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Al cabo de poco más de dos meses desde que el persa llegó a Babilonia, un mensajero enviado por la madre de Liam envió una instrucción por demás clara. Debía retornar lo más pronto posible y no debía permitir que Babilonia lo cegara con sus placeres y su belleza. Por supuesto, el joven rey sabía a qué se refería la reina madre de Medo-Persia, pero, ¿quién podría resistirse a alguien cómo Zayn?

Amaba pasar cada minuto del día a su lado, le fascinaba no darle tregua en cada discusión que el príncipe se negaba a perder, escucharlo cantar era como estar en la gloria del dios supremo y su voz aterciopelada era como una genuina música para quien lo escuchara.

Desde lo alto del zigurat de la ciudad, desde el templo de Marduk, el príncipe solía cantar para los dioses desde la entrada del sacro recinto para elevar su voz hacía la patria celestial y para que su pueblo se acordara de la adoración diaria que les exigían sus creadores. Los súbditos de la ciudad, escuchaban en completa complacencia el canto del príncipe y la perfecta manera en la que estilizaba determinadas palabras; era la mayor prueba de que los dioses lo habían bendecido para que se desenvolviera hábilmente en cualquier área.

Tras haber agradecido al mensajero persa y ordenarle que descansara aquel día para partir juntos después, Liam no tardó en dirigirse hacía su encuentro diario con Zayn. A orillas del Éufrates, en una pequeña embarcación, ambos nobles disfrutaron del día, en medio de las innumerables historias que Zayn le recitaba o cantaba a Liam. Aquello le recordaba al persa cuando niño oía con atención a su madre contarle fantásticas historias sobre su pueblo.

— Entre los dioses surgió Marduk, quien derrotó a Kingu y a Tiamat, disparándole una flecha que la dividió en dos. De los ojos de Tiamat fluyen las aguas de los ríos Tigris y Éufrates. A partir del cadáver de Tiamat, Marduk creó los cielos y la tierra —, explicó el joven príncipe. Él poseía una voz increíblemente seductora, tan encantadora, que Liam permanecía muy atento a cada palabra que emitía Zayn. En aquella mañana, el caldeo disfrutó de cantar para el persa.

En un determinado momento, dirigieron su pequeña embarcación hacía la orilla, cerca a unos cuantos árboles que les proporcionan sombra, siendo seguidos por unos cuantos soldados babilonios y persas; quienes mantenían una adecuada distancia para no ser importunos.

Sentados entre las cortas hierbas bajo la frescura de la sombra de un pequeño árbol, Zayn se permitió recargar su cuerpo en el de Liam, lo que les propició una sensación que a ambos les resultó satisfactoria. A su vez, aquella sensación, sólo alimentaba el lazo que en ambos crecía.

El joven rey acarició el hombro descubierto del príncipe, pues una túnica se cruzaba por el pecho del babilonio y se sujetaba con un pequeño broche de oro. Lo que aprovechó Liam para poder acariciar con libertad la piel del hombre que lo tenía enamorado.

El príncipe dirigió su mirada miel hacía Liam y se permitió apreciar la belleza del persa, era un regalo de los dioses para él, era un maravilloso obsequio ver como los rayos del sol se colaban por entre las ramas del árbol para tocar delicadamente cada perfecta parte del rostro y cabello del hombre que tanto lo atraía, — sabes, estoy seguro que eres tú por quien brilla el sol —. Zayn suspiró por completo enamorado de Liam, llevó sus manos al rostro de quien estaba seguro era por cuyo esplendor Shamash brillaba en lo alto de los cielos y no dudó en unir sus labios en un beso tierno, tan suave al inicio que se les permitiera disfrutar de la suavidad de sus labios y deleitarse con el sabor embriagador del contrario; como una fuente de dulce miel otorgada por los mismos dioses.

Mas sus ansias les indujo a profundizar el contacto, que con un beso tan apasionado, Liam tuvo que deslizar sus manos del rostro de Zayn para sujetarlo firmemente de la cintura y permitió que el príncipe dirigiera la dulce unión al inicio mientras lo acomodaba sobre su regazo. Fue luego él quien dominó el beso, demostrando la experticia que tenía en aquello, bajó sus besos por el mentón de Zayn hasta llegar a su cuello. Lo que causó que el príncipe soltara un suave gemido por tan exquisita sensación, un placer que se negó por tanto tiempo.

Por el que brilla el sol || Ziam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora