≪≪≪≪ ° 18 años después. ° ≫≫≫≫
La noche que los astros se alinearon nuevamente, fue la noche que Babilonia pasó de ser una patria libre a ser anexada como una provincia persa. Los dioses babilonios permitían la entrada a los persas, sin librar una empresa sangrienta, a la fortaleza que era Babilonia, el último gran imperio de la antigua Mesopotamia.
Zayn y Liam, los grandes reyes persas, en compañía de su hijo primogénito, quien contaba con casi diecisiete años de edad; se encontraban guiando a los soldados para que, según lo planeado, finalizaran de bloquear el curso de las aguas del Éufrates.
Su hijo mayor era diestro soldado, quien acompañaba a sus padres en la guerra; sus tres restantes descendientes permanecían en Susa. Dos mellizos eran regentes del imperio de sus padres y la princesa más menor contaba los días para volver a ver a sus padres. La más pequeña contaba con trece años, tan hermosa como e idéntica a ambos, era la favorita de los reyes por sobre sus hermanos, por la habilidad que mostraba en cualquier arte.
Sus hijos eran notoriamente diferentes, el primogénito sólo deseaba derramar sangre; de los mellizos, el varón era adepto a las artes y repudiaba la idea de portar una espada, su hermana era experta en las letras y la diplomacia, pero poco hábil con las armas. El temple y carácter que era herencia de Zayn y Liam, cayó en la más menor de todos, por lo que ellos deseaban dejar el trono a su hija menor, pero la ley era clara, un varón primogénito debía ser sucesor a la corona.
Durante los años que el caldeo combatió junto a su esposo para absorber pequeños reinos para la gran Persia, su querido padre fue presa de un golpe de estado dirigido por su cuñado. El tío del babilonio se encargó de eliminar todo aquello que le permitiera comunicarse con sus padres, de modo que Zayn y Liam encontrándose cerca a tomar Lidia para posteriormente intentar anexar Grecia, no pudieron por muchos años comunicarse de manera constante con sus padres. Habían sido, con suerte, estos exiliados. Su retorno a Babilonia, vió afectados sus planes de tomar la tierra de los dioses olímpicos.
En el transcurso de esos años, el pueblo de Babilonia fue desvíado del camino que debían seguir, la mayoría cayó en las mentiras del tío arameo del rey Zayn de Persia. Sus propios tíos se sublevaron y entre ellos se disputaron el trono de Babilonia, ahora su primo era quien regía la tierra entre dos ríos. Aquel trono que alguna vez le fue prometido como suyo, ahora era mancillado con sangre de su propia familia.
— Recuerda la noche que hablamos en el templo de Marduk, cuando eras aún príncipe y cuando demostraste tu conocimiento sobre los astros del cielo. Tus dioses aprueban esto, es el destino impuesto por ellos sobre tu tierra natal —, Liam reconfortó a su esposo acariciándole las mejillas con la misma delicadeza de cuando jóvenes pasaban horas delitandose con bellas palabras y caricias; los años solo habían hecho más atractivos sus rostros y casi podían jurar sus súbditos que el tiempo no marcaba sus pieles. Pero el tiempo había hecho su amor más fuerte y aún parecían un par de jovenes enamorados suspirando a cada instante, el uno por el otro.
Esa noche debían arrebatar la vida de los soldados que alguna vez lucharon a su lado en su juventud, mas terminaron vendiéndose por unas cuantas piezas de oro o por talentos de plata y aquello era inaceptable.
— Ya lo sé, mi amor, con Babilonia como provincia nos acercaremos más a Egipto y si nosotros no tomamos esas tierras, nuestros hijos lo harán —, Zayn sonrió con cierta melancolía, su cabeza le ordenaba ser racional por sobre todo, pero su corazón desanimado hallaba refugio en la fortaleza que constituía Liam para él.
Por tanto, al príncipe primogénito se le ordenó actuar a gusto con los nobles que residían en el palacio de Babilonia, así como con quienes habían traicionado al padre del caldeo y a sus hermanas. A su joven comandante, de nombre Darío, al que criaron como a uno de sus hijos; se le ordenó comandar al ejército. El tío de Zayn fue exiliado al ser encontrado en uno de los templos del dios lunar, se le perdonó la vida, pues su primo altanero pagaría el precio de la osadía de sus progenitores.
Así entonces los soldados en complicidad de la noche cruzaron el camino marcado por las aguas bloqueadas, siguieron hasta las imponentes puertas de Ishtar y con facilidad lograron abrirlas para ingresar.
Babilonia se hundía en la cerveza y el placer la noche que fue atacada, bajo la mirada del dios Sin y siendo cubiertos por el escándalo de las fiestas depravadas del inepto rey regente que tenían, los persas lograron ingresar a la rica Babilonia en medio de los gritos ahogados de los soldados babilonios que caían muertos por dagas que cortaban sus gargantas.
Fue sencillo llegar al palacio bajo órdenes del joven comandante, quien fielmente seguía todas las directrices establecidas por sus reyes. El primogénito persa, cual demonio atacó a quienes traicionaron a su padre y los soldados persas fueron quienes ahora custodiaban el palacio babilonio.
El joven Darío fue quien terminó con la vida del imprudente niñato que se decía ser rey de Babilonia, — ¡larga vida a Persia!, ¡larga vida a nuestros reyes! —, gritó animado el joven comandante al darle muerte a los últimos traidores. Fue en ese instante cuando en caballos nobles los grandes reyes persas ingresaron a la natal Babilonia del rey de ojos mieles.
Fueron más bien vistos como libertadores por los ciudadanos y aquella noche, ningún civil babilonio fue muerto, solo los soldados de la entrada y los del palacio perecieron por su deslealtad.
Con su venganza consumada y con Babilonia como provincia persa, se dieron cuenta de que todo aquello se habría evitado si desde un principio, cuando Zayn y Liam se casaron, Zayn hubiera cedido su trono babilonio hacía Liam permitiéndole la entrada de persas a la hija de Marduk. Ahora, después de dieciocho años lo hacía porque ese era el destino de Babilonia, olvidarse de sus días de gloria para que persas la gobernaran. Los dioses son caprichosos y de sus designios ni el más poderoso logra evadirlos.
Sabiéndose que Babilonia albergaba esclavos de diversas naciones que fueron sometidas por el gran Nabucodonosor II, el rey persa siguiendo sus propias leyes les dió la libertad que tanto ansiaban. Nadie podía ser privado de su libertad mientras los persas dominaran el oriente. Darío fue puesto como sátrapa de Babilonia y aquello enloqueció al hijo primogénito de los reyes, ese joven imprudente era mal augurio para su familia y reino, se le convenció con dificultad de que debía concluir sus estudios en Babilonia para que así pudiera él ser sátrapa de la tierra de su padre.
Su imprudencia muchos años más tarde le costaría su propia vida y la de sus hermanos, tan solo la más joven de las hijas llegaría eventualmente al trono de la mano de Darío, para darle continuidad a su dinastía y al imperio que sus padres engrandecieron bajo estrictos principios a seguir.
Para Zayn y Liam, esta vida fue la más belicosa pero en ningún momento se dejaron vencer. En otras vidas, su amor fue más sencillo de florecer y en otras, sufrieron el dolor de vivir su amor en el silencio de sus escondites. Aún en pleno campo de guerra se amaron con libertad, disfrutando del sempiterno amor que los unía y gozando del placer de tener el poder suficiente para que jamás nadie les negara nada, aún así sus mentes fueron siempre claras para gobernar con magnanimidad.
Se puede amar fervientemente a quien el corazón elija, pero jamás el amor debe nublar la mente del general.
«La vida es muy corta para amarte solo en una, prometo buscarte en la próxima vida».
~ William Shakespeare.SEMPITERNO: Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin.
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Por el que brilla el sol || Ziam.
Fiction Historique«La vida es muy corta para amarte solo en una, prometo buscarte en la próxima vida». ~ William Shakespeare.