20. un plan de escape

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Había pasado una semana, no pasó nada aparte de que le devolví a Arantra su vestido, le conté a mis padres, amigos y hermano que tenía ya novio, ellos se alegraron y luego por parte de los amigos también se alegraron mucho, ya sabían que entre los dos había algo, y cuando les dimos la noticia se lo esperaban, los que más se alegraron fueron Adrián y lana, los cuales llevaban un mes ya saliendo juntos en una relación, también engañé un poco a todos los amigos de Londres y a mi familia, ya que les había dicho que iría dentro de cuatro días, pero si salía bien todo hoy, iria al día siguiente.

Me desperté en el castillo ya que me había quedado ahí el día antes.

Arantra no me había permitido ir con el ejército a combatir por si me fuese a ocurrir algo, ella ya se había ido, y las tropas también, yo había montado un plan, si no podía ir a luchar por las buenas, iría por las malas.

Me preparé y me hice un buen desayuno acompañado de una buena cantidad de sangre, había hablado con otros vampiros y me recomendaron beberla a veces para aumentar fuerza y potenciar algunas habilidades.

En el castillo estaban lo reyes eméritos, los hijos de Arantra y un par de personas más, cuando terminé de desayunar fui a la armería, me coloque una armadura que me quedara bien, cogí arco y carcaj con flechas, mi espada y la montura armadura de mi pegaso y se la coloqué, una vez que aseguré que todo estaba bien puesto y que no me faltaba nada me monte en el pegaso y me fui hacía la puerta del Palacio de Kentro.

Había pasado media hora desde que partí, estaba saliendo del bosque cuando escuché mucho ruido, aún me faltaban como diez filas de árboles, así que me bajé del equino y me acerqué andando para no hacer tanto ruido. Estaba escondida detrás de un árbol de la tercera fila más cercana al claro.

Me asomé un poco y pude ver la tropas peleando contra los demonios.

Reaccioné rápidamente cogiendo el arco, apunté hacia un demonio que estaba apuntó de matar a uno de los nuestros, una vez apunté bien y estuve segura que daría en el blanco disparé la flecha, destensando así el arco y la flecha salió disparada hacia el objetivo que se había clavado en su sien, el soldado al verlo aprovechó para matarle decapitándole, yo al ver esa escena me asusté, nunca había visto como decapitaban a alguien, me entraron ganas de vomitar, verlo en una pantalla claramente no era lo mismo que verlo en la realidad.

Seguí protegiendo desde ahí hasta que ya quedaban pocos y decidí ir a luchar, así que guardé el arco y me monté en el pegaso nuevamente dirigiéndome hacia el claro, una vez estuve allí me bajé del animal y anduve hacia la primera pareja que ví, desenvainé la espada y maté al demonio de la misma forma que el otro soldado mató al que le disparé, estuve así un rato cuando vi que un grupo de demonios rodeaban a una chica que se intentaba proteger, pero no podía, eran demasiados, así que enfundé la espada y les tiré bolas de energía, ella aprovechó mi ayuda y empezó a luchar y matar a los que ya estaban noqueados, hasta que terminamos con todos.

Ví como empezaban a aparecer más demonios que se iban transportando.

-¿Éstos tienen complejos de cucarachas o qué les pasa?- pensé.

Fui a enfrentarme a esos sin no antes revivir a algunos muertos para que nos ayudasen, éstos no parecían muertos, parecían humanos, pero no morían, volvían a su tumba, aún me costaba acostumbrarme a ese estilo de lógicas.

Me estaba enfrentado contra uno cuando noté como algo me traspasaba por el lado derecho del abdomen (justo cuando había terminado de matar el otro demonio) ahogué un grito de dolor.

Bajé la mirada a mi barriga y vi cómo una espada me había traspasado el abdomen y... ¿la armadura? ¿Cómo era posible?.

La herida sangraba bastante, me llevé las manos a la zona afectada

-¿pero cómo mierda...?- murmuré confusa, la sangre brotaba de la herida y caía en mis manos ya ensangrentadas, cada vez estaba más confusa, era obvio que había sido algún demonio, cuando volví a reaccionar, me saqué la espada, y comprendí que era una espada formada apartir de la sangre de un demonio.

Eran muy poco comunes y solo las podían hacer con la sangre de demonios muy poderosos, éstas eran especiales, ya que podían traspasar cualquier cosa, eran muy raras de encontrar, y si tenías una siendo demonio o no siempre que no fuese tuya era hereditaria o era por que habías matado al propietario.

Volví a reaccionar dándome cuenta de la situación, así que me saqué la espada con una muñeca de dolor, en ese momento la herida cicatrizó rápidamente, sabía que beber sangre en el desayuno, no había sido inútil, y la armadura no tenía ningún tipo de daño, me giré y vi como un grupo de demonios me rodeaban, me puse en pie, me giré y enseguida supervisé cual me la había clavado, así que le decapité rápidamente, y en movimiento rápido maté a los de ambos lados, hice lo mismo con los que quedaban, ahora la espada era mia. Era la dueña.

Llevaba un rato peleando cuando vi a un demonio más alto que los demás, de tez roja casi negra pero con venas blancas azuladas, un ojo blanco y el otro negro y pelo largo y negro, esa devía ser Kakó, estaba luchando contra Arantra.

La reina se defendía dificultosamente, no perdí ningún segundo, rápidamente cargué el arco ya que estaba demasiado lejos como para llegar corriendo, lo tensé, apunté y cuando ví como la iba a atacar, disparé rezando para que la flecha llegase a tiempo y que Kakó no la hiriese, no había visto nunca tal tipo de magia, era raro de explicar. Como si de su mano sacase pequeños "cuchillos" negros de energía, los cuales cuando cumplían su misión se desacían dentro del cuerpo, por lo que veía era como si te atacaran con cuchillos y luego te envenenaran, y ese veneno se extendía por las venas hata llegar al corazón.

Vi como antes de que le diera la flecha ella lanzaba uno de esos cuchillos y le daba a Arantra en el brazo, pero ella desenfundó su espada y la derrotó matándola de la única manera posible... decapitándola.

Una vez estaba muerta Kakó me transporté hacia Arantra, ya quedaban pocos demonios para matar, quedarían cinco o seis, y al rededor de 15 soldados nuestros sin contar conmigo y con los Reyes.

Me llevé a Arantra al interior del bosque, allí la tumbé en el suelo de tierra, ví como sus venas ve iban tornando cada vez más negras, se me cristalizaron los ojos al verla, se estaba muriendo.

Miré si el veneno de los cuchillos se transmitía de verdad por la sangre, y en efecto ese era el problema, se me ocurrió hacerle un torniquete para que no extendida más el veneno mientras sentía como se me escapaban lágrimas y corrían por mis mejillas empapándolas, no podía morir, no podía morir de esa forma.

-¡Noo!-grité desesperada-reacciona por favor, no te puedes morir, tú no -dije llorando desesperada.

Ella era como una segunda madre para mi, no podía morir, si tan sólo hubiera llegado antes a ayudarla...

Desesperada, decidí llevarla al hospital, allí sabrían que hacer. La transporté hacia allí y un médico se la llevó.

Después yo me fui de nuevo al claro, y le avisé a los demás Reyes sin no antes decírselo a Gale e Iris, y los demás nos fuimos.

Busqué a Noah por todos lados, sabía que estaba vivo, él era fuerte.

-¡Noah!- llamé.

-¡Elia!- dijo acercándose, ya habían acabado con todos los demonios, no quedaba ninguno.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar en Palacio-dijo preocupado abrazándome

-si, ya lo sé, pero tenemos que ir al hospital rápido, está allí Arantra.

Yo me fui con Noah, por suerte estaba bien, él me empezó a consolar mientras íbamos montados él en su caballo y yo en el pegaso hacia el castillo, sabía lo importante que era Arantra para mi, después me llevó a casa y me dijo que descansara, eran las nueve y media, así que piqué un poco para cenar y me fuí a la cama devastada y cansada.

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⏰ Última actualización: Sep 19 ⏰

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