1. El comienzo

70 10 4
                                    


He perdido la cuenta de todos los institutos a los que he ido desde que me mudé a Estados Unidos. Después de la muerte de mi madre, mi padre pensó que la mejor manera de poder avanzar era mudándonos a otro país y empezando completamente de cero. Todo era muy doloroso para nosotros, pero sobre todo para él, así que tampoco lo culpo. Nos fuimos de Italia cuando yo tenía unos nueve años y mi hermano cinco recién cumplidos, y desde entonces vivimos aquí, a miles y miles de kilómetros de mi hogar.

Desde entonces, mi padre siempre encontraba alguna buena excusa por la que cambiarme de instituto cada año. No sé como lo hace pero nunca está contento con ninguna escuela. Bueno, en verdad sí que lo sé, era por el equipo de voleibol. Ninguno era suficiente bueno para mí, o eso es lo que él me dice siempre . Así que aquí estoy de nuevo, empezando otro curso en otro instituto. Esta vez era el Fairmont Hihg School. Mi padre vio que el equipo de voleibol había ganado el torneo Nacional juvenil por lo que supongo que ese era su motivo para inscribirme, como siempre.

Juego al voleibol desde que tengo memoria. Mi padre me ha enseñado todo lo que sé y podría decirse que ahora se ha vuelto mi entrenador personal. No es que me desagrade, gracias a él descubrí mi pasión por el voleibol, pero a veces preferiría que ejerciera más como padre y no tanto como mi entrenador. Quizás, si tengo un poco de suerte y le gusta este instituto, bueno, el equipo juvenil, podría ser que por fin dejara de cambiarme de escuela cada dos por tres. Incluso puede que consiga tener amigos por más de un año, y quién sabe, podría llegar a conocer a alguien especial.

Realmente, no es algo que me haya preocupado nunca porque siempre he estado más centrado en otras cosas. Pero estoy a punto de cumplir 16, nunca he tenido novia y supongo que mis hormonas ya están lo suficientemente revolucionadas como para querer tener una relación con una chica.

–Ya te he apuntado al equipo de voleibol- habló mi padre sacándome de mis pensamientos- no tienes que hacer nada, ya me he encargado yo de todo el papeleo. Solamente tendrás que pasar una pequeña prueba para entrar al equipo titular.

–¿Cuándo es?- pregunté

–Esta tarde, después de clases.

–¿¡Esta tarde!? Podrías habérmelo dicho con más tiempo ¿no crees? Ni siquiera he entrenado.

–No lo necesitas, para eso entrenas todos los días. Solo tienes que tener una cosa en cuenta, o bueno, a alguien.

Suspiré.

–¿A quién?

–Jack Evans. Es el mejor jugador del equipo y por supuesto, el capitán. Va a ser tu mayor amenaza sobre la pista, pero estoy seguro de que conseguirás ser mejor que él.

Simplemente asentí y él siguió hablando. No es la primera vez que tenía una charla parecida a esta con él. Ya se había puesto modo entrenador personal.

–Eso si, no te lleves mal con él. Recuerda que es el capitán del equipo.

–De acuerdo papá. -dije con pesadez. Ya me estaba empezando a cansar de esta conversión.

Por suerte, el coche ya estaba aparcado así que me bajé rápidamente antes de tener que seguir escuchando su "charla". Miré el gran edificio que tenía enfrente. El instituto era enorme con un gran patio a un lateral donde se podía ver a gente hablando. Al otro lado había un gran campo de rugby. Esperaba que la pista de voleibol fuera igual de impresionante.
Terminé de despedirme de mi padre y fui a recoger mi nuevo horario.

No tardé más de 5 minutos en encontrar el despacho del director. Llamé educadamente y abrí con cuidado la puerta cuando me dieron permiso para entrar desde el otro lado de la habitación.
Cuando entré vi a dos personas, un señor con una cierta edad, vestido con un traje negro y una chica, aproximadamente de mi edad, rubia y de ojos hazel.

Mi mejor rivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora