comprensiva, que Peter rompe a llorar. Pequeños sollozos enganchados en el receptor.

Recuerdos [Starker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora