7. Error

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Entré en el vestuario con los nervios a flor de piel. Saludé a algunos compañeros, intentando parecer normal. Mis ojos buscaban a Jack, pero no lo vi por ninguna parte. Mientras me cambiaba, Nathan se acercó.

—Hey, Lucca, ¿cómo estás? —preguntó con una sonrisa amistosa - llevas todo el día con la cabeza en otra parte.

—Bien, creo —respondí, tratando de sonar despreocupado.

Agradecí que no insistiera más, no era el momento ni el lugar de sincerarme. Aunque él era consciente de que algo estaba pasando, aún no le había contado los detalles. En cuanto encontrara el momento lo haría.

—¿Listo para el entrenamiento? —me preguntó mientras se ataba los cordones de las zapatillas.

—Sí, listo —dije, aunque no fuera totalmente cierto.

Salimos al gimnasio y comenzamos a calentar. Justo cuando empezaba a pensar que Jack no aparecería, lo vi llegar apresuradamente. Parecía un poco cansado, pero su expresión era seria. Nuestros ojos se encontraron por un momento, y sentí una punzada de nervios.

El entrenamiento transcurrió sin incidentes. Me mantuve concentrado en los ejercicios, pero cada vez que tenía oportunidad, miraba a Jack, intentando descifrar sus pensamientos. Sin embargo, su expresión era totalmente neutra. Estábamos llevando al pie de la letra lo de no hablarnos y bueno, el objetivo cumplimos: no hubo ningún incidente.

Finalmente, cuando el entrenamiento terminó y todos se dirigieron al vestuario, decidí que era el momento de hablar con él quisiera o no.

Esperé a que la mayoría de los chicos se hubieran ido antes de acercarme a Jack, que estaba guardando sus cosas en la taquilla.

—Jack, ¿tienes un minuto? —pregunté, tratando de mantener la voz firme.

Él se giró hacia mí, su expresión se endureció de inmediato. Estaba claro que no quería hablar conmigo.

—¿Qué quieres, Lucca? —respondió con tono frío.

Otra vez mi corazón se aceleraba. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo pero no me iba a dejar intimidar.

—Sobre lo que me dijiste en la fiesta... —comencé, sintiendo mis manos sudar ligeramente.

Jack entrecerró los ojos, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Qué pasa con eso? ¿Qué tiene que ver esto ahora?

Respiré hondo antes de continuar. Por lo menos parece que si que se acordaba.

—Solo quería entender lo que quisiste decir con eso de que tengo algo especial.

Jack bufó, negando con la cabeza.

—Estaba borracho, Lucca. No sé por qué le das tantas vueltas a eso.

—Pero parecías muy sincero —dije, intentando mantener la calma—. Dijiste que sentías celos y que querías arreglar las cosas.

—Mira, no sé qué esperas escuchar, pero lo que dije no tiene importancia —replicó Jack, su voz tensa—. Solo fue una estupidez de borracho.

Sentí una punzada de decepción, pero no quería rendirme tan fácilmente.

—Jack, quiero llevarme bien contigo. Si hay algo que pueda hacer para mejorar las cosas entre nosotros, dímelo.

Él me miró fijamente, su expresión indescifrable.

—¿Por qué te importa tanto, Lucca? No somos amigos. Nunca lo hemos sido.

Sus palabras fueron como un golpe. Había esperado encontrar algo de verdad en sus palabras de la noche anterior, pero su actitud era completamente diferente ahora.

Mi mejor rivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora