Capítulo II

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¡Paranoid!
𝐀𝐟𝐫𝐨𝐝𝐢𝐭𝐚

Advertencia: Críticas, presión social.

No eh podido sacar la mirada del chico de la entrada del jardín, no voy a mentir, se me hizo muy lindo y tierno a pesar de tu look de metalero.

Terminaron mis clases y me dirigí directamente a la casa de mi padre, papá...Pues el que hizo que yo tuviera el destino de llegar a este mundo, ya saben.

Siempre quedó con mi papá para comer al menos un día de la semana con ellos..."Con ellos" me refiero a mi otra familia, se conformaban de mis tres hermanos, una chica, un chico y un bebé en camino, aveces me cuesta trabajo acoplarme con ellos ya que mi madre solo tuvo una hija con mi padrastro, con ella suelo convivir la mayoría del tiempo pero a pesar de eso yo  adoro a los 4 incluyendo al bebé...Bueno, también se encuentra mi madrastra la cual también le tengo un gran aprecio y por supuesto mi papá.

A mi padre le fascina la perfección y yo estaba del otro lado de esa palabra.

El y yo nos queremos pero no es sorpresa que cada vez que lo veo el se encarga de destruirme mentalmente, hasta el insulto mas ligero puede hacer que se convierta en un maldito meteorito y caiga sobre mi las veces que sean necesarias.

Me prepare mentalmente para tocar la puerta... Inhala y exhala... Inhala y exhala... Inhala y exhala...* Toc toc. *

- ¡Afrodita! - me abrió mi hermana para luego apachurrarme en un cálido abrazo al correspondí.

- Nena, ¿cómo estás?

- Muy bien, ven ven mira mi nuevo peluche. - me hizo pasar, me mostró un osito polar.

- Wow esta muy lindo.

- Si lo sé. - se espumo.

Me encamine a la cocina de donde salía un olor muy agradable.

- Matilda, hola. - me acerque hacia mi madrastra para dejar un beso en su mejilla.

- Hola princesa, ¿cómo estás?

- Bien ¿Y tu?

- Fantástica, ¿podrías ayudarme a poner los platos?

- Claro. - deje mi mochila en el perchero y atendí las indicaciones.
Pronto unos pasos se hicieron presentes.

- ¿Por qué no saludas? - regañó mi padre.

- Perdón, no te vi abajo supuse que estabas ocupado. - carajo, que patética excusa.

- Si claro, ¿y que esperas? - me acerque a él, y bese su mejilla.

- Ya.

- ¿Cómo te fue en la escuela?

- Bien.

- Ok. - se retiró y pude respirar.

Nos encontrábamos comiendo la grandiosa comida que nos hizo Matilda.

- ¿Les gustó?

- Si, gracias Matilda. - dije juntando toda la valentía que me sobraba para poder meter otra cucharada en mi boca y poder disfrutar el suculento sabor de la  comida al menos por esta vez, tal vez lo vomite mas al rato.

𝐋𝐢𝐤𝐞 𝐚 𝐬𝐭𝐨𝐧𝐞 - 𝙴𝚍𝚍𝚒𝚎 𝙼𝚞𝚗𝚜𝚘𝚗.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora