Capítulo 3

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El almuerzo transcurrió de forma tranquila y luego los invitados se fueron separando en pequeños grupos para continuar la velada.

La princesa conversaba alegremente con el joven Marcos y otros nobles de su edad. Hablaban sobre moda y joyas al tiempo que intercambiaban experiencias sobre recientes viajes.

La reina aprovechó el momento para acercarse disimuladamente al general.

-Es hermosa ¿verdad?

La reina hizo un pequeño gesto con la cabeza señalando en la dirección en la que se encontraba la princesa rodeada por el grupo de jóvenes.

- Una joven muy hermosa sin duda.

-¿Sabe algo de la sucesión?

La pregunta pilló por sorpresa al militar que guardó silencio evitando decir algo imprudente. Sin embargo la reina atajó el tema de golpe, sin miramientos.

-No es un secreto que no tenemos garantizado el trono. Mi marido no tuvo hijos varones y la princesa necesita estar casada para acceder a la corona. ¿Sabe que ocurrió la última vez que el rey murió sin dejar un heredero al trono asegurado?

La reina hizo una leve pausa antes de continuar.

-La última vez que el rey no tuvo heredero varón capaz de sucederle, hubo una guerra civil. Una sangrienta y costosa pugna por el trono en la que mi esposo se alzó con la victoria gracias a la fortuna que mi familia puso a su disposición gracias a mi generosa dote. No estoy dispuesta a perder todo lo invertido en este matrimonio.

La voz de la reina era contundente, amenazante incluso, a pesar de que casi susurraba para que ninguno de los presentes los oyera.

-¿Ve a ese caballero de ahí? Es uno de sus primos, el conde y su esposa. Nos vigilan como buitres esperando su momento para recoger los pedazos.

El general no aguardó más e intervino.

-¿Y como puedo ayudar, majestad?

-El rey está gravemente enfermo. Es un secreto a voces así como lo es el hecho de que los médicos ya poco pueden hacer por él. Necesito que encuentre un esposo para mi hija, de lo contrario el trono se lo quedará el primo de marido.

-No creo que eso sea un problema.

El general volvió la vista hacia la joven que coqueteaba dejándose gustosamente agasajar por los nobles que la rodeaban.

-Querido, si quisiera que cualquier idiota accediera al trono le dejaría escoger a ella hoy mismo. No. Lo que necesito es un aliado que asegure mi continuidad cuando mi marido haya muerto. Alguien que no caiga rendido a sus pies embelesado por sus talentos femeninos. Consígueme alguien así.

-No sé si seré capaz.

-Tonterías. Nos conocemos. Ponga un precio.

-No es cuestión de dinero.

-Todo en esta vida es cuestión de dinero general Bolaños. Usted pida.

-Muy bien, haré lo posible

👑👑👑

Al otro lado del jardín el duque y el conde entablaron una conversación sobre el nuevo comercio con los países de oriente la cual podría haber llegado a ser de interés para Guillermo si no hubiera derivado en una superficial disputa sobre el número de esclavos que eran necesarios para hacer más rápida la importación de nuevas telas y especias.

El primogénito del duque se encontraba incómodo en aquella reunión de conversaciones superfluas. Llevaba tiempo en silencio, observando con interés a la joven doncella que se movía grácil por el jardín mientras atendía sus labores. La había visto sonreír con cortesía al resto del personal, ayudar a las doncellas más ancianas a cargar sus bandejas o tapar los errores de las más novatas evitándole una riña. Se le hacía tan distinta al resto de las chicas de su edad que era como descubrir en cada uno de sus gestos una nueva especie. Sabía que no había almorzado y dudaba de que hubiera tomado apenas un bocado en el desayuno. Creyéndose ignorado por los demás tomó un plato con algo un poco de fruta y algunos pasteles y se acercó a la joven.
Sin embargo nada más levantarse todas las conversaciones fueron pausándose y las miradas se posaron en él.

El beso de la doncella [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora