La yema de huevo

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¡Amo cuando las lindas historias se repiten!
Quiero suponer que todas las familias tienen un montón de anécdotas, de esas que no se quieren olvidar.
En mi familia siempre acostumbramos a contar lo felizmente vivido. Creo que es una buena manera de conocer nuestra historia. Obviamente tenemos vivencias amargas, como todo el mundo, pero siempre preferimos tener a flor de piel los buenos momentos.
Hoy, 8 de enero de 2023, volvimos a vivir una época de nuestra infancia, cuando papá nos "robaba" ese último bocado que dejábamos para el final, ese que hacía que nuestra boca estallara en ese sabor que nos deleitaba verdaderamente.
Yo acostumbraba a dejar la yema del huevo frito para lo último, a veces un trozo de chorizo casero o comía leeeentamenteee un buen postre, para que mis hermanos me envidiaran después que ellos ya lo habían engullido. Pero papá se encargaba¡SIEMPRE!, de comerme el último bocado.
Al principio me enojaba, lloraba, gritaba, pero siempre terminábamos a las risas.
A mi suegra, la abuela Carmen, le "robaba" el postre y a mamá, el corazón de la sandía, aunque a veces salía con los dedos cortados pues la gordita le daba con el filo del cuchillo.
Nosotros "heredamos" ese comportamiento por lo que nuestros hijos, sobrinos y nietos no se salvaron ni del tata Augusto ni de ninguno de nosotros.
En esta familia hay que comer "cuidándose" y es muy divertido.
Hoy nos acordamos de cuando el Tuca le robó un huevo frito a Ma. Noel, no hace demasiado tiempo, y ella hizo lo mismo con el huevo frito del tío Tuca, pero con mucha mala suerte, ya que el Tuca le agarró la mano y le zampó el huevo en la cara, se lo apretó,lo reventó y se lo pasó por toda la cara. ¡Fue un momento inolvidable!
Hace unos cuatro años atrás, estando en las termas, Apa me dijo:
-¡Mirá iaia! ¡Un perro nadando!
Cuando me volví para buscar al perro, Apita, de unos 6 añitos en ese entonces, me había "robado" el huevo que tenía sobre una milanesa.
¡Hoy hizo lo mismo!¡Me robó y se comió mi yema de huevo!
Obviamente le prometí que le sacaría algo, en algún momento, que le gustara mucho y cuando ya no hubiera más.
Apa se mata de risa, como debe ser.
En el  almuerzo de hoy tampoco se salvó el tata, ni Apa. A Apa le pude quitar la mitad de la yema que cuidaba y cuidaba. Le entré por abajo del brazo y con el dedo, zas, media yema para mí. Luego, al ver que el tata "estaba regalado", le hice una señita a Apa. Él entendió y le comió el último bocado al tata, un trozo de milanesa con yemita de huevo.
¡Nos reímos durante todo el almuerzo!
Sé que luego, cuando vengan Luli, Bauti y Tomi, haremos "robos" en la merienda. A Maia deberemos acostumbrarla pero como come como un pichón de gorrión, si le robamos comida queda contenta. No parece tener nuestros "genes alimentarios".
Somos una familia sin protocolos. Educados sí, pero a la hora de las bromas, que puede ser a cualquier hora, hacemos bromas y las disfrutamos con locura.
Quizás por ese motivo nuestro anecdotario familiar (anécdotas escritas para que jamás se pierdan), lleva como título: "Una vida como tantas, una familia como pocas"
Somos bastante locos,¡amamos nuestra locura!

Adriana (ilargiluna)
8/1/2023

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