Capítulo 14

147 33 30
                                    

Cuando Anna giró dejando a un lado el cobertizo y lo vió allí plantado, entre los manzanos, volvió a derrumbarse. Sin poder evitarlo los ojos se le empañaron de lágrimas y una presión insoportable le retorció el corazón. Negó varías veces con la cabeza sin decir palabra y aún sin volverse comenzó a retroceder para aumentar la distancia que los separaba.

-Anna espera por favor.

Guillermo dió un par de pasos hacia ella alargando el brazo para alcanzarla.

-No. - contestó rotunda, el dedo índice amenazador. - No te atrevas a tocarme.

El joven se detuvo, dejando caer su brazo al costado. Esperó unos segundos en silencio, respetando su espacio, suplicando por qué se calmase y no saliese corriendo. Rogando que le permitiera explicarle todo aquel terrible malentendido. Se dedicó a observarla simplemente. Estaba hermosa incluso con aquella horrible expresión de decepción en su mirada. Sin querer sonrió.

-¿A caso te parece divertido?
-Por supuesto que no.
-Bien, porque no lo es.
-Anna si me dejas que te explique...
-No hay nada que explicar. Está todo perfectamente claro.
-No, no lo está.
-¡Oh! Pero yo creo que sí.

Se secó las lágrimas con el dorso de la camisa sin apartar la mirada fulminante de él. La decepción en sus ojos había dado paso al enfado, furia, orgullo.

-Debió parecerte divertido. Una gran anécdota para luego contar en la taberna entre copas con tus amigos. Espero que todos pasarais un buen rato a mi costa.

Guillermo frunció el ceño sin entender ¿Qué taberna? ¿Qué copas? Hacía años que no frecuentaba bares. Pero Anna no le dió tiempo a interrumpir y continuó descargando su rabia.

-Que me lo hagas a mi, que obviamente no soy nadie, lo puedo incluso llegar a entender. ¿Pero que lo hagas justo la noche en que su majestad está en tu casa? ¡Cómo puedes ser tan descarado! Volver y pasar los días con ella como si nada. La princesa merece a alguien mejor que tú. ¡Poco hombre! Eso es lo que eres. Un...

-¡Basta!

El hijo del duque se abalanzó sobre ella sujetándola por los hombros y sacudiéndola ligeramente mientras la miraba serio a los ojos. Anna se asustó por su brusquedad y enmudeció. Guillermo permaneció también en silencio, sujetándola sin ejercer presión hasta que la sintió más calmada y poco a poco la soltó, pero sin separarse de ella.

-Lo siento.- se disculpó bajando el tono.

Anna lo observó sin decir nada. Seguía enfadada pero tampoco intentó separase más de él. Aspiró su perfume, su corazón palpitó y se odió por ello.

-Anna te pido disculpas por haber desaparecido estos días sin decir nada. Ahora entiendo que fue una idea terrible y que es normal que pensaras que aquella noche no había significado nada para mí, pero no fue así. Esa noche cambió mi vida para siempre, conocerte ha cambiado mi vida para siempre.

Anna abrió la boca para decir algo pero se arrepintió guardando silencio. Guillermo continuó.

-Al llegar a casa discutí con mi hermano. No sé cómo se enteró, en fin eso no importa. El caso es que entendí que no podríamos estar juntos aquí, demasiada gente se opondría, tu reputación estaría en juego y no podía permitir eso. Nunca me lo permitiría. Así que juré encontrar la manera antes de volver a verte, antes de poner de nuevo tu honra en un compromiso.

El corazón de Anna había comenzado a latir con fuerza. Le sudaban las manos.

-No ha sido fácil créeme, pero he encontrado la manera de que podamos estar juntos.

Aquella palabra. "Juntos". La cabeza de Anna daba vueltas.

-Estuve haciendo averiguaciones con unos antiguos amigos. Han abierto un pequeño negocio de comercio con el nuevo mundo. Algo modesto, las ganancias son limitadas, pero están buscando un socio que invierta y dirija las operaciones desde allí.

Anna no entendía nada. ¿El nuevo mundo? ¿Guillermo se iba a marchar? ¿Esa era su solución, alejarse?

-¡Anna podemos marcharnos y empezar una vida juntos donde nadie nos conozca!

La joven doncella abrió los ojos sorprendida.

-Yo... - comenzó a decir.- Pero tú...

Los pensamientos se le arremolinaban en la cabeza a gran velocidad sin permitirle expresarse de forma coherente. Necesitó unos segundos para poder asimilarlo.

-¿Me estás pidiendo que me marche contigo? ¿A otro país?

Guillermo sonrió.

-A otro continente.

-Pero tu vida está aquí. Eres el hijo de un duque, tienes responsabilidades que atender...

Guillermo la tomó con cariño de la mano.

-Anna nada de eso me importa. Rechazaré el título a favor de mi hermano, no me interesa. Lo único que quiero es poder estar contigo aunque tengamos que empezar de cero. Allí tendríamos que trabajar duro para hacernos un nombre, para poder prosperar, pero sería nuestro. Sin que nadie sepa quienes somos o de dónde venimos. Sólo tú y yo. Pero todo eso me da igual si tú quieres estar conmigo te prometo que he cuidaré y trabajaré para que nunca te falte nada.

Los ojos de Anna se empañaron de lágrimas de nuevo, pero está vez eran una lágrimas de alivio. De un corazón que se liberaba de una carga tan pesada que lo había roto en mil pedazos. Pedazos que ahora lentamente se recomponían. Aún con miedo, pero recuperando una pizca de ilusión con cada nuevo latido.

-Pensé que todo había sido una mentira, un juego para ti... - sollozó.

Guillermo la abrazó dejando que hundiera su pequeña cabeza en su pecho. Besándole con ternura.

-Lo sé, lo sé. Lo siento. He sido un estúpido. Lo siento.

Permanecieron así un rato más. Abrazados. Las lágrimas de ambos mojando sus mejillas. Sonriendo tontamente entre besos, caricias y suspiros. Dos corazones de nuevo latiendo como uno. De nuevo ese fuego, ese torrente que arrasa con todo, que puede con todo. Anna suspiró mirándolo a los ojos. Guillermo la besó de nuevo. De pronto un pensamiento cruzó su cabeza, y las mariposas en el estómago se convirtieron en pesadas rocas. La imagen de Pedro la hizo volver de golpe a la realidad y se sintió culpable, terriblemente culpable.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El beso de la doncella [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora