DÍA 2: REENCARNACIÓN/SOULMATES ✔️

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El aire frío le atravesaba los pulmones como dagas, su respiración era errática y descontrolada, luchaba por obtener oxígeno pero era doloroso, no podía más con el infernal recorrido entre metros de nieve de un bosque inhospito, además de una herida mortal en el costado, a cada minuto perdía sangre pero debía cumplir con su misión y, tal vez, si tenía mucha suerte y sus fuerzas no lo abandonaban antes, podría llegar a la guarida donde estaba Leiri, esperando que no los hubieran encontrado ya y que los que quedaron estuvieran... Que Ryomen estuviera con ellos.

En algún momento del trayecto hacia las montañas, su lastimado cuerpo ya no podía más, estaba por rendirse y calló de rodillas en la nieve, de entre sus ropajes negros con escarlata pudo distinguir con dificultad como eran empapados por el líquido caliente. Se miro la mano izquierda, la que a penas trataba de presionar la herida en su costado derecho, estaba pintada de ese color carmín que ese día vio por todos lados.

Iba a morir...

Eso era un hecho, ya no podía soportar más el dolor y el frío, estaba al borde de la muerte y tan cerca de llegar a la última base de la resistencia que quedaba en pie y ni siquiera sabía si no la habían atacado ya y acabado con eso por lo que había luchado prácticamente toda su vida. Su mirada era borrosa y comenzó a ver cómo las gotas de sangre del golpe en su cabeza bajaban lentamente por su cien y por sobre sus ojos. Podía darse cuenta de como cada vez sentía más frío. Estaba muriendo.

La nueve comenzaba a pintarse con ese pigmento carmesí a su alrededor y de un momento a otro ya no podía escuchar más que su corazón con palpitaciones lentas. Estaba demasiado débil para usar cualquier hechizo, ni hablar de uno inverso para resistir. Había llegado su momento.

Sabiendo que no llegaría a ver a su gran amor, dirijido su ensangrentada mano a su bolsillo y saco la reliquia que había estado escondiendo y protegiendo desde que corrió de aquel campo de batalla a unos diez kilómetros de su posición actual. Lo que tanto se ensañó en proteger y llevarlo hasta donde estaban los demás hechiceros de la oposición cabía en la palma de su mano. Era una boya de vidrio, envuelta en red de pescar, uno de los treinta objetos que fueron robados por los traidores que se asociaron con el gobierno para acabar con su pueblo. Esa era su misión, recuperar la última reliquia de manos del emperador y llevarlo para que el futuro líder del pueblo cumpliera su rol de liberar a los hechiceros, y ese hombre casualmente era su más grande amor, su otra mitad, unidos por la gracia de Amaterasu, pero no podría despedirse de él como lo hubiera querido.

Las lágrimas comenzaron a escurrir hasta llegar al helado suelo de nieve. Los recuerdos de todo lo que pasaron para poder estar juntos le atravesaron los pensamientos. "No quiero que sea así... Yo quiero quedarme a tu lado..." Recordaba su voz de la noche anterior, después de que Geto le ordenará ir a recuperar el último objeto maldito y llevar a cabo el ritual. Pero de nada le servía lamentarse, el tampoco hubiera querido que su último beso fuera prometiendo que se verían más tarde.

Así que cerró los ojos con dolor y levanto el rostro hacia el cielo, era gris y nublado, de el caía la fría nieve que se acumulaba en sus hombros. Al sentir el frío recorrerlo por completo tomo la decisión. Si iba a morir por lo menos no dejaría que todo su esfuerzo, el de Ryomen y el de todos los demás fuera en vano.

Con una exhalación que saco baho en el congelado ambiente volvió a bajar el rostro, bajo el estaba la gran capa de nieve y después el suelo de tierra. En su intento desesperado comenzó a esparcir la nieve para llegar a la tierra que de seguro estaba húmeda. En cuanto sus manos tocaron la tierra vio como está se soltaba con un solo tacto. El alivio llegó por un momento a su cuerpo pero luego fue reemplazado por el temor al percibir al rededor los ladridos de sus propios shikigamis que habían usado en su contra. Con mucha dificultad y algo de dolor se levantó y removió la tierra con su pie, en cuanto tuvo un pequeño agujero enterró la boya de pescador envuelta en pergamino con conjuros volvió a colocar la tierra está vez usando sus manos y cubrió la tierra con la nieve nuevamente. Con movimientos pasados y erráticos se quitó el abrigo negro que era parte de su uniforme distintivo y lo lanzó sobre la nieve recién movida.

KAGE NO SEIIKI - Sukufushi Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora